VALÈNCIA. José Morales dio, por fin, un paso hacia su redención. Un intento de pasar página, con goles, tras su polémico adiós en junio de 2022. Entonces el Comandante abandonó Orriols consciente de que iba a ser "esclavo" de sus palabras. Al menos, así lo reconoció en una entrevista en Plaza Deportiva. A su regreso, dos cursos más tarde, Morales quiere volver a estrechar su relación con la grada del Ciutat a base de goles. No de palabras. En esa faceta, continúa parco. Agredeció a los desplazados a Cartagonova. Aplaudió al levantismo que "nos sigue a todos los sitios". Aunque no se vio en sus declaraciones, sino en la celebración del tanto, las ganas de volver a convencer.
Julián Calero también es consciente de ello. De ahí el cariño y la especial preocupación del entrenador madrileño por el bienestar emocional de uno de sus capitanes. Prueba de ello es el abrazo entre ambos tras el gol el pasado domingo. Morales quiso agradecer con tal gesto al técnico, que no se arruga a la hora de alinearle pese a que otras opciones pujen por detrás. Es más, en su primer partido de vuelta en Orriols, frente al Cádiz, Calero procuró desde la banda apoyar a su veterano pupilo. Incluso pidió al estadio que arengase al jugador en ocasiones en que parte del respetable prefirió recibirle con música de viento. Pasó, de hecho, cuando la megafonía anunció su nombre.
Después, el ruido fue en descenso. Y Morales sabe que para mitigar todas las críticas y abrir un nuevo capítulo definitivo en su historia con el levantinismo, necesita que su versión en el terreno de juego sea la mejor. La pelota manda. El objetivo del vestuario y del cuerpo técnico, además de avanzar en el buen camino que ya ha emprendido en el inicio liguero, es ganar a la orden del Comandante. Que se redima. Que vuelva a su nivel, en el que Calero confía desde que puede alinearle. Tras su primer gol como granota 847 días después, el sábado se abre la oportunidad de dar continuidad a una reconciliación.