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Memorias de una 'casi Liga': "O juegas de titular o te doy una paliza"

Pepe Gálvez rememora sus conversaciones con Luis Aragonés y recuerda la última temporada en que el Valencia estuvo a punto de ganar una Liga: "Sentíamos cómo sufría el Atlético"

31/05/2020 - 

VALÈNCIA. Hace exactamente 24 años el valencianismo se relamía por lo que pudo ser y no fue, algo que parecía imposible y llegó a ser incluso probable: ganar una Liga. En mayo del 96 el Valencia estuvo a punto de alzarse con un título que no levantaba desde el 71 y que, en el inicio de esa temporada, se preveía absolutamente utópico. Fue la última vez que el murciélago rozó el campeonato, porque las dos ocasiones posteriores en las que peleó por él terminó llevándoselo a la vitrina. 

La historia es digna de recordar y, por supuesto, no se explica sola. Se plasma en la experiencia de un joven delantero con hechuras de genio, un entrenador con el "culo pelao'" y una remontada liguera de las que ha acostumbrado a ver el público de Mestalla en las últimas dos décadas. La relación de Pepe Gálvez y Luis Aragonés ilustra una temporada que, pese a su final, no empezó con buen pie. 

"Veníamos de una decepción muy grande", reconoce Gálvez. Se refiere al curso anterior, donde el Valencia fue décimo y en el que alcanzó el subcampeonato de Copa del Rey, en la famosa "final del agua" ante el Deportivo de La Coruña. Pese a volver a oler el metal, la campaña anterior pesó para aquel vestuario, que se levantó con la llegada de Luis Aragonés. Sin embargo, bajas importantes como las de Giner, Maqueda, Sempere o Salenko debilitaron al equipo. Sobre todo la de Penev, que recalaría en un Atlético de Madrid a la postre campeón de todo, pero al que le temblarían las piernas en la última recta. 

"Eran nombres muy importantes que habían estado muchos años en el Valencia, suplir esas salidas fue difícil. Pero Luis siempre luchó por que se formara un grupo increíble", asegura el exdelantero. "Los clubes en los que yo he estado y han funcionado, ha sido por el grupo, no por las individualidades", dice antes de reparar en que, con esa idea en la mano, el equipo no terminó de engrasar ya desde la pretemporada: "Me acuerdo que no había confianza, que se dudó mucho de Luis. Ya sabes cómo era, con ese carácter que tenía, difícil de congeniar según con qué aspectos de lo que englobaba al club...". 

Eso sí, meses más tarde "se vio que tenía razón". Porque, para Pepe Gálvez, "Luis Aragonés normalmente tenía razón". Más aún cuando, un día de aquella pretemporada de resultados ajustados y peores sensaciones, 'El Sabio de Hortaleza' cogió por banda al joven mallorquín de 21 años. Gálvez ya llevaba dos temporadas en Mestalla, había aterrizado a punto de cumplir 19 como una de las grandes promesas del fútbol patrio después de convertirse en la figura del ascenso del Mallorca. Hiddink le dio algunos minutos, Parreira le olvidó rápido, Rielo se acordó en el tiempo que pudo y Aragonés le llamó de nuevo a filas. 

"O juegas de titular o te doy una paliza", le dijo el técnico al chico aquel verano del 95. "Era su forma de darme confianza", reconoce Gálvez. "Me dijo que con mi edad ya tenía que ser titular en Primera División porque tenía condiciones para ello". Aunque, claro, Pepe estaba "en uno de los clubes más importantes de España, y eso no es fácil". Quizá por esa razón no formó en el once inicial del primer encuentro de Liga, un sonrojante 3-0 en Riazor que confirmaba los malos presentimientos de la pretemporada. 

Con una pareja de arietes como Mijatovic y Viola, la suplencia entraba dentro de la normalidad. En la jornada dos -esta vez sí, con victoria sobre el Valladolid- se unió a las dos estrellas en el frente de ataque titular. 1-0. Gol de Pepe Gálvez

Igualmente, los resultados de ese arranque liguero brillaron por su irregularidad. Pero a pesar del vaivén de puntos, "ese equipo tenía buen feeling": "Nos sentíamos capaces de ganarle a cualquiera, de hecho le ganábamos a cualquiera", recuerda. Un punto de inflexión en esa confianza fue la victoria ante el Real Madrid en Mestalla en la sexta fecha del campeonato: 3-0 al descanso -el primero, cómo no, del joven con el '22' a la espalda- en un encuentro que acabó con 4-3. El bamboleo de resultados no se esfumó con ese triunfo, pero las dudas en el juego sí se comenzaron a disipar. 

A partir de ahí, la escalada. En una Liga de 22 equipos (por la marcha atrás de la Federación con los descensos administrativos de Sevilla y Celta de Vigo, otro protagonista final de esta historia), el Valencia ganó 15 de los últimos 21 encuentros desde Navidad. Y en ese ascenso metórico, un momento crucial para Gálvez: una grave lesión de rodilla le dejó KO en el Villamarín, precisamente en uno de los partidos negros de la casi perfecta segunda vuelta del equipo -3-0 ante el Betis de Lorenzo Serra Ferrer-.

"A partir de ahí mi trayectoria fue hacia abajo, no volví a ser el mismo", asegura el protagonista. Y se aventura: "Si no llega a ser por la lesión seguramente habría marcado 20 goles aquella temporada". Probablemente esté en lo cierto. Pepe Gálvez sumaba 11 tantos antes de caer lesionado, los mismos que el propio Viola consiguió firmar al término de aquel campeonato. 

 "CLEMENTE ME DIJO QUE, SI NO ME LLEGO A LESIONAR, me iba a convocar A LA SELECCIÓN absoluta"

Gálvez se perdió el final de aquella Liga, justo los encuentros que el propio Luis Aragonés consideraba vitales. Lo de jugarse el título hasta el último suspiro no estaba claro allá por aquel 3 de marzo, pero probablemente lo que más dolió con la perspectiva de los años es la ausencia en los Juegos Olímpicos de Atlanta. Pepe era un fijo en aquella Olimpiada a la que sí asistieron compañeros de vestuario como Mendieta, y el futuro con La Roja era más que prometedor: "Con el tiempo hablé con Javier Clemente y me dijo que tenía en mente hacerme debutar con la absoluta. Así que perdí mucho con esa lesión, pero ahora estoy feliz de haberlo vivido". 

Con él desde el sofá, el Valencia siguió su lucha. A cinco jornadas del final, la visita a la casa del líder -el Vicente Calderón- iba a marcar las posibilidades valencianistas en aquel desenlace en el que, por cierto, Luis Aragonés ya arengaba a los suyos con la posibilidad de acabar campeones. Mijatovic salió a escenario y consiguió derrotar a un Atlético de Madrid, ya campeón de Copa, que se veía casi rebasado: "Los pillamos, los pillamos, los pillamos…", se repetían los jugadores tras la victoria. "Sentíamos cómo sufrían. Me acuerdo de ese partido porque nos pusimos a 4 puntos, muy cerca. Al final era difícil, ellos lo jugaban en casa… La esperanza la teníamos, pero dentro sabíamos que era complicado". 

ValenciaCF

Y así fue. Después de asaltar el Manzanares, el Valencia ganó los tres encuentros antes de la jornada de clausura; el Atlético empató en el penúltimo. Con dos puntos de distancia, los cálculos eran sencillos: había que ganar en Vigo y que los de Radomir Antic cayeran en su feudo ante el ya descendido Albacete. Y en Balaídos Mijatovic puso por delante a los che cuando los rojiblancos ya ganaban 2-0 a la media hora. Lo del Celta acabó en empate pero, aún así, perder una Liga de esa forma, para Gálvez, fue "fácil de digerir": "Cuando te ves con la posibilidad de ganar un trofeo quieres ser campeón como sea, pero nos quedamos con la sensación del trabajo bien hecho". 

Los cánticos del valencianismo a la llegada del equipo a la ciudad aquella noche confirman su teoría. 'No passa res, la Lliga l'any que ve", se cantó al unísono en el recibimiento a los jugadores. Y eso, también con la perspectiva de los años, le recuerda a Gálvez una idea que también subrayó Mendieta en el Veus Fé-Cé de Plaza Radio esta semana: esa temporada marcó un antes y un después. "Fue un punto de inflexión para, más tarde, empezar a conseguir títulos. No se había estado tan cerca desde hacía muchos años y ese equipo dio la esperanza de ser campeón otra vez algún día". 

Fue la 'casi Liga' de Aragonés porque su Valencia no ganó, "pero sí pasó por encima de sus rivales y se cambió esa mentalidad pesimista". Las hazañas ya no eran imposibles. 

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