El club se ha modernizado y profesionalizado hasta el paroxismo y eso es algo delicioso de observar desde fuera. No hay una acción sin objetivo, los pasos y la estrategia seguidas están perfectamente trazados.
VALÈNCIA. El magnífico texto, objetivísimo, que escribió Paula Mas hace unos días sobre las lesiones en el Valencia Basket me sirve de percha para hacerme unas preguntas. Vaya por delante que mi intención no es señalar a nadie. Es sólo reflexionar en voz alta una lista de preguntas que me hago y dejar que sea el bienintencionado lector quien conteste.
Antes, eso sí, me permitirán que aplauda a la revista Gigantes por tener el gustazo de celebrar sus premios en L’Alquería y por organizar una fiesta con café para los muy cafeteros. Qué bien lo pasamos los que disfrutamos de este deporte y qué bonitos momentos de emoción cuando Amaya Valdemoro le dedicaba su premio a la leyenda taronja Vukovic. Amaya es una grande y Miki otro. Gracias a la vida por permitirme cruzármelos y abrazarlos cuando los veo.
Y ahora, al lío. Que nadie piense que las lesiones de hueso son culpa del equipo. El que se permita pensar eso es que no está en sus cabales. Y, obviamente, las otras tampoco. Que desde hace unos años el Valencia Basket sufre lesiones musculares constantes es un hecho. Teniendo en cuenta que han pasado varios entrenadores y que todos han sufrido una plaga bíblica, a lo mejor la respuesta no está en cómo se entrena, sino en cómo se prepara. Dicho todo esto, nadie salvo el bueno de Txus había tenido la malísima fortuna de que se acumularan lesiones traumatológicas provocadas por golpes y también lesiones musculares. Lo del vasco tiene mucho mérito y, si tuviera a toda la plantilla, se le podría juzgar. Mientras tanto, lo que está haciendo es titánico.
Pero claro, recuerdo que se decía en la época de Perasovic que como el croata estaba loco (que algo de razón tenían, entendiendo su obsesión como locura, nada medicable) eran normales las lesiones musculares porque hacía que la plantilla sobre entrenase. Pero claro, con Pedro más de lo mismo y ahora con Vidorreta pues también. Pues quizá el problema hay que mirarlo en otro sitio que no sea el máximo responsable del banquillo o en una racha de mala suerte que ríete tú.
El club se ha modernizado y profesionalizado hasta el paroxismo y eso es algo delicioso de observar desde fuera. No hay una acción sin objetivo, los pasos y la estrategia seguidas están perfectamente trazados. Al fin el capricho de Juan está bien dirigido (¿se imaginan que durante estos 30 años hubiera sido así?). Con ese escenario, me pregunto. ¿Por qué si desde hace años se sufren plagas de lesiones musculares no se hace nada por evitarlo? Al fin y al cabo, hacer lo mismo y esperar resultados diferentes es de necios, no?
Los jugadores, más profesionales que nunca en la historia, no llegan a las pretemporadas pasados de peso, incluso entrenan por su cuenta en verano los que no tienen selecciones (por lo general sigue habiendo mantas, claro). No quiero pensar que se esté trabajando mal la preparación física porque Pedro es un buen profesional. Tampoco quiero pensar que desde los servicios médicos se podrían hacer más cosas, porque no tengo ni idea de medicina y el doctor es un fenómeno. Y de los fisios no hablo porque son de los mejores de Europa. Sí, de los mejores de Europa. El equipo de fisioterapeutas del club está muy por encima del de muchos otros clubes.
Sin embargo… ¿Qué está pasando? Ahora que se ha modernizado todo el club, ha permitido que savia nueva entre en todas las áreas, ¿por qué no se aprovecha también para modernizar el área de cuidado de los jugadores? Quizá sea hora de abrir la ventana y probar cosas nuevas. Quizá, dios no lo quiera, descubrimos que trabajando de otra manera tampoco funciona.
Hoy, 16 de junio, hace un año de aquella mágica noche. La Fonteta nunca había vivido nada parecido. 365 días desde que Valencia Basket consiguiera el mayor hito de su historia: alzarse como campeón de Liga tras ganarle tres partidos seguidos al Real Madrid y en el 30 aniversario del club