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opinión pd / OPINIÓN

Bien... ya no lo vamos a hacer

8/07/2023 - 

VALÈNCIA. Las cosas se pueden hacer de tres formas: bien, mal o muy mal. Y bien, me da la sensación, ya no lo vamos a hacer. No lo digo yo, es de lo poco en lo que atinó Quico Catalán cuando habló de Pepelu en su última comparecencia pública. Estaba en lo cierto el presidente, ya entonces solo había dos opciones: o hacerlo muy mal o rematadamente mal. 

Lo que el Levante pudo hacer bien.- Por tres cesiones tuvo que pasar Pepelu antes de jugar en el Levante. Lo lógico en un futbolista de proyección y una perla de cantera a la que se quiere foguear. Lo que no fue tan normal es que, en ese recorrido por el Hércules, por un lugar remoto de Portugal -con todos los respetos al Tondela, que en aquel momento progresaba en la élite lusa, donde fueron a ver a Pepelu a cuentagotas- y por Guimaraes, a nadie se le ocurriera ampliarle el contrato a un chaval con quien había que estar muy ciego para no ver que, con oportunidades, iba a ser emblema en Orriols. Manolo Salvador, David Navarro, Manu Fajardo... bien, ya no lo van a hacer. 

Porque al regreso de Guimaraes, Paco López le vino a decir a Pepelu que, como había un puñado de centrocampistas que aquellos no sacaban ni a tiros, iba a jugar en el Levante más o menos lo mismo que servidor. Para que nos entendamos: que sería uno más, que partiría con oportunidades... y tal, pero que si se buscaba equipo, igual jugaba más. Y eso hizo él: se pudo ir al Clérmont o al Getafe y, dichas sean todas las verdades a las que llegamos, si Pepelu no emigró a Francia fue, entre otras cosas, porque Quico se negó a perderle para siempre. Si se marchaba, que fuera con fórmula de regreso. Y a un año de cerrar contrato, allí no pasaron por el aro. Se quedó. A las cinco jornadas ya era titular, a las nueve Pereira le volvió a sentar y con Alessio se hizo un codiciado de Primera.

Y así hasta que, a días de ser agente libre, renueva por diez temporadas. La oferta que le había presentado el anterior Área Deportiva en noviembre era para echarse a reír -o a temblar- y la diseñada por la parte de Pepelu en verano... molaba más, claro. Pica que el emblema marche al eterno rival, pero aquí estamos para otras cosas: el Levante no le ofreció diez años a Pepelu; más bien fue Pepelu quien le ofreció diez años al Levante. Y eso es una realidad palmaria. Diez años trazados a la carta, beneficiosos para el ofertante, con asteriscos y vías de escape. El club lo había hecho tan mal con Pepelu, le había querido tan poco a pesar de la ilusión desbordante del presidente cuando le vio entrar por las puertas de Buñol con 13 años, que no estaba en disposición de negarse a firmar la letra pequeña si quería retenerle en Segunda. Eso, bien, tampoco lo va a hacer ya nadie. 

Por culpa de una gestión a pedales, hubo que claudicar. Se había ido tarde con un chico de la casa, levantinista y que, en realidad, acababa de explotar en un Levante abocado al descenso casi desde Navidad. Como diría aquel, cuatro ratos en esos contextos donde los prometedores suelen rascar. Total, que Pepelu se queda tras un descenso, rechaza marcharse gratis con ofertas tales para largarse a por tabaco y no volver, y asegura dejar pasta en Orriols se fuese el verano siguiente, al otro o a los siete de después. Pasta que, por supuesto, era variable. Pepelu sale del Levante por 5 millones, esa es su asequible cláusula de rescisión a causa de permanecer en Segunda -de la envalentonada de pedirla al contado con la que cae hoy en el Ciutat hablamos otro día-, pero haciendo las cosas como tocaba y ascendiendo cuando tocaba, entonces el precio de salida partía en 12. Esa hubiese sido su cláusula en Primera. Claro, eso, bien... tampoco lo vamos a hacer ya.

Lo que el Valencia pudo hacer bien.- Alrededor de Quico Catalán y Felipe Miñambres circula el pensamiento de que, si el Valencia quería hacer las cosas también como tocaba, lo del clausulazo a tocateja es el primer y único paso. Que teniendo en cuenta el impacto en el club a quien le fichas y el terremoto social para el jugador fichado, incluso se puede ir más allá: 6 kilos, sin plazos ni álgebra, que llevarían consigo una justificación automática para el propio Levante ante su gente, quien debía entender entonces que el club estuviera atado de pies y manos ante el villano. De la somanta de palos al jugador, obviamente, se desentiende tal caso, porque el problema de Pepelu "es otro". Y la verdad es que, aunque el Valencia tampoco acaricie billetes y en el fútbol ya no pague de una ni el todopoderoso, una oferta -o un clausulazo- de esa guisa facilitaba las cosas en los despachos de Orriols. Entonces se hubiesen ahorrado discursos sobre la línea del presidente, Pepelu jugaría en Mestalla chopado por la tormenta de sus traicionados, y todos contentos. ¿Era necesaria esa condescendencia del rival? Al final, se pegará la cabotà con los plazos y, en todo caso, el Valencia, eso, bien... ya no lo va a hacer.

Lo que Pepelu pudo hacer bien.- Fichar por otro club que no fuese el Valencia. Tendrá que entender la ira de aquellos que, hace no tanto aunque perezca otro milenio, eran sus incondicionales. Y podríamos rayar aquí la firma y darle al Enter. Porque es eso, y nada más, lo que Pepelu, bien... ya no va a hacer.

Yo tengo claro quién no lo ha podido hacer peor.

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