Habituados a vivir en el alambre

VALÈNCIA. Los aficionados del Valencia CF que puedan padecer problemas coronarios tienen un serio problema con su equipo. Los partidos del equipo de Rubén Baraja son cualquier cosa menos tranquilos u holgados. Los resultados siempre se mueven en la diferencia mínima de un gol.

Salvo la victoria 0-2 en abril, el equipo de Rubén Baraja ha ganado todos sus partidos por un sólo gol de diferencia. Salvo el triunfo en cancha ilicitana, desde la llegada del técnico vallisoletano las siete victorias restantes (las seis de la pasada campaña más las dos que llevaen la actual), han llegado por un sólo gol de diferencia. Venció por 1-0 a la Real Sociedad, a Osasuna, Real Madrid, y UD Las Palmas. (esta última en la presente temporada) y por 2-1 a Celta y Valladolid (pasada campaña) y a Sevilla.

Es más, en ninguna de las tres victorias por 2-1 el Valencia llegó a estar 2-0 en el marcador para posteriormente ver como el rival le recortaba distancias. Remontó un 0-1 ante el Valladolid, en Vigo se adelantó, le empataron y marcó el gol del triunfo sobre la bocina, esquema que repitió este año en Sevilla.

Que este equipo vive en el filo es una evidencia que entronca también con sus derrotas. De las nueve cosechadas desde la llegada de Baraja, sólo dos de ellas fueron igualmente por más de un gol de diferencia. Ambas de dieron en la temporada pasada, y fueron 3-0 en el Metropolitano y 0-2 en Mestalla ante el Sevilla. El equilibrio que busca Rubén Baraja es evidente que está mucho más cercano que en la época anterior, aunque la falta de mimbres lo haga complicado y obligue a que cada victoria sea casi heroica y agónica a partes iguales.