VALÈNCIA. Diez años de la etapa más feliz del levantinismo. El paso por Europa quedará para siempre grabado en las retinas granotas, que vieron cómo el Levante paseaba su escudo con honra por el viejo continente. El equipo de Juan Ignacio Martínez cayó tal día como hoy, en 2013, eliminado en los octavos de final Europa League ante el Rubin Kazan en Moscú, donde perdió por 2-0 con los tantos de Salomon Rondón y Dyadyun. Los de JIM forzaron, eso sí, la prórroga. No fue un rival sencillo, fue un hueso duro de roer y tuvo en su mano la posibilidad de plantarse en unos cuartos de final europeos.
En aquel encuentro jugaron Keylor Navas, Lell, David Navarro, Ballesteros, Juanfran, El Zhar, Pedro Ríos, Diop, Iborra, Rubén, Barkero, Acquafresca y Valdo.
Por cómo llegó, fue una derrota dura. Pero el paso del club por una competición solo disponible en los sueños de muchos hasta aquella fecha fue histórico. Para enmarcar en el recuerdo. Para rememorar la pena y el orgullo de aquella fría noche de fallas. Porque el camino había sido heroico, desde Motherwell hasta Valencia en la ronda previa, cazando instantáneas como la de Juanlu en aquel gol en Fir Park que hoy empapela con orgullo una de las paredes interiores del Ciutat de València.
También hubo que enfrentarse a Hannover, Helsinborg y Twente. El Levante acabó segundo la fase de grupos. Solo se perdió un partido, el de Alemania, precisamente ante el rival que a la postre se haría con la primera plaza. El honor fue tal que no se consiguió el liderato de grupo solo por el empate en la última jornada ante el propio Hannover. Además, con remontada: Ángel e Iborra pusieron el 2-2 tras caer en la primera parte, pero la diana del hijo pródigo llegó demasiado tarde. Pero la gesta iba a continuar.
Precisamente los alemanes se quedaron en dieciseisavos. Perdieron ante el Anzhi ruso, en aquel momento uno de los clubes bañados en petrodólares. El Levante triunfó ante Olympiacos -que había derrotado al Atlético de Madrid y evitado choque español en octavos-. 3-0 en el Ciutat y 0-1 en Atenas. Y a soñar. La fantasía hubo de acabar en Moscú. Allí se cerró uno de los episodios, el más brillante, de la historia de la entidad granota. Y sigue brillando diez años después.