VALÈNCIA. Fue muy directo Marcelino en la sala de prensa del Stade de Suisse tras el flojo encuentro de los suyos: "Después de lo visto hoy, nos vamos preocupados. Jugando así no vamos a ninguna parte". Y no es de extrañar la preocupación, el Valencia CF no funciona y da la sensación de involucionar conforme pasan los partidos.
La muestra más clara fue la del martes, en la que el equipo no salió derrotado de milagro ante un flojo Young Boys, que le sacó los colores al equipo valencianista. Ya no sirve el discurso de que se llega más que el rival y que falta acierto arriba. El Valencia CF de Suiza fue peor que su rival.
Si bien es cierto que son los jugadores los que deben revertir la situación en el campo, tampoco es menos cierto que se espera un golpe de timón desde el banquillo que cambie la inercia de un equipo perdido por momentos y que en nada se parece al de la campaña anterior.
De Marcelino se esperan soluciones, es su tarea y su obligación como entrenador y con un prestigio y un crédito ganado a pulso brillantemente durante una campaña en la que transformó por completo al Valencia CF.
Es necesario un golpe de timón. Seguir con los mismos remedios ha evidenciado que no sirve para atajar la actual crisis del equipo. La pregunta es: ¿Tomará Marcelino decisiones que puedan ir contra sus férreas convicciones?
En Suiza ya tomo una. Tras responder en dos ruedas de prensa diferentes que no creía en cambiar el dibujo ni el sistema, en el Stade de Suisse, acabó jugando con un claro 4-3-3 al acabar Rodrigo como punta por la izquierda, y Gameiro y Basthuayi turnándose en el centro y la derecha.
Ahora falta saber si tomará otras. La fundamental, la principal, es la que todo el mundo se pregunta: ¿Irá Dani Parejo al banquillo? Por el momento parece que no. El técnico es consciente del mal momento de su equipo y ha decidido tirar del bloque con el que vivió los días felices de la pasada temporada. Incluso otro jugador al límite de sus fuerzas físicas como Gayà, no descansará en esta jornada y es muy posible que de no haber contratiempo sea de la partida en el Botxo. Eso sí, volviendo al caso del capitán, cada partido que siga jugando a este nivel va a acabar por convertirse en una losa para el propio futbolista y un factor de desgaste altísimo para el entrenador ya que se entiende que hay jugadores a los que no les perdona un error, y otros a los que se les miden los fallos con una vara de medir distinta. El hecho de que Parejo no tenga un sustituto natural en la plantilla, unido a que a Marcelino no le convenzan las alternativas (Soler, Wass, dupla Coquelin-Kondogbia) provoca la titularidad continua del madrileño pese a sus reiterados errores y falta de forma. Tanto el de Coslada como Gayà están siendo exprimidos por el técnico que se agarra a ellos como parte fundamental de su bloque de confianza.
Quizá la política de rotaciones sea uno de los preceptos que pueda alterar el técnico asturiano. Al equipo le hace falta solidez y los fichajes realizados este verano no están dando -ni de lejos- el rendimiento previsto. Esta parte del problema es complicada de afrontar, porque significaría reconocer implícitamente errores a la hora de confeccionar la plantilla este verano. Pero lo bien cierto es que no se han cerrado los problemas del lateral derecho con la llegada de Piccini. Que a Diakhaby le pesa la plaza de titular bastante más que en la pretemporada. Que Wass aún no ha mostrada casi nada de lo que se le vio en Vigo, que Cheryshev está teniendo muchos problemas con las lesiones y que arriba Gameiro y Batshuayi no están ofreciendo gran cosa.
La vuelta de Guedes y Santi Mina va a dinamizar y elevar la competencia en la parte delantera cuyos números -reconocido por el propio Marcelino- están por debajo de lo esperado a estas alturas del campeonato. Fundamentalmente se tienen muchas esperanzas puestas en la vuelta del portugués, quien se lesionó justo cuando parecía que empezaba a parecerse al jugador desequilibrante de la temporada anterior.
Y es que las lesiones han sido el principal hándicap que se ha encontrado Marcelino en el arranque del equipo, unida a la cantidad de jugadores que entre Mundial (Rodrigo, Cheryshev) y pretemporada inexistente por estar esperando su salida (Gameiro, Guedes, Batshuayi) han provocado los alarmantes números del inicio de campaña.
Sin embargo, el tiempo pasa, los resultados no llegan y se necesita un punto de inflexión. Un Montjuic como el que tuvo el Valencia de Rafa Benitez en el 2002. De lo contrario, la crisis puede comenzar a provovar un elevado nivel de nerviosismo.