VALÈNCIA. Tras el dramático final de temporada que obliga a planificar el próximo curso con economía de guerra, el Levante encaja bolillos para brindar una plantilla competitiva que encaje en la idea de Javi Calleja y, sobre todo, en la brutal reducción a la que tiene que hacer frente un Felipe Miñambres que, por descarte y sin haber salido todavía a la palestra, confirma con hechos que continuará con las llaves de la dirección deportiva granota. Y más allá de posibles nuevos nombres en la libreta del astorgano, uno de los que se estudian es muy conocido: Vicente Iborra.
El moncadense regresó a su casa el pasado verano a razón de un año a préstamo, pagando el club granota una parte de su ficha, y con una obligatoriedad de compra que se hubiese activado en caso de ascenso. La no consecución de tal objetivo -sine qua non para que rubricase automáticamente la firma de un año más en el Ciutat- devuelve a Iborra al Villarreal para cumplir su última campaña de contrato, hasta 2024. Ese es el orden actual. Sin embargo, en el Levante ven posibilidades de que el '10' pueda volver, aunque habrían de darse diversos escenarios clave.
El primero de ellos es poder reclutar al centrocampista, de nuevo, sin coste en la operación. Es decir, en este caso con carta de libertad. Y el segundo, que Iborra aterrizase con un salario extraordinariamente reducido respecto al que percibe en el Submarino, en torno a unos 3,5 millones absolutamente inasumibles para el Levante. Si ya el pasado verano hubo que desarrollar todo un encaje financiero para hacer frente al regreso del hijo pródigo, esta vez haría falta un compromiso todavía más fuerte del capitán, que no esconde su deseo de retirarse en Orriols.
Y es que ese interés no es nuevo. Ya en su presentación, tanto el propio futbolista como el presidente, Quico Catalán, lanzaron el deseo de mantenerse unidos en Primera División -algo previsto por contrato-, pero no descartaron que, en caso de fracasar en el intento, Iborra pudiera seguir vistiendo la camiseta del Levante. Además, con Calleja en el barco, el moncadense también encaja en el proyecto del entrenador. A pesar de que su rendimiento ha ido fluctuando a lo largo del curso y no ha acabado de encontrar el pico de forma con el que soñaba el levantinismo, Iborra es un soldado del agrado de Calleja.
Iborra interesa y en el club se medita su repesca. En Villarreal el jugador ha quedado sin sitio y eso, unido a su deseo público de acabar su carrera vestido de balugrana, hacen posible soñar con ese ansiado encaje de la ficha. Sigue siendo complicado porque lo primero, es lo primero. Al club le ocupan otras operaciones, en este caso de salida, que serán necesarias a incluir en el actual ejercicio si no se quiere volver a arrojar pérdidas a las cuentas.