Hoy es 4 de octubre
VALÈNCIA. Se fue Bordalás. Se marchó el alicantino con una educación y una elegancia hacia el club que no merecen quienes lo dirigen. Muchos pensaban en una puesta en escena volcánica del técnico alicantino, aunque me encuentro entre quienes teníamos muy claro que esto no podía ser así.
Entiendo que en la lucha por echar a Meriton un "raje" en toda regla hubiera ayudado a visibilizar el destrozo que Lim está haciendo de lo poco que queda ya del Valencia CF. Sin embargo, no podemos llevarnos a engaño, sólo dos técnicos pusieron en su sitio al máximo accionista del club. Uno, Prandelli porque no cobró finiquito al haber dimitido; nada había que perder. Otro, Marcelino, tardó en cobrar su indemnización más de un año y casi tuvo que ir a los tribunales para percibir lo pactado.
La estrategia comunicativa de Bordalás es cuestionable. No porque no haya puesto a los singapurenses a caer de un burro, si no porque las expectativas generadas le han causado cierto desgaste a ojos del aficionado. Sin embargo, creo que cabe reconocerle dos méritos al alicantino. El primero de ellos es precisamente haber hecho una rueda de prensa. En un mundo en el que se ha hecho ya habitual una despedida con dos frases hechas y una foto en redes sociales. Haberse sentado en una sala para responder preguntas (pese a que las respuestas no fueran las esperadas), tiene valor. El segundo, por una frase que el propio Bordalás pronunció en su rueda de prensa: "Cuando fui técnico del Valencia decía lo que pensaba y ahora no sería respetuoso". Y esto último entronca con el pensamiento que todos hemos lanzado alguna vez al ver como alguien que ya no está en su puesto de trabajo carga contra la empresa en la que estaba: "Raja ahora que está fuera. Eso tenía que haberlo hecho cuando estaba dentro". Pues eso precisamente hizo Bordalás, señalar las carencias cuando esteba dentro aunque le causaran su despido. Esa valentía, creo que también cabe reconocerla.
Cabe desearle ahora toda la suerte del mundo a su sucesor, porque la va a necesitar. Los hechos son los hechos y Lim es una máquina de triturar técnicos. Ni uno solo bajo su mandato ha acabado contrato. Todos han sido despedidos. Porque el técnico es quien da la cara cada semana en las buenas y en las malas y es una parte visible y directamente responsable de los resultados, aunque los verdaderos culpables se escondan en el palco.
En eso Meriton no innova. No innova Lim que ha vuelto al modelo fracasado del modelo de 2015 en el que él quita y pone entrenador y los fichajes son cosa de Mendes (y el técnico, también). Cuando vuelves a un modelo fracasado no hay más que dos opciones. O las neuronas no te dan para más (habida cuenta de la fortuna que ha hecho este señor en la vida, no parece el caso), o tus intenciones no son trigo limpio . Quédense con la que quieran.
Y no innovan los ejecutivos que tienen aquí pese a la marcha de Anil. La propaganda de la Stasi que montó dentro del club el ya depuesto Murthy sigue vendiendo las virtudes de un futuro esperanzador. Y todo ello pese a que vas a vender hasta el último de tus mejores activos sobre el campo y que quienes dirigen ahora (Sean Bay) ya han dejado clara su línea de actuación (parapetarse tras Corona en la primera decisión en la que medio había que dar la cara, despedir a Bordalás por teléfono y no cara a cara).
Volvemos a la fase "dejen trabajar" y a la de señalar como desertores a los futbolistas con los que Lim piensa hacer caja para tapar su nefasta gestión deportiva y económica. Mientras la trituradora se llevó por delante a Bordalás, el siguiente en lista está a punto de hacer su acto de presencia y hasta ahora ese toro se ha llevado por delante a todos los diestros que han querido meterle mano. Buona fortuna, Rino. Ne avrai bisogno.