Hoy es 12 de octubre
VALÈNCIA. Va a empezar una Liga que no se sabe cuándo empieza. Se va a jugar una competición en la que no se sabe muy bien qué se va a competir. En mitad de ese tiempo tan extraño, va a comparecer un Valencia que no se sabe qué Valencia es, qué pretende, a qué aspira, de qué va.
Y en esas, la tentación de tomar a Javi Gracia como el artífice de un equipo de autor marcado por la juventud. Que si Kang In como líder de la cuadrilla, que si el sustento sobre la espalda de Gayà, que si els xiquets rodeando a Soler. Es compleja la disyuntiva entre respaldar un proyecto que nace con el andamio puesto y poner en duda absoluta cómo se elaboró, pero es a lo que deberíamos aspirar.
Javi Gracia en estas semanas de prólogo apunta lo que se sospechaba. Solvencia y seriedad, rectitud y prudencia. Un conocimiento preciso de dónde ha llegado (para él es un escenario más de oportunidad que de amenaza; tiene mucho que ganar, muy poco que perder). Es él quien debe adaptarse al contexto y no al revés.
El riesgo es que se tome a Gracia por el trampantojo escogido para ocultar el resto. El resto es esto: una confección deportiva temeraria. Al entrenador no se le pide que articule un equipo, se le pide que se lo invente. No hay modelo, hay un conato de relato que busca camuflar los desperfectos. Qué plastas somos pidiendo algo tan básico como que hubiera unas coordenadas deportivas a las que atenerse y no una concatenación de ocurrencias. Que saliera el presidente del Valencia -o, en su defecto, Anil Murthy- a decirnos a la cara: oigan, esta es nuestra apuesta, estos son nuestros principios, vamos a competir tal que así. No, en lugar de eso un batiburrillo de excusas forzadas con las que justificar la adecuación a las ondas del mercado. Mercado 1, Valencia 0.
Tiene Gracia algunas ventajas añadidas: la ausencia de expectativas, que no se le va a juzgar por comparación, que va a jugar una temporada únicamente a la española. Va a tener Gracia mucha comprensión del prójimo.
Justo por eso, tanto si el experimento sale bien (Gracia, irremediablemente, somos todos) como si sale rana, habrá que recordar que esta temporada decidió jugarse con una moneda al aire, sin ningún tipo de criterio futbolístico. Y lo peor: sin convencimiento. Un ‘a ver qué pasa’ de manual. El triunfo de la cosmética sobre la dirección deportiva.
Como es el Valencia, todo podría salir bien.