VALÈNCIA. Al Valencia lo humillaron con la pelota en el Bernabéu como consecuencia de la gestión del club. La frase de Baraja en el post-partido "esta no es nuestra liga", demuestra la deriva de un club, que como el propio entrenador recordó en la previa del encuentro, llegó a sentir hace unos años que le competía al Madrid de tú a tú.
La sonrojante facilidad con la que el valencianismo ha asumido el papel de comparsa para uno de los clubes más laureados del futbol español es sin duda el gran triunfazo de Meriton en estas tierras.
Su política de medias verdades y voceros por cuatro migajas es un éxito rotundo, y consecuencia de ello es que una de las aficiones a las que siempre se tildó de exigentes ha acabado asumiendo ser un destacado pasajero del carro del pescado. Realmente Goebbels estaría orgulloso del plan desplegado y de los resultados obtenidos.
El equipo fue humillado con la pelota en el césped, pero el club venía ya humillado de casa. La endeble y timorata respuesta a todos estos meses de mentiras del Real Madrid y su entorno mediático debería haber tenido alguna respuesta mucho más firme que dos twits y una carta a tus aficionados pidiéndoles que se portaran bien allá donde se les iba a provocar y a faltar al respeto. Las peticiones debían ser para el que falta, no para el que recibe las provocaciones.
Pero este es un club en el que los objetivos del bolsillo del máximo accionista prevalecen sobre las necesidades de la entidad hasta llegar a desatenderlas por completo. Este es un club con una categoría nula e inexistente en quienes lo dirigen. Da igual que venga un señor con querencia perpetua a hidratarse o una ejecutiva menguante y desaparecida, los actores que le rodean son los mismos. Perfil bajo.
Por eso el club vive genuflexo y arrodillado. Por eso fue incapaz de retirarse hace tres años del campo del Cádiz cuando el episodio entre Cala y Diakhaby, y no rechistó cuando LaLiga miró para otro lado. Por eso dejaron tirado a Diakhaby cuando prometieron en un comunicado defenderlo "hasta las últimas consecuencias". Mucho más importante la relación de Peter con Tebas que la defensa de tu jugador.
Por eso dejaron que Joan Laporta se adueñara completamente la temporada pasada del homenaje que el Valencia le tributó en el Palco Vip a David Villa en los prolegómenos del partido ante el FC Barcelona. Por allí apareció el presidente del Barça en casa ajena y acabó fagocitando el acto tiñéndolo de blaugrana ante el dontancredismo de los empleados de Meriton. Más importante la amistad de Joan con Peter y con Jorge, que poner al mandatario culé en su sitio recordándole dónde estaba y el respeto que debía mostrar.
Y por eso no iban a perderse la posibilidad de ubicar sus posaderas en una butaca del palco del Bernabéu a escasos metros de Don Florentino. Los dirigentes de un club medio normal, hubieran declinado la invitación de acudir al palco como respuesta a la gravísima mancha derivada de una falsa acusación que la maquinaria madridista lleva alimentando desde la temporada pasada. Pero claro, alguno allí se vería con el trasero pegado a la butaca cercana a Florentino Pérez y pensaría "¡Joder, que grande soy que la vida me ha traído hasta aquí!". Mientras, abajo, el club empequeñecido al que deberían cuidar era arrasado en una fiesta merengue a la que los vasallos de Peter asistían ufanos de si mismos aunque en el fondo su papel no fuera otro que el del convidado de piedra.
La sumisión a cambio de un sueldo es tan vieja como la vida misma. Priorizar la cuenta corriente es humano, del mismo modo que lo es señalar cuando se hace en detrimento de la dignidad. El listón de los principios cada uno lo sitúa hasta donde puede sostenerlo su catadura moral.
PD: el club se queja de que algunos periodistas vivimos en la crítica constante. Una aseveración del mismo calado que la del esquimal que vive en Groenlandia y se queja de que ningún día el parte meteorológico le anuncia para la jornada siguiente sol y calor. Por complicada que sea la realidad, el hombre del tiempo no puede disfrazarla.