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VALÈNCIA. Las obras del Nou Mestalla cumplen este domingo quince años de inactividad desde que el 25 de febrero de 2009 el entonces presidente del Valencia Vicente Soriano confirmara la paralización del nuevo estadio, que, en principio, tenía que estar listo para 2010 pero del que ahora mismo se desconocen los plazos de finalización.
El Valencia anunció el 10 de noviembre de 2006 que iba a acometer la construcción de un nuevo campo de 75.000 espectadores. Lo hizo tras firmar varios acuerdos con el Ayuntamiento que le vendió, por otros solares y una cantidad de dinero, una parcela de 90.000 metros cuadrados junto a la avenida de las Cortes Valencianas, en la salida noroeste de la ciudad en la que el consistorio iba a construir su propio recinto.
Los diferentes convenios previos entre ambas partes incluyeron, entre otras cosas, el uso gratuito de la instalación por parte del consistorio, la posibilidad de celebrar eventos de atletismo y la construcción por parte de club de un polideportivo en Nou Benicalap, que aún no ha hecho y que sigue también sin plazos.
El cambio de estadio llegaba en un momento en el que el Valencia tenía lista de espera de abonados, disputaba habitualmente competiciones europeas y había ganado recientemente títulos. Aún así la operación tenía también un componente económico porque el club pretendía solventar su deuda con la venta de los terrenos del actual Mestalla y el aumento de sus ingresos corrientes.
Las obras empezaron el 1 de agosto de 2007 con el objetivo de que la 2009-2010 fuera la última en la que el Valencia jugara en su actual estadio, que finalmente llegó a celebrar en 2023 su centenario, que sigue en pie y cuya continuidad se reclama ya por parte de algunos colectivos pese a que una sentencia obliga a derribar parte de una grada construida en su última ampliación.
Sin embargo, la situación financiera del club hizo que el Valencia fuera incapaz de continuar con las obras desde febrero de 2009, último mes en el que las grúas entraron en el Nou Mestalla.
En varios momentos ha estado sobre la mesa retomar las obras con la ayuda de nuevo de las administraciones públicas y con reformulaciones del proyecto inicial a la baja en cuanto a coste. La obra se declaró 'Actuación Territorial Estratégica' (ATE) para, entre otras cosas, aumentar el beneficio del club por el suelo terciario de ambos solares. El contrato de la venta de la mayoría accionarial del club a Peter Lim no incluyó la obligación de acabar el reciento, solo el compromiso de intentarlo.
Desde 2021, tanto el Ayuntamiento como la Generalitat han 'empujado' para que el Valencia retome las obras lo que ha incluido nuevas negociaciones pero también propuestas de multas por sus retrasos, la cancelación de la ATE por sus incumplimientos y la negociación de un nuevo convenio.
Desde 2022 el club cuenta con 80 millones para invertir en infraestructuras en virtud del acuerdo entre la Liga y el fondo cvc a cuenta de un porcentaje de los derechos televisivos, una situación que pareció aumentar el interés del club en retomar las obras.
La posibilidad de que la ciudad sea sede del Mundial 2030 ha sido el último gancho. La alcaldesa María José Catalá (PP) ha señalado que si se cumplen los requisitos la licencia llegará en el primer trimestre y esperaba aprobar las fichas urbanísticas y dejar para más adelante la negociación del nuevo convenio, un plan que tanto sus socios como Compromís y PSOE no han apoyado, tanto por entender que favorece a Lim como por pensar que puede perjudicar los derechos de la ciudad.
El club ha presentado hace pocas semanas un nuevo proyecto al Ayuntamiento que contempla un aforo inicial de 66.005 mil espectadores que podría llegar hasta 70.016 que se gasta más dinero en una cubierta que ya no cubre todo el recinto, que elimina fachada y compromete menos plazas de aparcamiento. De nuevo, la propuesta reduce los costes.
Hace dos meses, la presidenta Layhoon Chan afirmó que el Valencia ya había invertido cerca de 170 millones y que costaría otros tantos acabar el proyecto. La entidad tiene los 80 millones de cvc disponibles y un pacto para un préstamo que no cubriría todo el resto y no ha dado detalles de cómo financiaría la parte que queda.
Esta semana el consistorio con los votos del gobierno municipal del PP y de Vox y los de Compromís ha aprobado encargar una auditoría que establezca el coste real de acabar el estadio con ese proyecto para establecer qué garantías pedir al Valencia para asegurarse que las obras no se vuelven a parar.
Tras ese movimiento, el Valencia decidió no firmar la candidatura de la ciudad para ser sede del Mundial 2030 debido a las posibles sanciones que podría tener en caso de no contar con el estadio finalizado. Según la entidad la decisión llegaba por la incertidumbre sobre la obtención de licencias y los beneficios urbanísticos y según la Generalitat por el acuerdo del Ayuntamiento.
Todo ello ocurre mientras el club y las administraciones esperan el fallo del día 6 e marzo del Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat (TSJCV) al respecto de la caducidad de la ATE, que puede introducir el enésimo giro de guión en un estadio que parece interminable.