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opinión

Tiempo de exprimidor

9/03/2019 - 

VALÈNCIA. Nos vamos aproximando a ese tramo de la temporada en el que -ya lo decía Luis Aragonés- se decide todo. Ese último tercio en el que se dirime si uno consigue un aprobado raspado, sí se eleva a la excelencia del sobresaliente o si, por el contrario, se tiene que conformar con un suspenso oprobioso que te obliga al examen de conciencia y a una rectificación profunda. 

En el caso del Valencia, la presencia en la Gran Final de Sevilla se ha convertido en una invitación de lujo para poder optar al sobresaliente en una temporada no exenta de sobresaltos y sinsabores. Pero dicha opción, que es un precioso regalo para el aficionado sufridor, queda temporalmente aparcada hasta el 25 de Mayo y hay mucho trabajo que hacer hasta que llegue el gran día. Seguramente llegará el momento, si -ojalá así sea- se siguen superando escalones en la Europa League, en el que el cuerpo técnico no tendrá más remedio que establecer ciertas prioridades cuando el calendario liguero se ponga cuesta arriba y la competición europea eleve el nivel de exigencia, pero creo que dicho momento todavía está por llegar, por lo menos hasta que se produzca el paréntesis liguero de finales del mes de Marzo. 

Hasta que llegue ese parón entiendo que hay que ir con todo y a por todo sin excesivos miramientos en la administración de esfuerzos. El partido de mañana en Montilivi -mirando de reojo lo que pueda hacer el Getafe en Huesca- y la vuelta de octavos en Krasnodar -que se afronta con un buen resultado pero que no permite descansos ni confianzas-, se antojan como enfrentamientos vitales: el primero para seguir escalando posiciones en Liga para instalarte entre aquellos con opciones reales a disputar la Champions el año que viene. Y, el segundo... por razones más que obvias. Pero, justo antes del parón, igual que sucederá después con el Sevilla, se disputa en Mestalla un duelo que sobre el papel debería ser relativamente sencillo pero que entraña una crucial importancia a efectos clasificatorios. Más allá de la excitación que hoy envuelve al valencianismo cuando es el Getafe el equipo de enfrente, la clasificación nos obliga y se trata de un partido de seis puntos con lo que eleva su importancia hasta niveles que hubieran sido insospechables cuando arrancó la temporada.

Cierto es que, a estas alturas de campaña, van pesando las piernas y que los staffs técnicos, actualmente, andan muy pendientes -a menudo demasiado- de la dosificación de minutos a disputar por cada uno de los jugadores pero de poco sirve el ‘excel’ si, en momentos verdaderamente decisivos, no te permite alinear a aquellos futbolistas que, por su calidad y estado de forma, te acerquen con mayor garantía a cosechar las necesarias victorias que te hagan alcanzar los más ambiciosos objetivos.

Con todo el respeto a los técnicos que, evidentemente, son quienes mejor conocen lo que tienen entre manos, entiendo que hay que exprimir la plantilla hasta el límite en un momento que, no como la temporada pasada en la que teníamos un extraordinario colchón viscoelástico, la temporada nos exige un esfuerzo extra al que no podemos dar la espalda. Aunque ha habido momentos difíciles... todavía se está a tiempo del sobresaliente.

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