Hoy es 4 de octubre
VALÈNCIA. El domingo 25 de mayo el Valencia enclenque de Rubén Baraja noqueó en Mestalla, contra todo pronóstico, al estirado Real Madrid que venía lleno de polvo tras el revolcón del Manchester City en las semifinales de la Liga de Campeones. La derrota escoció tanto en Carlo Ancelotti que equivocó su discurso en la sala de prensa de Mestalla y, consciente o inconscientemente, redirigió el post partido hacía lo sucedido con Vinicius. El técnico italiano confundió la palabra tonto con la palabra mono y tildó de racista a toda la afición de Mestalla.
A Vinicius lo llamaron mono un grupo de ultras que estaba en la avenida de Suecia cuando el autobús del Real Madrid aparcó delante de la puerta que da acceso al vestuario visitante del estadio; luego dentro del campo fueron unos pocos los que repitieron el insulto y, concretamente, el club identificó a tres aficionados a los que señaló el jugador en el fondo sur del graderío. El Valencia actúo con diligencia y los represalió categóricamente. La justicia, con una celeridad sorprendente conforme a su actuación en asuntos similares aunque con distintos actores, también los convocó de inmediato a declarar.
Carlo Ancelotti admitió su error unos días después y pidió disculpas. Vinicius, en cambio, sigue manipulando lo sucedido en su favor, alimentando el odio hacia el club de Mestalla que, después del mazazo de la rabiosa rueda de prensa de Ancelotti, perdió el relato ante la opinión pública porque reaccionó mal y de manera muy tibia.
Al brasileño acaban de premiarlo con el premio Socrates 2023 en la reciente Gala del Balón de Oro por su lucha contra el racismo y por la creación de Instituto Vini Jr, a través del que ayuda a personas e instituciones desfavorecidas de São Gonçalo, en Río de Janeiro. Cuando se le preguntó por su postura ante el racismo durante ese acto, la pantalla del Teatro Chatelet de París mostró su imagen en Mestalla señalando a los aficionados que lo insultaron. "Es muy triste hablar de racismo. Es aburrido que haya que hablar sobre esto, pero estoy preparado para cuando sea necesario. Quiero pedir fuerza para seguir en la lucha contra esto y que cada vez se sufra menos en el fútbol y en la sociedad", declaró el brasileño, con la escena en el estadio del Valencia fija a su espalda, en una escena humillante para el club del Turia. Los de Mestalla respondieron con un tuit.
Entre un momento y otro, la reputación del Valencia ha caído en picado, sin que desde Singapur o desde la ciudad ni su máximo accionista ni los ejecutivos del 'local management' hayan movido un dedo para remediarlo. Peter Lim está en otras cosas.
Incentivados por el empecinamiento de Vinicius en señalar como racistas a los seguidores del Valencia y viciados por el relato de los medios de comunicación afines al presidente blanco, Florentino Pérez, los seguidores del Real Madrid esperan la visita del grupo de Rubén Baraja para calentar la olla del Bernabéu y hacer sopa de murciélago.
Los guiñoles mediáticos al servicio de Florentino Pérez, con más o menos caspa, ya se han subido al púlpito esta semana para atizarle a la hinchada del Valencia recordando lo sucedido con Vinicius y martilleando, de nuevo, con la falacia de que todo Mestalla llamó mono al brasileño. Generalizan y siguen pervirtiendo el relato porque el jugador, que no se ha disculpado, continúa también erre que erre.
Claro que el Valencia, tan cargado de buenas intenciones como de falta de pericia, ha reaccionado con torpeza para protegerse, como diría Guardiola, de la Central Lechera o, lo que es lo mismo, del nacionalmadridismo más casposo. El club ha enviado una carta a sus socios para advertir a los que viajen al Santiago Bernabéu que se porten bien y que no caigan en provocaciones. Además, el departamento de comunicación publicó en redes sociales este jueves un vídeo de Diakhaby en Paterna impartiendo una charla a jóvenes jugadores sobre la lacra del racismo en el fútbol y la sociedad. Ambas medidas podrían tener una efecto bumerán analizadas desde el exterior.
En ese contexto tan agrío tendrá que desenvolverse el Valencia el sábado. Competirle a una plantilla tan poderosa y hacerlo dentro de una olla a presión. Esa es la misión. Es el efecto Vinicius. La muchachada del Pipo no ha jugado todavía un partido tan caliente como el que le espera en la avenida de Concha Espina. Será una prueba de madurez para un grupo que perdió los dientes de leche jugándose la permanencia en el dramático final de curso 2022-23.
A la 'Quinta del Pipo' ya le asoman los colmillos tras un digno primer tercio de campeonato en el que ha superado las expectativas del verano. En el Bernabéu tendrá que afilarlos y llevar tapones para los oídos.