VALÈNCIA. Hace unas semanas escribí aquello de que algo se me estaba escapando y conforme pasan las semanas comienzo a entender que se me escapan muchos "algos". Soy consciente que lo que voy a escribir aquí es lo que ahora los jóvenes llaman "unpopular opinion", pero como me pagan por darla, allá vamos.
Reconozco que no salgo de mi asombro al comprobar la gran cantidad de agradecimientos que ha levantado en la hora de su adiós (un sábado, de tapadillo y por la puerta de atrás) la figura de Cavani. Meriton ha hecho al Valencia CF tan pequeño (en palabras de un director deportivo que ha ejercido en la primera división de nuestro fútbol, lo ha "deshinchado") que la gente le agradecía a un tipo de escaso, casi nulo, rendimiento "que nos hubiera escogido".
Fui de los que receló desde el primer día de este fichaje. Como es natural los perritos teledirigidos en redes se aprestaron a decirme de todo porque no participé del regocijo de "¿Quién decía que aquí no quería venir nadie? ¡Meriton ha cambiado, esta vez sí hay proyecto!". Incluso tuve que llegar a escucharme que mis dudas por la llegada del charrúa se debían a que era una operación hecha por Meriton (como si a Mamardashvili, por poner un ejemplo, de quien creo que va camino de ser uno de los mejores porteros de Europa lo hubiera traído a Mestalla Augusto Milego).
Los números de Cavani hablan por si mismos: 5 goles en liga (dos de ellos de penalti), 2 en Copa ante un segunda (el Sporting), y todo el 2023 sin ver puerta; por cierto, ninguno de los 5 goles en liga sirvió para ganar un partido. Todo ello sin contar con que el charrúa se borró claramente en los dos partidos previos a la disputa del Mundial (ahí lo caló más de un componente de ese vestuario). Tras la cita catarí, Cavani ya no se acercó -ni de lejos- a lo que apuntó en alguno de los primeros partidos disputados. Incluso su expresión corporal en algunos encuentros transmitía desidia a la legua. Teniendo la mejor ficha de la plantilla -5 millones de euros brutos- nunca tuvo el rendimiento diferencial que se le presupone a tu futbolista mejor pagado. Los goles que él no hizo se los acabaron sacando de la manga Diego López, Justin Kluivert, y en menor medida Lino y Alberto Marí.
Por eso el holandés le acabó pasando por encima en el once y también lo hizo Marí en algunas sustituciones. Sin ir más lejos, el charrúa no actuó ni un solo segundo en el decisivo partido final de liga ante el Betis en el Villamarín. A todo ello cabe añadir los malos gestos y las muecas que Cavani le puso a Baraja en alguna de las ocasiones en las que su inoperancia sobre el campo le condujo inexorablemente al banquillo (como por ejemplo ante el Sevilla en Mestalla en el mes de abril).
Creo que más de uno se ha dejado obnubilar por el nombre del uruguayo más que por su rendimiento. Cavani era atento con la gente y se paraba para los selfies y para firmar, y eso se le agradece. Pero como me decía siempre mi querido Juanjo Rodri "açò no és un concurs de bons xics".
Otro tema es pararse a debatir por y para qué vino Cavani. Su historial de lesiones en las dos últimas temporadas dejaban bien claro que el jugador ya venía en la cuesta abajo de su carrera. Si bien podría haber sido un buen complemento para la delantera del equipo (rol para el que le contactaron Villarreal o Real Sociedad), sus prestaciones dejaban bien a las claras el inmenso riesgo de convertirlo en tu bandera para el ataque. El fichaje de Cavani tuvo más de propaganda que de resultado del trabajo exhaustivo de una secretaría técnica que hubiera encontrado la pieza que mejor encajara en las posibilidades técnicas y económicas del club; había más ganas de exhibirlo que de amortizarlo. Y claro de aquellos polvos, estos lodos. Al menos el charrúa le dejó bien claro al club su objetivo del mundial. No se le puede negar su sinceridad. El problema estuvo en quien compró -a precio de oro- dichas premisas.
Así que adiós, y a otra cosa (sin rencor pero sin idolatría de ningún tipo). No seré yo quien le dé las gracias a Cavani, al héroe que nunca vino a salvarnos a cambio de 5 millones de euros brutos, que se ha acabado yendo por el 40% de ese sueldo más la comisión para sus agentes, y que -a esta hora- ni siquiera ha tenido el detalle con la gente que le ha mostrado cariño y respeto por redes de dedicarles un escueto comunicado en ese mismo soporte. Ni un corto texto en instagram, ni un breve vídeo de "lo siento, gente. No se dio, suerte para el futuro, bla, bla, bla". Ni eso. Así que "gracias" ¿De qué? ¿Porqué?
PD: Por cierto es un planteamiento erróneo el de "gracias por escogernos". Las gracias las debe dar él por haber vestido la camiseta del Valencia. Si ese no es el planteamiento, difícil será hacerse de valer en ningún ámbito.