Hoy es 12 de octubre
VALÈNCIA. Las alarmas continúan encendiéndose en el Valencia CF día tras día. Los últimos hechos sacan a la luz evidencias que el club venía viviendo desde hace semanas atrás pero que permanecían ocultas entre las paredes de sus oficinas. Peter Lim se ha desentendido total y absolutamente de la entidad de Mestalla y la ha abandonado a su suerte.
Ni siquiera Anil Murthy habla ya con el propietario pese a haber sido el interlocutor con el máximo accionista desde su llegada. De hecho, durante la época en la que Mateu Alemany fue el CEO de la entidad valencianista, reconoció que para el día a día (más allá de alguna reunión puntual cara a cara) la comunicación con Lim se producía siempre a través de Murthy.
La comunicación ahora entre ambos es inexistente y los pocos contactos vía SMS que se han producido este verano se pueden contar con los dedos de una mano. Las escasas consultas respondidas por el magnate singapurés se han limitado a monosílabos para negar cualquier posibilidad de reforzar al equipo. Por esa razón Murthy se ha excusado ante Javi Gracia en su falta de jurisdicción a la hora de tomar decisiones para reforzar al equipo. Este es el motivo por el que el técnico pidió entrevistarse con Lim dado que llegó a la conclusión de que para tratar temas de composición de plantilla el actual presidente no es ya un interlocutor válido. Ha perdido toda ascendencia con un propietario que ha decidido colocar un cortafuegos.
El cortafuegos lo escenifica la llegada de Joey Lim, persona de confianza del máximo accionista (aunque no familia, como llegó a decirse en algún momento). En las oficinas del club ya hace tiempo que se tiene claro que ahora mismo Joey Lim tiene más capacidad de decisión que Murthy. Pese al carácter peculiar del actual presidente, en la entidad existe la impresión de que el carácter del nuevo enviado de Meriton es aún más áspero y duro que el del hombre que ocupa desde hace tres años el sillón presidencial. No sería de extrañar que el papel de Murthy sea ahora el de quemarse "a lo bonzo" sosteniendo públicamente la bandera de un ejército que se bate en retirada sin ninguna capacidad de maniobra.
Sin contacto para el día a día, y con los canales de comunicación interrumpidos desde Singapur, la entidad está totalmente bloqueada para funcionar. Y mientras eso ocurre, el club se desangra. Ante este panorama, Lim sigue impasible su escalada en la desinversión. Singapur no sabe, no contesta.