VALÈNCIA. Tercero de los capítulos de las finales de Copa en color del conjunto de Mestalla. Quizá el más emotivo junto con la del Centenario y posiblemente el más nostálgico y valioso por cuanto supuso el comienzo de la época más laureada de la historia del conjunto de Mestalla. La Copa del 99 podría comenzar con aquella estrofa de la canción que le escribió al club el cantautor valenciano Emilio Solo "Amunt València a la victòria" y que decía aquello de "ens espera la glória..."
Comienza el año de la Copa tras una convulsa temporada 97/98 con dimisión de Paco Roig (le sustituye Pedro Cortés) y llegada al banquillo de Claudio Ranieri sustituyendo a Jorge Valdano. De la mano del italiano, el equipo ya cambia su cara en la segunda vuelta con victorias en el Bernabéu, Camp Nou o San Mamés. El técnico llega en el momento justo a la plantilla adecuada. Con una mezcla perfecta de veteranía y juventud (Angulo, Carboni, Farinós, Mendieta, Anglomá, Milla, Juanfran...) y con dos futbolistas en ataque con una rapidez y una calidad descomunal: Adrián Ilie y el Piojo López. Para rematar la guinda ese verano se retira Andoni Zubizarreta y la apuesta del club por Santiago Cañizares sale redonda.
En la pretemporada el equipo gana la Copa Intertoto (torneo que se disputaba en verano y daba una plaza en la Copa de la UEFA) y comienza la temporada dando muestras de que algo grande está gestándose en Mestalla.
Comenzó esta vez cerquita con una doble eliminatoria ante el Levante UD que entonces militaba en el grupo tercero de la segunda división B. La eliminatoria no tuvo mucha más historia que los dos goles del entonces mestallista Rubén Navarro para el primer equipo en el 0-3 final, y la presencia en el once de un Paco Camarasa en el tramo final de su carrera en el único partido de copa completo que jugó para poder tener el título en su palmarés y levantar junto al Piojo y a Mendieta la Copa en La Cartuja. Como decíamos la ida acabó 0-3 con dos goles de Rubén Navarro y un tercero de Gaizka Mendieta. La primera alineación de la Copa del 99 la compusieron: Cañizares; Anglomá, Djukic, Bjorklud, Carboni; Mendieta, Popescu, Farinós, Angulo; Rubén Navarro (Jandro, m. 75) y Claudio López (Curro Torres, m. 83). La vuelta acabó 1-0 con gol de Anglomá. Y a partir de ahí, de gesta en gesta hasta el triunfo final.
Si algo caracterizó a aquel Valencia CF era el terror que causaba en Can Barça y en el equipo de Louis Van Gaal con el Piojo López como martillo pilón del universo culé. En Liga, el equipo ganó 2-4 y comenzaban los cuartos de final de la Copa en en feudo azulgrana. El partido respondió a los parámetros esperados. El Piojo destrozó a un Barça que tuvo que emplear a Kluivert (1-0 en el 48) y a Rivaldo (2-2 en el 60) para neutralizar los dos goles del delantero argentino (1-1 en el 52 y 1-2 en el 57). Y para rematar la faena, Gaizka Mendieta dejó una de esas obras de arte que de cuando en cuando sacaba de la chistera al volear de manera directa a la escuadra un balón desde la frontal del área servido en un saque de esquina por Adrian Ilie. 2-3 y a resolver en Mestalla.
La vuelta fue más de lo mismo pese al ímpetu azulgrana. En nueve minutos el Valencia zarandea a su rival para poner un 3-0 con dos goles del Piojo (siempre el argentino) en los minutos 33 y 34, y un tercero de Angulo en el 42. Rivaldo en el 57 y Óscar en el 62 se negaban a dar por muerta la eliminatoria. Pero un penalti sobre Gabi Popescu transformado por Gaizka Mendieta en el 69 ponía el 4-2 que aún no fue definitivo en el marcador final porque Frank de Boer anotó en el 80. 4-3, y que pase el siguiente... el Real Madrid.
Llegaba en semis un Madrid tocado en el tramo final de la segunda época Toschak. Pero nadie esperaba poder asistir a una de las noches más alucinantes que ha vivido Mestalla en su historia. Valencia 6-Real Madrid 0.
El Valencia fue un caballo desbocado que golpeaba sin piedad una y otra vez a un rival grogui e impotente que no sabía por donde le llegaban los goles y los golpes. Los de Ranieri fueron una "máquina de guerra" (como le gustaba decir al técnico italiano) que dominaron todas las facetas y los tiempos del encuentro. Para la historia quedará el once con Cañizares: Anglomá, Roche, Bjorklund, Carboni; Milla, Mendieta, Angulo, Farinós; Claudio López y Goran Vlaovic. Los goles fueron cayendo de esta manera: 1-0 el Piojo López en el 19, 2-0 Alain Roche en el 31, 3-0 Vlaovic en el 34, 4-0 Roche de nuevo en el 42, Angulo el 3-0 en el 54 y Mendieta el 6-0 en el 72. El repaso fue tan descomunal que el público de Mestalla tirando de locura colectiva y de sorna le cantó al Madrid "Sois San Marino, vosotros sois San Marino" al ritmo del Guantanamera y haciendo referencia a un España 9-San Marino 0 que la selección de Clemente le había endosado a su rival tan sólo 4 días antes precisamente en el estadio de Mestalla. La vuelta no tuvo trascendencia, más que la de anotar otro gol del Piojo, esta vez en el Bernabeu. 2-1 y a La Cartuja.
Cualquier cosa que se diga en positivo de aquella final se queda corta. Superioridad en las gradas, ambiente festivo desde un primer momento y favoritismo confirmado sobre el terreno de juego de un equipo que lo hizo todo a la perfección coronando el título con un 3-0 con tres golazos cada uno en su estilo.
Rebobinando un poco, el equipo venía en una dinámica muy positiva tras clasificarse por primera vez en su historia para la Liga de Campeones al imponerse en la última jornada de liga por 3-0 ante ekl Mallorca. Ese día (y ante el que sería su sucesor en el banquillo, Héctor Cúper) Ranieri ya ensayó lo que pretendía hacer en la final de La Cartuja. Y también le salió a la perfección. Hasta incluso el trabajo mental con el grupo en la semana de la final nacía del encuentro ante los baleares."¡Tenéis que jugar como hicistéis el domingo!", "¡Si queréis la Copa, tenéis que copiar ese partido!" gritaban constante el técnico italiano y sus ayudantes al grupo.
El Valencia se plantó en La Cartuja un 26 de junio de 1999 para enfrentarse a un Atlético de Madrid en el que Gil le había arrebatado a Claudio Ranieri a los valencianistas ya que era público el compromiso del técnico romano para la temporada siguiente con los colchoneros. Ni siquiera eso empañó la fiesta.
Con arbitraje del cántabro Manuel Díaz Vega, los once elegidos inicialmente para la gloria fueron: Cañizares; Djukic, Roche y Carboni (Juanfran, m. 89) como centrales con Anglomá a la derecha y Farinós a la izquierda. Milla y Mendieta en el eje, y arriba un tridente demoledor: Ilie, Vlaovic (Angulo, m. 64) y el Piojo López (Bjorklund, m. 87).
Por el Atlético de Madrid, Radomir Antic alineó a Molina bajo los palos; Geli (Roberto, m. 65), Aguilera, Chamot, Santi Denia y Serena en defensa. Juninho, Bejbl (Mena, m. 82), Valerón al centro y arriba Lardín (Solari, m. 46) y José Mari.
No hubo partido. O como poco se acabó en el minuto 23 en un centro pasado al que no llega Vlaovic, el balón llega a Mendieta en el sector izquierdo del ataque. Desde el lateral del área pone un centro templado a media baja altura para que aparezca el Piojo López que reventó la pelota de volea para poner el primer gol en el marcador y comenzar la fiesta.
El segundo gol fue una delicia, una obra de arte, el sueño de cualquier futbolista en una final y de cualquier aficionado de gozarlo. El gol de Mendieta en la final de La Cartuja de 1999 es un monumento al fútbol, a la fuerza, a la fantasía, a constancia y a la plasticidad. Una sinfonía de movimientos perfectos, enlazados y coordinados con la precisión de la más alta orfebrería.
Sucedió en el minuto 33 cuando nuevamente desde el sector izquierdo del ataque valencianista, es ahora Ilie quien pone un balón a la frontal del área. Y ahí se paró el tiempo y las miradas se posaron en Gaizka Mendieta quien fue capaz de ejecutar una maniobra a la altura de los elegidos. De espaldas a la portería controló con el pecho. Luego dio un primer toque (aún de espaldas al marco) con el muslo de su pierna derecha. Era el movimiento previo a hacer un sombrero con esa misma extremidad que dejó congelados a Bejbl, Aguilera y Chamot. Tras la maniobra sideral la deja caer y por abajo de volea sin dejarla botar con su pierna izquierda bate por debajo a Molina. Una mezcla de paroxismo, fascinación, delirio, embeleso, arrebato, elevación, encantamiento, asombro, pasmo y misticismo corrió por el alma de todos los valencianistas (presentes o no en La Cartuja), que veían como su equipo les transportaba a la gloria para volver a la senda de los títulos tras casi 20 años de sequía con un descenso a segunda división de por medio sufrido y ampliamente superado.
Y con la fiesta anticipada en la grada (los colchoneros apenas inquietaron), llegó la guinda del tercero. El contragolpe perfecto para la filosofía de juego de Ranieri que nunca ocultaba sus preferencias: "Yo no quiero la pelota. Si puedo llegar a la meta contraria en 2 toques, mejor que llegar en 3". Esa idea con un cohete como Claudio López se ajustaba como anillo al dedo. Así que en el minuto 80, Cañizares atrapa un centro del ataque colchonero y en lugar de perder tiempo saca en largo hacia el perfil derecho del ataque valencianista. Allí está el Piojo con desventaja inicial para el balonazo aunque con muchos metros por delante ante un Atleti volcado en campo valencianista. Y cuando parecía que la ventaja sería para los rojiblancos, el de Río Tercero pone el turbo. Ve como Molina sale hasta casi el medio campo para neutralizar el envío de Cañizares, pero el argentino se deshace de la salida del portero con un sutil toque con el exterior de su pie izquierdo y comienza una cabalgada de 25 metros con Molina persiguiéndole y dos defensas pendientes de Ilie que venía por el centro acompañando la jugada. Pan comido para el Piojo que al palo corto cerró el partido ante el gozo y la algarabía valencianista que adoptó para siempre en sus buenos momentos desde aquella tarde la canción del grupo Triana Pura "El probe Migué".
Luego llegó el momento de la Copa, con otra imagen innovadora. Los tres capitanes al unísono Mendieta, Claudio López y Camarasa subieron al palco de honor para levantar conjuntamente el trofeo.
Fue un torneo insuperable, una Copa redonda, una fiesta inolvidable, y fue el comienzo de una era que hizo felices a muchos valencianistas. Había nacido el mejor Valencia CF de la historia.