OPINIÓN

Carta al entrenador del Valencia CF

Aconsejo al actual entrenador que eluda acudir a tantas veces a rueda de prensa y dedique ese tiempo a hablar con su plantilla, a estudiar algo más al rival, a trabajar en Paterna la estrategia, a pensar en alternativas de juego, a equilibrar el equipo para que ser firmes en defensa no implique ser inofensivos o inexistentes en ataque. Le recomiendo que sea más humilde

4/12/2018 - 

VALÈNCIA. Señor entrenador del Valencia CF, lo del sábado en el Bernabéu no está a la altura de nada: no nos tomes por tontos. El peor Madrid de los que recuerdo, sin hacer nada, te gana 2-0 y tú sigues edulcorando la realidad, porque el mensaje es otro por tu parte: “jugábamos contra el Madrid, en su casa…” esos son argumentos de alguien que acumula fracasos. Y usted. Sr. Marcelino García Toral, lleva unos cuantos este año: como fichador, ha demostrado no ser muy bueno (Vietto nos dio la primera prueba y no lo supimos ver con tanta claridad), de momento tampoco ha sido capaz de darle la vuelta táctica a ningún partido ni sus cambios suman modificación alguna. Sí recuerdo, en cambio, situaciones contrarias en este sentido.

Aconsejo al actual entrenador que eluda acudir a tantas veces a rueda de prensa y dedique ese tiempo a hablar con su plantilla, a estudiar algo más al rival, a trabajar en Paterna la estrategia, a pensar en alternativas de juego, a equilibrar el equipo para que ser firmes en defensa no implique ser inofensivos o inexistentes en ataque. Le recomiendo que sea más humilde, que nada hay de malo en aceptar las muchas erratas que deja en su discurso permanente ante los medios. Erratas en un sentido figurado, claro está. Hoy tenemos delante esto tras 14 partidos de liga y 5 partidos de Champions y 1 de Copa del Rey: en liga, posicionado en tierra de nadie a menos de 6 puntos del descenso; en Champions, eliminado a falta de un partido, cuando tus rivales han sido el peor Manchester United que yo recuerdo haber visto jamás en mi vida y un voluntarioso Young Boys, que ha demostrado tener más ambición y dignidad que nuestro equipo; y qué decir del superpartidazo que se marcó el equipo con el colista de la Segunda División B, el Ebro. Esto es tu legado esta temporada: déjanos ya de recordar lo que hiciste el año pasado, pues ya nada nos vale. Te recuerdo que Nuno batió, en su primer año, el récord de puntos conseguidos por la entidad y al año siguiente, por una trayectoria similar a la tuya (desde luego, no peor) se fue a la calle, porque le dio por hacerse fichador (me recuerda mucho a lo que veo hoy), a buscar excusas debajo de las piedras y a recordar los maravillosos méritos conseguidos el año anterior: un excelente ¡cuarto puesto! Ese es también tu máximo éxito, ni más ni menos. Aquí y en toda tu trayectoria como técnico.

No he sido nunca sospechoso de confiar en el trabajo del cuerpo técnico actual, pero hoy estoy irritado, indignado, contrariado por ver lo que el equipo está haciendo partido a partido, y las ruedas de prensa de quien es su máximo responsable.

Efectivamente, el equipo en ataque es una lágrima, con futbolistas que no están al nivel de un equipo mínimamente competitivo: pero te recuerdo que fuiste tú el que insistió en traer a Gameiro, y el que dio luz verde a Batshuayi (un jugador muy bonito para Play Station, pero de trayectoria irregular, llena de altibajos), el que no quería a Zaza, porque el gallo de pelea debía estar fuera del corral… Y dale las gracias a Mina: jugador que lo está dando todo y eso es para quitarse el sombrero, pues cumple con su trabajo con honradez. Lo de Rodrigo mejor dejarlo aparte. Esa carencia de goles que dice el entrenador no es ni más ni menos que la consecuencia de muchas de sus decisiones.

Por otro lado, el equipo juega de manera indolente, muy al ritmo de su director de juego: Daniel Parejo. No es simple coincidencia que coincidan los años más irregulares del club con la presencia de este jugador (Capitán a la sazón) en el equipo: efectivamente, somos reflejo de su carácter, de su esencia como futbolista, ni más ni menos. Y lo peor es que nos hemos hecho tanto a su trote pachanguero que ahora parece indispensable. Y el entrenador ¿qué hace? Nada, mantenerlo haga lo que haga. Lo que sea: es su piedra angular. El año pasado tenía ilusión por jugar con Marcelino, y el equipo tenía un ritmo. Este año ya se le ha pasado la fiebre, y el equipo está igual que él: desconcentrado e indolente. Y no veo más culpable que al entrenador, incapaz de buscar soluciones tácticas a algo que ya te ven hasta en regional, donde también sabrían cómo frenar al equipo.

Y es que la complacencia del entrenador con la plantilla es lo que hace que vendamos como éxito aquello que es una exigencia: los contratos que el club paga son para quedar, como mínimo, cuarto. No es un éxito, es una simple respuesta adecuada por su trabajo. Me cansa, no lo niego: me cansa mucho ponerle tiritas a la plantilla y al cuerpo técnico. Nadie exige nada por encima de sus posibilidades reales. Nadie reclama títulos: ya nos basta con que unos y otros estén a la altura de este club. Nada han conseguido todavía: no sé qué más reconocimiento quieren, pero el fútbol no tiene memoria, pero tampoco olvida. Hoy por hoy, Marcelino no es ni mucho menos, para este equipo, mejor que Quique Sánchez Flores, Valverde, Unai Emery o Nuno, por citar casos de los últimos diez años, y lo que vi el sábado (o contra el Espanyol, o contra el Young Boys allí, o en buena parte de los horribles partidos que llevamos este año a golpe de empates) podía haberlo firmado los iluminados Koeman, Gary Neville o Pako Ayestarán entre muchos otros. Así de claro: este año está siendo un fracaso tras otro. Ya veremos cómo lo acabamos.

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