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El grito

25/02/2021 - 

VALÈNCIA. Como si se tratara de la obra de Edward Munch, Manu Vallejo personificó el pasado sábado el grito del valencianismo. Mientras la icónica pintura simboliza a un hombre moderno en un momento de profunda angustia y desesperación existencial, la celebración del gaditano acabó, aunque fuera por un pequeño instante, con esa misma sensación que recorre por la venas una gran parte de la afición che. La cercanía con los últimos puestos de la tabla y el peligro latente de sufrir un descenso que nadie quiere ni mentar han enmarañado una temporada que, por culpa del maldito COVID, ya está siendo complicada de por sí. Sin embargo, ese desacertado pase que sin querer se convirtió en gol liberó una mezcla de rabia, impotencia y alegría por conseguir en el último suspiro tres puntos que se antojaban vitales en el devenir blanquinegro. Los rostros desencajados de Gayà, de Kang In, la piña del equipo, los chillidos en grupo…eran, por fin, el vivo reflejo de la felicidad en una plantilla que quiere y a la que no acaban de salirle las cosas. 

 

Precisamente Vallejo ejemplifica a las mil maravillas el espíritu del Valencia en el que estamos y hacia el que nos encaminamos si no se produce un giro de 180 grados que, yo al menos, no espero en el corto plazo. El delantero es un futbolista que demuestra cada vez que pisa el verde que se encuentra plenamente agradecido al club por la oportunidad que le ha brindado. Un jugador orgulloso -pese a llevar año y medio en la ciudad- de defender una camiseta con tanta historia y que al mismo tiempo es consciente de sus limitaciones. Por ello sabe que él ni puede ni debe negociar un solo esfuerzo, que ningún balón está perdido hasta que no sale del terreno de juego. Él es el futbolista que anima cuando está en el banquillo y que contagia cuando se calza las botas. Y claro que para crecer un equipo no puede contar con 11 Vallejos, ¡por supuesto que no! Pero qué necesarios son los profesionales como Manu para aunar un grupo. 

 

Digo más: en la coyuntura económica en la que se encuentra la entidad, el acierto -o no- en los Vallejos de turno marcará el renacimiento deportivo del combinado che. Es el perfil por el que tocará apostar. Jugadores asequibles para los que jugar en Mestalla sea un premio diario. Con experiencia o sin ella. Tal vez la combinación de ambas sería perfecta. Un cóctel que, además, deberá ser dirigido por un entrenador que sepa extraer el 110% a sus pupilos. Exactamente lo que ha logrado José Bordalás con el Getafe, más allá del momento puntual por el que puedan estar atravesando los azulones en la presente temporada. 

 

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