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la folgatinha / OPINIÓN

El sheriff

24/03/2023 - 

VALÈNCIA. Como un viejo sheriff en un pueblo caduco, que lanquidece bajo su autoridad. Mascando tabaco y bostezando de puro sueño. Sentado en una mecedora en el porche de su casa, con la escopeta recostada en un lateral y escupiendo de vez en cuando sobre el suelo de listones de madera. Luego se despereza, cruza la calle, se limpia la chapa, entra en el saloon, se arrea un whisky y se sienta a jugar al póker con un as bajo la manga como un tahúr. Así me imagino a Javier Tebas.

Gobierna LaLiga como un 'marshal' del viejo Oeste que, en lugar de servir al pueblo como representante de la ley, aprovecha su cargo para controlarlo e imponer sus normas. Solo le quita el sueño su archienemigo Rubiales, que vez en cuando aparece al galope pegando tiros y amenazando su poder, apoyado en los terratenientes Florentino Pérez y Joan Laporta, dos rebeldes a los que lleva años enriqueciendo y que, ahora, paradójicamente, están en su contra. 

La decadencia del fútbol español se explica en esa serie de relaciones que ha mantenido el sheriff con FC Barcelona y Real Madrid desde que comenzó el reparto de los derechos de televisión, el revólver de Tebas con el que ha disparado a la competición y la ha llenado de agujeros. 

Desgastada por una distribución económica desigual y un duopolio Madrid-Barça, que ha envejecido mal. Sin una clase media pujante, pequeños orgullosos de ser pequeños que no protestan y son dóciles, y clubes históricos al límite, LaLiga se ha visto superada por la Premier y tiene en el cogote a la Bundesliga e incluso a la Serie A italiana. Ni siquiera una buena medida como la del control financiero ha surtido el efecto deseado.

En medio de este secarral, Tebas, desgastado, pero al que sustentan en el poder cuatro limosnas que echa a los clubes como si las echara a los perros, pasea su verborrea incoherente desde un congreso de nosequé a un desayuno con la prensa, rodeado por un ejercito de trompeteros mediáticos a los que maneja de manera inteligente.

Y habla de competición igualada, y se mete -pura envidia- con la Premier. Su blablabá alcanza a Peter Lim, uno de sus amiguetes. Y está lleno de lugares comunes: la covid, el recibimiento en la avenida de Suecia, las amenazas a Layhoon... ¡Pobre Lim!, no se cansa de repetir. Y refuerza en Mestalla un activo para LaLiga que Singapur ha convertido en tóxico.

Altera la realidad y dice, sin ruborizarse, que la liga está igualada... sí, pero, en la mediocridad. Todo medias verdades. Y sobrevive en medio del tiroteo con la Federación sin la intromisión del Consejo Superior de Deportes, al que sustenta con una estratégica ayuda económica desde LaLiga. Porque, eso sí, el viejo sheriff es ladino.

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