LA CANTINA | ANÁLISIS

No todos los buenos trascienden

8/01/2021 - 

Hay quien se va entre fanfarria y plañideras, y quien se marcha en silencio. El último año, como todos, nos dejó una lista de gente ilustre que falleció en esos doce meses. El dibujante Quino, el cantante Pau Donés, el compositor Ennio Morricone, el diseñador Pierre Cardin... Incluso negocios de nuestra ciudad que bajaron la persiana mientras los periodistas de Local contaban su historia, como el céntrico Barcas 7 o el bar Alhambra y su celebérrima tortilla de patatas. El deporte tampoco se escapa de la guadaña y este 2020 cayeron auténticas leyendas como Diego Armando Maradona y Kobe Bryant.

Pero se fueron muchos otros. Demasiados en el año de esta pandemia indómita. La mayoría fue gente anónima, pero también hubo otros destacados que, al no tener la celebridad de los famosos, merecieron honores y se fueron sin apenas elogios.

Como Juana García, que fue la presidenta de AFAV (Asociación de Familiares de Alzheimer de Valencia), una entidad a la que se entregó durante veinte años con una determinación admirable pero sin perder jamás la sonrisa. Una de esas personas que no necesita chillar ni intimidar para liderar.

O el cierre de Peris, una papelería e imprenta que se despidió sin los honores de otros negocios históricos. Quizá porque su tienda no tenía muebles ni objetos antiguos. Pero ahí estaba la memoria infranqueable de Miguel Peris, su dueño, que llevaba cerca de 90 años en la Gran Vía Marqués del Turia y que le encantaba recordar que por allí, por una de las principales avenidas de la ciudad, pasaba el tranvía que iba al Grao. Y que por las mañanas circulaban los carros con los hombres y las mujeres que traían la leche fresca a la gran ciudad desde Silla, Albal o Beniparrell.

Yo lo conocí en los años 70, cuando iba de la mano de mi madre en busca de lápices Staedtler, bolígrafos Bic -a veces, si había suerte, también caía uno de cuatro colores, lo más parecido a llegar en Ferrari a mi colegio- y gomas de borrar Milan 624, blanca con una cenefa roja, que causaba furor entre los niños porque olía a nata. Y yo, que siempre he sido un yonki del dulce, la mordía aun sabiendo que aquello iba a saber a cualquier cosa asquerosa menos a nata.

Siempre me gustaron los secundarios. Los personajes que han hecho grandes cosas en la vida, pero que no trascienden. O, al menos, no trascienden en todo el mundo. Como Juana García y Miguel Peris. O como 'Goldikova'.

'Goldikova' ha muerto esta semana. Era un caballo. Una yegua, en realidad. Nació el 15 de marzo de 2005 y falleció el día de Reyes, a dos meses de cumplir los 16 años. Un equino que pasó a la historia por sus éxitos y su longevidad como caballo de carreras.

La hija de 'Anabaa' y 'Born Gold' tuvo unos amos muy elegantes, Alain y Gerard Wertheimer, los dueños de Chanel. Y no, no perfumaban a su animal con la número 5 de sus fragancias, pero sí la trataron como a una reina en Chantilly (Francia), en un país donde no es tan normal como en Gran Bretaña adquirir la fama que alcanzó 'Goldikova'.

Su mayor mérito fue ganar catorce carreras del Grupo 1 -la máxima categoría- y proporcionarle a sus dueños millones de dólares en premios. Y su gran hito, convertirse en el primer caballo que ganó tres veces la Breeders Cup Mile, la Milla de la Copa de los Criadores, una prestigiosísima competición que se celebra cada año en Estados Unidos y que la ABC y la NBC retransmiten en directo para todo el país.

Olivier Peslier fue el jinete que montó a 'Goldikova' y decía de esta yegua que estaba "hecha de acero" y que, subido a su grupa, le permitió sentirse como el mismísimo Valentino Rossi.

Sus propietarios decidieron retirarla en 2011 y empezar a cruzarla con los mejores sementales. Tuvo siete potros, pero ninguno ha sido ni la sombra de 'Galdikova', la yegua que se ha muerto sin que casi nadie se entere en València o en España. Porque los mejores no siempre trascienden.

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