MADRID (EFE). La selección española de balonmano tratará de alcanzar este viernes (20:30/19:30 GMT) por tercera vez en su historia la final de un Mundial con un triunfo sobre Dinamarca, en un duelo de semifinales en el que los "Hispanos" tratarán de imponer su madurez competitiva a la brillantez del conjunto danés.
Una madurez que ha permitido al conjunto español, como ya ocurriera en el pasado Campeonato de Europa, transmitir la sensación de que domina en todo momento los partidos, sea cual sea el marcador.
Y es que los "Hispanos", ganadores de los dos últimos Europeos, parecen tener claro en cada minuto qué hacer y cómo hacerlo, lo que les permite afrontar con una pasmosa tranquilidad las dificultades que se le presentan a lo largo de los partidos.
Fruto de la inteligente gestión del seleccionador Jordi Ribera, que no sólo ha permitido a España llegar más fresca que sus rivales al tramo decisivo del torneo, gracias a su política de rotaciones, sino que además ha conseguido que cada jugador se sienta protagonista de los éxitos del equipo español.
Una circunstancia que ha posibilitado al conjunto español no sólo ya ir mejorando partido a partido su juego, sino ir ganando jugadores "para la causa" con el transcurrir del torneo.
Tal y como ha quedado claro con el central Dani Sarmiento, que tras un gris arranque de campeonato, ya fue fundamental en el triunfo cosechado sobre Noruega en los cuartos de final.
Pero el caso del jugador canario no es el único, como evidencia la evolución del pivote Rubén Marchán, un debutante en un gran torneo internacional, que hizo olvidar por momentos a Julen Aginagalde con su sobresaliente actuación ante los nórdicos.
Argumentos que han afianzado las posibilidades de la selección española ante el durísimo reto que le aguarda ante el conjunto danés, el vigente campeón del mundo, que llega a la cita tras contar por victorias todos sus partidos en el torneo.
Una inmaculada trayectoria que se ha visto algo ensombrecida por las dudas que generó el equipo nórdico en el encuentro de cuartos de final ante Egipto, el primer duelo realmente exigente que han tenido que afrontar los de Nikolaj Jacobsen en este Mundial.
Dinamarca, al margen de los errores en los instantes finales que le obligaron a certificar la clasificación en la tanda de penaltis, tras dos exigentes prórrogas, mostró numerosas dificultades para contener tanto en ataque como en defensa al conjunto egipcio.
Sin embargo, mal harían los "Hispanos" en confiarse ante una selección danesa, que no sólo cuenta en sus filas con dos de los mejores jugadores del mundo, el portero Niklas Landin y el lateral Mikkel Hansen, sino con una interminable colección de talentos.
Jugadores como el pivote Magnus Saugstrup Jensen, decisivo en la victoria sobre los egipcios, o el jovencísimo lateral Mathias Gidsel, una muestra más de la facilidad del país nórdico para generar jugadores capaces de hacerlo todo bien.
Calidad que obligará a los de Jordi Ribera a dar un nuevo paso adelante en su juego si quiere superar a un conjunto danés, que castiga como pocos cada mínima indecisión de sus rivales.
Especialmente en ataque, donde Dinamarca convierte cada error de sus oponentes en un fulgurante contraataque de la mano de los veloces extremos Lasse Svan, Magnus Landin o Emil Jakobsen, la nueva "perla" del balonmano danés.
Circunstancia que obligará a los "Hispanos" a cuidar al máximo cada posesión, sin perder la fluidez necesaria para hacer llegar el balón a los extremos y pivotes.
Pero si el conjunto español no podrá permitirse ninguna desatención en su juego ofensivo, mucho menos en defensa, donde tendrá que mostrar su mejor versión para tratar de frenar la veloz circulación de balón del equipo nórdico.
Una faceta en la que destaca un Mikkel Hansen, que además de golear, dota de sentido al ataque del conjunto danés. Tarea en la que el jugador del París Saint-Germain ha encontrado la colaboración de un Mads Mensah Larsen, que ha dotado a su juego de la pausa necesaria para convertirse en un magnífico pasador.
Dificultades que no amedrentan a un equipo español, pleno de confianza, que no quiere que nada, ni nadie le impida dar el penúltimo paso para grabar en su camiseta la tercera estrella de campeón mundial.