VALÈNCIA. Con la finalización del mercado de fichajes en verano, el Valencia CF vuelve a ser pasto de la liquidación que su propietario está ejerciendo sobre el club de Mestalla. Un Valencia CF cada vez más pequeño, más insignificante, con una casi nula inversión para un club de élite y en el que sí hay dinero para aligerar el capítulo de nóminas, demuestran estar cerca del empujón definitivo hacia el abismo. Con esta gestión, es sólo cuestión de tiempo.
De las pautas propuestas en junio por Baraja tras salvar al equipo en el campo del Betis: "hay que ser autocríticos en este sentido por tener una temporada tan mala. Nos tiene que servir de lección lo que hemos vivido para darnos cuenta de que tenemos que cambiar un montón de cosas para ser un club potente y con las ideas claras y con exigencia máxima desde el minuto uno. Sólo siendo autocríticos y tratando de buscar las causas para mejorar en el futuro podremos avanzar. Para mí lo más importante de hoy es que esto nos sirva para el futuro" a las marcadas por el propio club "Vamos a aprender de las duras lecciones de esta temporada. Tendremos que hacer reset y reconstruir nuestro Club para los tiempos exigentes que se avecinan tras una mala temporada. (...)
Os aseguramos que la dirección del Club está comprometida en trabajar muy duro para traer alegrías a todos nuestros aficionados y lograr la estabilidad que necesitamos." a la realidad ha ido una enormidad. No se han parecido en nada las promesas de junio a la realidad de septiembre.
La realidad de los hechos en números fríos es que el Valencia CF ha perdido de la plantilla de la temporada anterior a esta un total de 11 jugadores: Kluivert, Lino, Cavani, Marcos André. Nico, Yunus, Moriba, Cömert, Herrerín y Lato; y han llegado cuatro refuerzos: Pepelu, Sergi Canós, Selim Amallah y Roman Yaremchuk. El gasto en refuerzos ha sido inferior a 11 millones de euros, mientras que sólo en la rescisión de Cavani has invertido más de dos millones de euros y en el fichaje de Cenk (quien ya estaba en plantilla pese a su claro rol de central suplente en el tramo final de la campaña anterior con Baraja), has afrontado el pago de su cláusula para su compra definitiva que fue de 5 millones de euros, casi el 50% del total de la inversión en el mercado.
El verano comenzó con la puesta en escena del "local management" y la noticia de la subida de status de Corona de director técnico a director deportivo. En palabras del propio Corona al diario "As", ambos hechos iban a contribuir en que: "Se ha diseñado una serie de decisiones que nos permiten ser más flexibles, más ágiles y con la idea de la presidenta del local management, creemos que podemos ser mejores".
No tardó mucho en sacar pecho el hombre que el año pasado dijo 2 meses antes de la huida de Gattuso que trabajaban con él en "perfecta armonía". El 12 de julio en la presentacion de Pepelu, el toledano proclamó a los 4 vientos las excelencias del proyecto: "La foto actual del Valencia es que nuestro entrenador ha renovado para dos temporadas, en una demostración de proyecto. Hemos hecho dos fichajes con inversión (Pepelu y Cenk) antes del inicio de la temporada y casi dos meses por delante para gestionar y mejorar la plantilla, ajustándonos a los criterios del Fair Play”.
Pero en los dos meses restantes todo ha sido a ruina habitual producto del estrangulamiento del propietario y de la inoperancia de los asalariados que rigen el club en el día a día. Se sudó tinta china para pagarle al Brentford 250.000 euros por Sergi Canós y 150.000 al Valladolid por Selim Amallah. Operaciones apalabradas semanas atrás pero que la voluntad del máximo accionista frenó en repetidas ocasiones demostrando la escasa utilidad y autonomía del local management.
Los días fueron pasando y aunque la apuesta de Baraja era clara por reforzar el ataque, el inmovilismo comenzaba a hacer temer a algunos un verano idéntico a los anteriores. Tal fue así que el propio capitán del equipo, José Luís Gayà habló alto y claro el 3 de agosto tras la tradicional ofrenda a la Mare de Dèu: "Es obvio, y todos sabemos que la platilla tiene que mejorar bastante, y es verdad que los chavales de la cantera han demostrado que están preparados, pero somos conscientes de que nos hacen falta fichajes y lo sabemos todos".
No sólo el capitán comenzaba a barruntar nubarrones, Rubén Baraja apuntaba al número mínimo de incorporaciones mínimas para tener un equipo competitivo tras la disputa del trofeo Naranja: "Necesitamos cinco o seis jugadores que complementen la zona de ataque. Necesitamos gente por fuera, gol arriba. Es una obviedad que nos hubiera gustado tener otras posibilidades". En esa misma comparecencia, el entrenador elevó también una queja y una advertencia: " No podemos normalizar que a falta de 6 días nos falten tantas piezas, pero el mercado iba a ser largo y esperamos que esto cambie. Valoraremos la situación el 31 de agosto y diremos las cosas como son, diremos nuestra realidad. No voy a fallar a los aficionados y decir cosas que no son coherentes. Se hará la valoración cuando la plantilla este cerrada".
Mientras todo el mundo daba por hecha la llegada de Rafa Mir en negociación -según palabras de Víctor Orta- retransmitida por el Valencia CF, el director deportivo Míguel Ángel Corona ya no se mostraba tan ufano sobre el proyecto y bajó las bondades de sus logros: "hemos hecho dos fichajes pagando", llegó a esgrimir el director deportivo como bondad del trabajo hecho hasta el momento.
Baraja comenzaba ya a verle las orejas al lobo, y por eso en la rueda de prensa posterior a la derrota ante Osasuna los indicios de resignación del entrenador eran absolutos. De pedir 5 ó 6 jugadores al comienzo de agosto, tres semanas más tarde, su previsión de futuro más inmediato ya sonaba a conformidad y pesimismo a partes iguales: "Espero que se puedan cerrar algunas cosas".
Esa misma semana se cayó de manera definitiva la posibilidad de Rafa Mir dado que el Valencia no llegó económicamente a la oferta que le planteaba el Sevilla. A 3 días de cerrar el mercado hubo una reunión en Paterna para plantearle a Baraja la cruda realidad: los parámetros para traer otro delantero hacían la contratación casi un milagro dado que el dinero (unos 5 millones aproximadamente) que Lim autorizaba a invertir en el fichaje de Mir (jugador por cierto representado por Gestifute, la empresa de Jorge Mendes), no autorizaba a gastarlos en otro delantero.
El fichaje del delantero fue la carpeta más esperpéntica. Con el Valencia CF en pánico, el club lanzó un 'SOS' a los representantes en busca de un delantero cedido que encajase en los estrechos parámetros que había fijado Lim. En ese momento, sonaron nombres como Braithwaite, Lucas Boyé, Santos Borré, Paco Alcácer, Nicholson y acabó llegando el ucraniano Yaremchuk una vez el Valencia CF logró encauzar la cesión de Samu Castillejo al Sassuolo asumiendo una parte de la ficha.
A hora de que finalizase el mercado, Rubén Baraja confirmó la necesidad fichar un jugador de banda, que al final no llegó pese a que el club no se atrevió a decir que el mercado estaba cerrado al salir en el viaje hacia Vitoria, dejando al técnico, otra vez, con la petición en el aire.