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en su faceta de mánager general, al técnico no le responden sus apuestas para mejorar al equipo

Al Marcelino entrenador lo bloquea el Marcelino fichador

29/10/2018 - 

VALÈNCIA. Aunque Marcelino lo niega siempre pese a que al presidente Anil Murthy se le ha escapado varias veces, fundamentalmente, en entrevistas con medios extranjeros, su poder en el club en materia de fichajes, y en otras vertientes, es total. Él ha trazado la política de incorporaciones y ha marcado la planificación deportiva; él ha fichado al fichador Pablo Longoria. En la vuelta a la concepción inglesa del fútbol que tiene Peter Lim, el técnico es, además, el mánager general. Lo mismo sucedió en la segunda temporada de Nuno. Y como en aquella, los resultados, las sensaciones y los fichajes van de la mano. El paralelismo, de momento negativo, es evidente.

Tres balas tenía Marcelino para reactivar al equipo después de mejorarlo defensivamente ante Manchester United y Barcelona. Los partidos ante Leganés, Young Boys y un Athletic Club al borde del descenso, iban a marcar la reacción y a espantar los malos augurios. Nada de eso. El murciélago no despliega las alas cargado de empates, de juego espeso y del rendimiento decepcionante de quienes fueron sus pilares la pasada temporada. ¿Y los fichajes?: No aparecen.

Como fichador sucede que a Marcelino sus apuestas le están dando la espalda y ninguna incorporación está dando resultados. Al Marcelino entrenador lo bloquea su política de fichajes, esto es, el Marcelino fichador. Todos los nuevos tienen alguna tara en el primer cuarto de campeonato. Y el crédito para excusarse en incorporaciones tardías y sin ritmo, el calendario, las lesiones, la falta de adaptación de determinados jugadores o el verano incierto de Rodrigo, se agotan o ya se han agotado después de la disputa de diez jornadas de LaLiga y tres duelos de Liga de Campeones. La tabla de clasificación dice que el Valencia es el decimocuarto clasificado con 11 puntos, a ocho puntos del objetivo Champions. Marcelino, con el equipo tres puntos por encima del descenso, niega la palabra crisis.

La temporada es muy larga pero si el tren pasa una y otra vez y el equipo no sube, luego necesitará un tren bala para llegar al objetivo a tiempo. Y el Valencia de Marcelino sigue en la estación cargado de empates y de dudas después de la inversión de este verano.

BATSHUAYI. - El delantero belga juega para su lucimiento personal pese a los dos goles que ha hecho en este curso. Caótico de movimientos, egoísta y narcisista, el belga solo parece interesado en salir bien en las imágenes de televisión o en las fotografías. Juega bien de espaldas y protege el balón, es potente, técnicamente no es mal jugador... pero no entiende el fútbol colectivo y cargado de esfuerzos que marca Marcelino. De momento, donde la parte es en las redes sociales, que aplaudieron con efusividad su incorporación.

El lenguaje de gestos de Rodrigo, otro que no anda bien, desvela, cada vez que juegan juntos, que no mezclan. Marcelino sentó a Batshuayi el sábado en la primera parte después de no interpretar bien una contra que pudo ser letal y de volver a ser anárquico en su juego. Primer toque de atención del técnico que no tiene por costumbre hacer cambios en el descanso; con el belga lo hizo. Después de pagar tres millones por su cesión es una quimera, si no hay mejoría, que el club negocie para rebajar la opción de compra de 50 millones de euros.

GAMEIRO. - Una de las obsesiones de Marcelino, que ya lo quisó fichar y lo sondeó cuando se hizo cargo del equipo en 2017. Este verano, un año después de la primera intentona de compra, decidió pagar 16 millones de euros por un delantero de 31 años suplente en el Atlético de Madrid. La apuesta era arriesgada porque a la dificultad de recuperar la inversión por cuestión de edad se sumaba el riesgo deportivo que entrañaba un futbolista que había jugado poco la campaña anterior. El francés, sobre el papel, el que mejor mezcla con Rodrigo, está perdido en el actual juego del equipo. Idóneo para atacar el espacio y correr al contragolpe sólo ha podido hacerlo en Anoeta, su mejor partido. De todos los puntas, por ocasiones claras, es el más fallón. El sábado, además, estuvo apático y lento. Los defensas del Athletic se le anticipaban siempre y el cambio por Batshuayi no le fue bien a Marcelino.

DIAKHABY. - El fichaje es del fichador Pablo Longoria. Pero aprobado por Marcelino, que se fía desde hace años del olfato de su amigo para detectar talento. El central, que en pretemporada causó una buena impresión, se ha visto superado por el mal arranque de campeonato. Ha ganado en seguridad en los últimos duelos pero sigue estando verde para jugar en el Valencia. Está por delante de Murillo en la rotación de centrales aunque no mejora al colombiano, más experto pero al que el técnico tiene orillado sólo por motivos deportivos, según ha repetido varias veces. Su juventud y su falta de experiencia lo eximen de mucha responsabilidad en la negativa dinámica actual pero se la cargan directamente a Longoria y a Marcelino que pagaron 15 millones por él. Los problemas crónicos de Garay en una rodilla y lo que suceda con Murillo obligaban a incorporar otro central con más kilometraje. 

PICCINI. - El Valencia ha empatado con el cambio de lateral. Piccini iguala al peor Martín Montoya de la pasada campaña pero no ha mejorado la mejor versión del lateral catalán ni en defensa ni en ataque. Marcelino entiende que sólo con continuidad en el once ganará en confianza y en rendimiento. Sus prestaciones son bajas salvo en algún tramo de partido. Lateral para fondo de armario. El equipo necesitaba más calidad y más seguridad en esa banda. El club defiende que la economía ya no daba para pagar más en el marcado por un defensor superior.

WASS. - El centrocampista danés es una de las decepciones del momento. Su jerarquía en el juego del Celta, su polivalencia y su coste provocaron el aplauso general en su fichaje. Como Diakhaby, gustó más en pretemporada aunque en el momento Marcelino recuperó efectivos para el centro -Coquelin- o en las alas -Cheryshev y Guedes-, el jugador ha quedado relegado a la suplencia. La sensación es que Marcelino lo compró, con buen criterio, para fortalecer su plantilla con un excelente suplente pero precisamente esa suplencia es lo que ha mermado al danés. Su polivalencia, lejos de ser una ventaja, ha sido un hándicap, ya que el baile de posiciones y la falta de regularidad en una demarcación le ha hecho daño.

CHERYSHEV. - Contrapronóstico, Marcelino aconsejó negociar la cesión del ruso, al que conocía de su estancia en el Villarreal CF, para reforzar la banda izquierda a la espera de Guedes. Las lesiones, que coinciden con las de Guedes para su infortunio, no lo dejan jugar con regularidad y a Marcelino le han abierto una brecha en la izquierda. Falto de forma primero e irregular y precipitado antes de caer lesionado, el ruso sólo ha aportado un gol ante el Levante. Su profesionalidad en el día a día es total.

GUEDES. - La gran esperanza blanca... y la de Marcelino. El fichaje más caro de la historia se lesionó ante el Barça cuando, por sensaciones y rendimiento inicial, parecía que estaba ante su gran partido. El Valencia le echa de menos. Llegó sin realizar una pretemporada en condiciones y cuando cogió la forma se lesionó. Marcelino no quiso arriesgar con su convocatoria para jugar en San Mamés y se lo guardó para recibir al Girona el sábado que viene. Pese a que su fichaje, gestión de Peter Lim, se paga a finales de agosto su contratación condicionó en lo económico otros fichajes. El todo a Guedes impidió, circunstancia comprensible, comprar jugadores de mayor calado y superiores, por ejemplo, a Piccini, y optar por cesiones como la de Batshuayi o Cheryshev.

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