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OPINIÓN

Todo esto huele raro

10/12/2018 - 

VALÈNCIA. Para muchos aficionados aquí huele raro… y todo el mundo en el club dice aquello del “pues yo no he sido”. Porque la culpa no es de nadie, ya lo sabemos todos y los malos resultados (¡los pésimos resultados!) son solo por una conspiración judeo-masónica, perpetrada por unos poderosos antivalencianistas que, desde la sombra, mueven los hilos secretamente para que los delanteros no sean capaces de meter ni un solo balón entre los tres palos o que lleguen a rematarlos al menos; o que el juego del Valencia sea tan plano que sus constantes vitales no se vean; y que no seamos capaces de generar fútbol, de romper ni una sola línea con un uno contra uno, que siempre haya un despiste en defensa que propicie un gol (o dos) en contra, etc. 

Sí, todo eso se resume con la argumentación (así lo pide el míster) de que el Valencia CF es uno de los equipos que menos pierde, que menos goles encaja, que menos llegadas sufre… y, desde el silenciamiento de otros datos, también podríamos añadir que se trata de un equipo que es también uno de los que menos partidos gana, uno de los que menos goles mete, uno de los que tiene más bajo porcentaje de acierto en el pase en campo contrario, uno de los que tiene peor porcentaje en centros, etc. Puestos a decir verdades, mejor si no las dejamos a medias.

El club vuelve al oscurantismo de antaño: a los mensajes optimistas en plena oscuridad del presente, pero lo cierto es que el Centenario está siendo todo un enigma en su confección, y nada sabemos realmente de lo que pasa con las parcelas del viejo Mestalla y las del nuevo (aquel maravilloso cuenco de cemento que refleja, mejor que nada, el fracaso de una gestión que se sigue prolongando). Los fichajes son también parte del misterio de este año y ya hemos hablado demasiado del desatino de muchos de los nombres que hoy visten la camiseta del club y que, sin lugar a dudas, no tendrán lugar alguno en la memoria de este equipo centenario. Tampoco creo que estén muy preocupado por ello: ¡qué lástima apelar a la profesionalidad solo cuando conviene!

Lo cierto, en estos casos, es que “entre todos la mataron y ella sola se murió” que diría aquel. Volvamos al fútbol (y a la parcela de ataque, en concreto): el equipo se posiciona en el campo con dos alas abiertas que tienden a cerrarse con balón por el centro, dejando su espalda al descubierto para que los laterales entren, como cuchillos, hasta la línea de fondo. Y con esa superioridad por banda generar ocasiones, pero no vemos lo siguiente: bombardeamos a centros, pero no llegamos a rematar ¿por qué?

Porque los desmarques de los puntas no nos permiten llegar con ventaja: uno rompe en diagonal en largo, para crear superioridad en banda con el extremo y el lateral y el otro punta ha hecho lo mismo en desmarque de apoyo, de tal modo que, cuando el balón llega a la línea de fondo (o aledaños) ese mismo punta está aún a unos treinta metros del área, así que todo se confía a que el extremo llegue, desde la otra banda, a rematar. La consecuencia ya la vemos: suelen salir centros muy pasados a un espacio donde solo queda la ausencia de un jugador nuestro, ya que el extremo, por intuición, siempre tiende a romper hacia el remate en diagonal, buscando más portería frontal. Esto explica que muchas veces llegue el lateral a por esos balones pasados. Y lo peor es que la segunda línea tampoco llega, pues el esfuerzo de Parejo y Coquelin/Kondogbia es demasiado grande. Un equipo que se muestre medianamente ordenado en defensa siempre te va a crear superioridad dentro del área. Y así ocurre. Esto solo se salva si el equipo presiona arriba, roba y logra salir rápido al ataque, para generar superioridad por sorpresa: y esto, queridos valencianistas, es lo que menos estamos haciendo este año. Lo que resulta extraño es que un cuerpo técnico tan cualificado, no vea soluciones para todo ello.

Decía Marcelino que no comprende por qué este año, haciendo lo mismo que en el anterior, las cosas no funcionan: pues, por eso mismo, querido míster, porque no vale hacer las mismas cosas que el año anterior. Los automatismos son efectivos con el sistema defensivo, nunca con el ofensivo. El fútbol se juega en dos bloques y estos requieren dos maneras de entenderlos: por un lado, la defensa necesita estabilidad, regularidad, sistematización casi mecánica para dar ese pasito adelante del off-side, para tirar bien las coberturas cuando se sale al cruce, para armar correctamente una defensa a balón parado, para romper una contra…; y el ataque necesita todo lo contrario: desorden (pero no caos), elementos que desestabilicen una línea contraria, inspiración, libertad de movimientos, arrancadas inesperadas y creatividad. Querer que estas dos partes tengan el mismo patrón es negarle al fútbol su naturaleza y esto el fútbol te lo hace pagar caro, muy caro, con resultados. Y es lo que ahora tenemos. No le busquemos más culpas a los responsables ni más responsabilidades a los culpables de toda esta situación. Aquí, huele mal y algo hay que hacer ya mismo, porque no sé aún si esta liga se nos va a hacer demasiado larga o demasiado corta (porque esa reacción de la que todos hablan, llegue muy tarde). Si todo esto es tan evidente ¿Qué está pasando entonces? ¿Por qué no se corrige? Eso, eso es lo que huele raro.

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