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el levantinismo pudo homenajear su legítimo título 86 años después

Al "Levante" su Copa... y su locura

1/04/2023 - 

VALÈNCIA. 'Al "Levante" la Copa' tituló El Mundo Deportivo en la portada de su rotativo el 19 de julio de 1937. Es el recorte de prensa que ha perdurado en la memoria del levantinismo durante tanto tiempo de lucha contra los elementos. Y sí, por fin, el Levante alzó su Copa al cielo. Hora de editar titulares 86 años después: 'Al Levante SU Copa'. Y de lo emotivo del homenaje, a lo desquiciante de otros dos puntos regalados por esquizofrenia.

Gloria a veinticinco años de incansable trabajo en el Departamento de Patrimonio Histórico del club, comandado por un Emilio Nadal que lideró la exigencia del reconocimiento del título desde que el expresidente Ramón Victoria le alertara de un trofeo que vagaba como un hijo buscando un padre legítimo pero perdido en el tiempo. Investigadores e historiadores granotas, como Felip Bens -columnista de esta casa-, pusieron su grano de arena para documentar la hazaña de un Levante FC que campeonó en Sarrià ante el rival de la ciudad, el Valencia. Con centro de Agustinet Dolz y un gol de Nieto en la recta final del encuentro en la noche del 18 de julio del 37, aquel equipo vestido de azul y blanco se sintió tan campeón de España como cualquier otro en épocas pasadas y mejores. Con guerra o sin ella, con una nomenclatura u otra. 

Hace una década que luce en las vitrinas del Ciutat la Copa que, aunque también recibió a posteriori el nombre 'de la República', se denominó oficialmente 'de la España Libre', enmarcada en el contexto de un país partido por una Guerra Civil que endurecería a partir de entonces su crueldad. Sin embargo, no ha sido hasta diez años después de que la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) acogiera el trofeo también en su museo cuando el ente ha reconocido al campeón, a pesar de que en 2008 el Congreso de los Diputados ya le había instado a hacerlo. 

La negativa de Ángel María Villar al entender que aquel campeonato no fue organizado por la propia Federación (FEF, no RFEF, en aquel entonces) -el argumentario del Levante en este sentido siempre fue que Ricardo Cabot, presidente de la FEF en el 37, estuvo al tanto de la organización de la Copa en territorio republicano y que, de hecho, se intentó implicar a clubes cuya área de influencia se encontraba ya controlada por el denominado bando nacional- ha desembocado en la tardía aprobación de Luis Rubiales. El exlevantinista, ahora presidente de la RFEF, entregó el trofeo a los jugadores del actual Levante, que alzaron el título en memoria de todas aquellas figuras, las realmente campeonas, que no han vivido para verlo. 

Sí estuvieron sus familiares. Ernesto Calpe, hijo de Ernesto -campeón de la Copa del 37- y hermano de Antonio Calpe -una de las mayores leyendas de la historia balompédica granota-; Agustín Santateresa, hijo de Agustín Dolz; o Jesús Rubio García-Neito, nieto de aquel mítico goleador, también participaron, en memoria de sus parientes, en la ceremonia del campeón. Igual que leyendas del club como Salvador Mut, Jorge Barrie, Vicente Latorre y Sergio Ballesteros. En el palco de autoridades del estadio del Levante estuvo el presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, según informaron fuentes del gobierno valenciano. 

Ya en los prolegómenos del partido retumbaba en Orriols el tema 'Lliure' y su lema 'La Copa és Nostra' de Xavi Copado. En la grada, más de 15.000 granotas presenciaron un momento mágico en su estadio. Sonora pitada mediante a la salida de Rubiales desde el túnel de vestuarios, el levantinismo recibió su Copa de manos de Iborra. Bufandeo, homenaje, alguna que otra lágrima... y al fútbol.

Y al Levante... su locura

De la Copa a la locura. De un partido controlado a otro absolutamente demente. De seguir presionando el botón del ascenso directo, a jugar con amenecer el lunes con cuatro puntos de hormigón hasta el segundo puesto a falta de ocho jornadas por disputar. El análisis del choque antes del minuto 60 es estéril. Prácticamente lo único, una genialidad de Joni Montiel para poner por delante el Levante y pedir la cena de casi siempre. La del conformismo. Es lo que hizo el equipo: conformarse inconscientemente con un siempre limítrofe 1-0, tanto que a la primera que el Zaragoza adivinó el color de la zamarra de Dani Cárdenas, igualó y puso el encuentro patas arriba. Y a partir de ahí, bloqueo, delirio y sinsentido. No lo dicen las crónicas de la noche, lo dijo el propio Calleja

Porque el técnico fue, por primera vez, realista y contundente de manera pública en cuanto a la aparente resignación de sus pupilos una vez se ven por delante en el crono. "Si nos ponemos piedras y peso en la mochila... Si no sabemos jugar con la presión... Si da la sensación de que cuando nos ponemos por delante el partido se ha acabado... Peligro", espetó el preparador granota en sala de prensa. Fue tremendamente ilustrativo en sus explicaciones sobre una realidad que no ocurrió solo ante el Zaragoza, sino también contra el Racing y en otro puñado de partidos dentro la racha histórica de invencibilidad.

Y es que, si el Levante quiere ascender, no puede dejar escapar puntos como los de este viernes. Posiblemente lo que más dolió a la parroquia granota ya no fue solo el nuevo empate -ya van 15 este curso, 30 puntos perdidos y solo el Huesca ha empatado más- sino cómo se dio: de tener el confeti preparado a ver cómo, de repente, se apaga la música, explotan los plomos y se muere el payaso. Y todo en cuestión de minutos. Desde que Campaña deja a Bermejo danzar y sacarse un zurdazo precioso para las tablas, hasta que la cita se convierte en un correcalles más parecido a un sálvese quien pueda que al propio fútbol, pasando por la pelada de cable de Saracchi. El uruguayo le dijo al cuarto árbitro "sois muy malos" en mitad de la locura. Le perdió la boca cuando más temblaban las piernas. Desenroscó otro tornillo de una máquina ya desequilibrada. Un brote de cólera más en un Levante de psiquiátrico ante el Zaragoza.

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