VALÈNCIA. Cuando Pepe Bordalás observaba al Valencia post Marcelino desde Getafe se tiraba de los pelos con la cantidad de tiros a portería que concedía a los rivales. El día que llegó a Paterna y se hizo cargo del equipo su primera tarea la tenía totalmente definida: recuperar la seguridad defensiva. El técnico alicantino se aplicó -y sigue en ello- en devolverle al equipo la capa de hormigón armado que tenía aquella estructura con Marcelino, similar en dureza a la que él había levantado en el Getafe.
El preparador alicantino está consiguiendo su propósito tras la disputa de ocho jornadas de liga. Su equipo ha recuperado solidez y orden defensivo. Los seguidores que se sientan en la zona de tribuna del estadio de Mestalla, a espaldas o a los costados del banquillo local, han observado el curioso ritual que sigue Bordalás para recomponer a su equipo cuando, desplegado en ataque en fase ofensiva, tiene que replegar para cerrar espacios. El gesto consiste en silbar. A diferencia de otros entrenadores que se dejan la garganta en el terreno de juego, o que solo martillean a los futbolistas que transitan por su banda, el entrenador del Valencia cierra las manos y se lleva los dedos índice y corazón a la boca para silbar. El futbolista, que conoce la costumbre del técnico desde que llegó en pretemporada, interpreta qué busca con cada silbido. Todas las acciones que corrige Bordalás con su chiflido son defensivas.
Bordalás silba cuando hay una pérdida en campo contrario y el equipo tiene que realizar la presión tras pérdida. Pretende que el equipo reduzca la defensa cuando se da esa circunstancia.
Hace lo mismo cuando hay una pérdida en zona intermedia para que el equipo repliegue y se ponga rápidamente en bloque bajo junto a la frontal del área. Es decir, el entrenador activa su particular alarma cuando el Valencia pierde la pelota en una zona en la que no puede haber presión tras pérdida. Cuando detecta esta circunstancia en el juego silba para que los futbolistas se vayan hacia atrás y replieguen. De esta forma evita el desorden.
El pitido del técnico está siendo efectivo. El once del murciélago es el tercer equipo del campeonato al que menos peligro le generan según el portal de datos y análisis de fútbol, Statsbomb. Esta temporada al Valencia solo le generan peligro como para marcarle 0,76 goles por partido, según publicó El País en un gráfico del citado portal hace unas fechas. El gráfico refleja el modelo de goles esperados, calcula el valor de las ocasiones de gol del contrario. Los Goles esperados (Expected goals) o xG es una métrica que analiza la calidad de las ocasiones que tienen lugar en un partido. Cada remate tiene un valor que muestra la probabilidad de convertirse en gol.
El dato indica que el Valencia es el tercer equipo más sólido del campeonato tras el Sevilla, con 0'50, y el Atlético de Madrid con 0'68. La comparativa con las dos anteriores temporadas, donde era de los peores, es significativa. En la 2019-20, el once de Mestalla estaba en modelo de goles esperado de 1'20 goles por partido y en la 2020-21 se encontraba en 1'27. Entonces era antepenúltimo y penúltimo. Hoy la mejoría es evidente. El Valencia de Bordalás concede menos y la métrica de goles esperados por partido se ha reducido.
La mejoría en defensa ha traído de la mano una mayor agresividad. El colmillo del equipo en fase defensiva también lo distinguen las estadísticas "feas" del torneo. Según el portal fbref.com, el Valencia es el equipo que más faltas comete del campeonato, con 130 penalizaciones. Los equipos líderes en este sector son Osasuna y Levante con 131.
El ejercicio pasado, por ejemplo, el Valencia finalizó como el quinto que menos faltas hizo de la liga.La aparición de Guillamón como mediocentro defensivo, una de las aportaciones de Bordalás al equipo, señalan al jugador tras las primeras 8 jornadas como el que más faltas realiza de primera división. Guillamón ha hecho 19 faltas, una más que David García (Osasuna) y Darko Brasanac (Osasuna), dos más que Aihen Muñoz (Real Sociedad) y tres por encima que Maxime Gonalons (Granada).
Alderete también lidera el grupo de jugadores más amonestados de primera división, con cinco amarillas, las mismas que han visto Kondogbia (Atleti), Balliu (Rayo Vallecano), y Gonzalo Verdú (Elche).