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análisis | la cantina

Hay que defender a nuestros jóvenes

4/03/2022 - 

VALÈNCIA. Siempre me ha costado juzgar a los deportistas que desperdician su talento. Quizá porque no se me ha olvidado que una vez yo también fui joven. Un joven no especialmente centrado ni maduro. Y hay que tener el cuerpo y la mente de una persona de veinte años para entender lo que hace una persona de veinte años. O no olvidarse. Pero en este país somos de juicios sumarísimos.

A Gervasio Deferr le pasó, como ha venido recordando estos días en las entrevistas que ha concedido para promocionar su libro, 'El gran salto' (Península). El gimnasta, una leyenda del deporte español, dio positivo por fumarse unos porros y lo machacaron. Y fue un error, claro que sí, pero un error por el que pagó un precio demasiado alto. Nunca más tuvo un gran patrocinador, se comió portadas patéticas y desmedidas, y ya fue para siempre 'el del porro'.

La entrevista del gimnasta que ganó tres medallas olímpicas -dos oros y una plata- en 'Lo de Évole' no tiene desperdicio. Te conmueve desde el primer minuto, cuando habla sobre él Paloma del Río, maestra del periodismo, hasta el último. Pero no solo porque cuenta que era alcohólico, que ganó un título olímpico sin saber ni cómo se había acostado, ciego, la noche anterior a la final, ni que una vez retirado, sin objetivos ni rutinas diarias, embarrancó en las barras, las de los bares, un día detrás de otro. A mí también me dejó con la boca abierta la forma en que describía sus saltos sobre el potro, o un ejercicio de suelo concreto. Deferr aún recordaba cada paso, cada salto, cada giro, cada salida. Y eso solo puede ser porque los llegó a automatizar. De tanto repetirlos, se le quedaron dentro.

A mí siempre me cayó bien. Me gusta la gente diferente, irreverente y con tanta genialidad dentro que les vale con entrenar tres meses para ser campeones olímpicos. Pero cada uno es como es y, para mí, lo bello está en nuestras diferencias. La oveja negra siempre carga un significado peyorativo, pero yo siempre he visto a las ovejas negras, quizá porque he sido una, como individuos diferentes, únicos.

Creo que con los años nos vamos homogeneizando. Nos solemos volver más responsables, más serios, menos imprevisibles. Y así, estoy convencido, perdemos encanto. Por eso pienso que hay animar y acompañar a nuestros jóvenes, entendiendo lo que les hace diferentes y tratando de aconsejarles para no ser víctimas de sus debilidades.

La semana pasada cené con el entrenador de una atleta con un talento y unas aptitudes físicas inabarcables, y yo, un perdedor nato, le preguntaba si no le asustaba asumir el reto de guiar la carrera de uno de los mayores prodigios que ha dado nuestro atletismo, y él me decía que no, claro, que eso era un estímulo. Y durante la conversación me confesó que esa joven tenía un punto débil: le encantaba comer. Pero que no pasaba nada, solo que había que tener más cuidado con la alimentación y ya está.

A los jóvenes también hay que protegerlos. El atletismo tiene ante sí un problema mayúsculo: los depredadores de las jóvenes que compiten con una braga y un top. YouTube está lleno de vídeos con millones de visualizaciones -repito, millones- de pruebas de atletismo en las que salen chicas jóvenes de espaldas, agachadas y en posturas que estos carroñeros contemplan como sugerentes. Y eso significa que hay millones de hombres relamiéndose impunemente ante una joven que solo está intentando saltar más lejos o más alto. Luego también está el caso de las atletas que lo fomentan, que suben fotografías en las que se les ha salido una nalga al caer al foso y que les generan miles de 'likes' y de seguidores. O de chicos que se quitan la camiseta para lucir su torso. Pero es su cuerpo, su culo y su pectoral, así que pueden hacer lo que quieran con él.

Algunas de esas deportistas convertidas en protagonistas involuntarias e indeseadas de estos vídeos tan trillados han denunciado que la historia no acaba ahí, que muchos de esos lobos escondidos detrás de las pantallas se envalentonan y se dirigen a ellas para decirles, sin invitación mediante, lo que les harían. No hace falta entrar en más detalles. Y no tienen manera de defenderse. Así que es a estas jóvenes a quienes hay que armar con defensas y artimañas legales que dificulten que alguien vaya a una pista de atletismo, grabe una carrera, un lanzamiento o un salto y lo suba después a internet para regodearse del culo que ha cazado mientras se dispara el contador de visualizaciones.

Esto es nauseabundo, pero me consta que la Federación Española está poniendo los medios para remediarlo o, al menos, dificultarlo lo máximo posible. Es lo que merecen nuestros jóvenes.

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