ANÁLISIS | LA CANTINA

Ja Morant, la NBA tiene una nueva estrella

11/03/2022 - 

VALÈNCIA. La NBA, que durante años miró por encima del hombro al resto del mundo, que trató con cierto desdén a genios como Drazen Petrovic o Tony Kukoc, ha acabado rindiéndose a la evidencia de la mano de fenómenos como Vlade Divac, Dirk Nowitzki, Manu Ginobili, Tony Parker o Pau Gasol. Pero reconocer que fuera de Norteamérica pueda haber talento, no significa que no prefieran a un jugador nacido en Carolina del Sur que a uno de Serbia, como Nikola Jokic, o de Eslovenia, como Luka Doncic.

Pero más allá de la partida de nacimiento, el público estadounidense se ha rendido a las aptitudes físicas y a la capacidad para entender el juego de Ja Morant, probablemente la última gran estrella del firmamento NBA. Un joven de su tiempo, líder de una generación de baloncestistas, que no solo llama la atención en la cancha. Hace unos días, la NBA subió un vídeo con motivo de su máxima anotación en la liga (52 puntos) que superó los 42 millones de visualizaciones, todo un récord. Las imágenes, sumando todas las plataformas de NBA Communications, pasó de los 80 millones de visualizaciones. Esta temporada, sus vídeos acumulan 385 millones de visitas en los canales de difusión de la NBA, solo por detrás de Stephen Curry y LeBron James.

Ja es el diminutivo de Jamel, el segundo nombre de Temetrius Jamel Morant, un chaval que nació en un pueblo perdido, rodeado de campo y bosques, de Carolina del Sur. Su madre, Jamie, había jugado de base en el instituto y después se pasó al softball en la universidad, donde conoció a Tee Morant, un joven que había jugado al baloncesto junto a Ray Allen. Tee no llegó a la NBA, pero tenía posibilidades de ser profesional. No dio el paso. Tee dejó el baloncesto el día que su mujer le anunció que estaba esperando un bebé. Prefería criar a su hijo que vivir del baloncesto, así que cogió un empleo de barbero y consagró su vida a Ja y a Teniya, que llegaría años después.

Tee Morant se tiró muchas horas en el agrietado patio trasero de su casa en Dalzell (Carolina del Sur) enseñando a su hijo a jugar al baloncesto. Luego se incorporó su hermana. Y al final, un  montón de chicos de la barriada. Allí, aquel padre enamorado de este deporte, entrenaba al chaval, le animaba a mejorar y le obligaba a esforzarse dando saltos en unos neumáticos de tractor o corriendo entre unas sillas azules de plástico que tenía allí y que lo mismo servían para hacer un circuito que para sentarse a comer lo que sacaba papá Morant de la barbacoa.

Ja tardó en destacar. Un día, en el verano de 2016, algunos ojeadores acudieron a Spartanburg, en Carolina del Sur, a la caza de talentos para sus universidades. Uno de ellos era James Kane, de la modesta universidad de Murray State. Para facilitar su trabajo, agruparon a los jugadores más prometedores en la cancha central y dejaron a los secundarios en otras pistas periféricas. Kane se tiró toda la mañana viendo a los jóvenes. Pero a mediodía le entró hambre, preguntó dónde podía pegar un bocado y le indicaron que al fondo, junto a una cancha de detrás, podría encontrar un bar. Kane pidió la comida y se relajó viendo a unos chicos que jugaban un 3x3 en la pista de al lado.

Casi se le cae el plato al suelo. Un chaval delgado hacía lo quería bajo la canasta. Saltaba, volaba, encestaba y, sobre todo, dominaba el juego a su antojo. Kane sacó el teléfono y llamó excitado a su superior: "Tienes que ver a un chico". Luego entró en la cancha y se puso a hablar con su padre, que estaba allí grabando a su hijo con una GoPro. Una semana más tarde, la universidad de Murray State le hacía una oferta para jugar becado en su centro.

Y allí acabó. Llegó sin hacer ruido, pero en su segunda temporada acabó haciéndose un nombre en la NCAA y recibiendo una invitación del campus de Chris Paul. Ja Morant arrastraba cierto complejo de pequeño -mide 1,91- y por eso pensaba que nunca haría carrera en el baloncesto. Hasta que un día, su madre, harta de tanto lamento, cogió a su hijo y le soltó: "Mira, Ja, recuerda una cosa: midas lo que midas, nunca estarás por debajo de nadie".

La joven promesa prosperó, se convirtió en un líder en la cancha con más de 20 puntos y 10 asistencias por partido, y llegó a ser el primer jugador en siete años en firmar un triple doble en el torneo final de la NCAA.

Ja Morant salió elegido en el número 2 del draft, por detrás de Zion Williamson, y viajó a Memphis para liderar a los Grizzlies tras la etapa de Mike Conley. La primera temporada, en 2019, terminó como 'Rookie del Año', y este ejercicio ha salido ya como titular del All Star -¿cultivarán Morant y Doncic una rivalidad a la altura de Magic Johnson y Larry Bird?-, donde se espera que sea un fijo durante esta década. Es muy bueno, hace unos mates tremendos y encima tiene carisma. Es decir, lo tiene todo para acabar siendo el mejor de su generación. De momento tiene 1,6 millones de seguidores en Twitter y 5,6 millones en Instagram. Y de vez en cuando interactúa con alguno de ellos. Otros, como Allen Iverson, una leyenda de la NBA, decidió darle su bendición en las redes sociales. Allí colgó la foto con el trofeo a MVP con la camiseta de Ja Morant encima. Y, al lado, puso una frase premonitoria: "Sooner o later", como dando a entender que más tarde o más temprano acabará siendo el rey de la NBA.

El número 12 de los Grizzlies parece que no se marea con tanto halago y, cuando le preguntan por si había tenido algún ídolo, responde: "No admiro a ningún jugador en concreto. Solo a mi padre, que tuvo la oportunidad de ser profesional y la descartó cuando supo que iba a tener un hijo. Prefirió criarme a mí. Así que esa es mi inspiración". Que nadie busque en estas frases la declaración de un joven soberbio porque en otra entrevista aseguró que cada noche, en cada partido, sale a la cancha con la idea de aprender algo de sus contrincantes. "Algo que pueda aplicar a mi juego, algo que me ayude a jugar mejor la próxima vez". La NBA tiene una nueva estrella y en su brazo izquierdo, tatuada, se puede leer una frase: 'Beneath no one' (Debajo de nadie).

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