VALÈNCIA. La pandemia del coronavirus manda en el mundo. Ni siquiera los expertos más reputados saben, por el momento (en ello andan para contragolpear al virus y salvar vidas), plantear un calendario más o menos próximo respecto a cuándo se podría levantar el aislamiento, a cuándo se podría volver a la 'normalidad', de qué forma hacerlo, cómo se pueden plantear las masificaciones de personas... Lo primero siguen siendo, obviamente, las vidas humanas. De fondo, todos los sectores intentan dibujar previsiones respecto a cómo volver a mover su rueda y (re)encontrar esa 'normalidad'. Sin embargo, parece, dada la incertidumbre real respecto al cuándo se aplacará el virus, que son planteamientos plasmados sobre arenas movedizas. Son necesarios los planes, pero ahora mismo siguen cubiertos por la oscuridad del no saber.
En el mundo del deporte, el asunto quedó meridianamente claro con la resolución que supuso el aplazamiento de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Tokio, que se posponen un año. Diversas disciplinas han suspendido sus competiciones internacionales y nacionales. Y no pocos han dado por zanjada la temporada, trabajando por minimizar el impacto económico en lo posible, a sabiendas que lo habrá (y duro), pero procurando que no afecte estructuralmente a la nueva campaña.
Y el fútbol europeo, siendo más próximo el español, sigue erre que erre: la temporada tiene que acabar sea como sea, dicen.
La UEFA, reunida telemáticamente con las 55 federaciones nacionales asociadas, hizo un ejercicio de generar espacios en los próximos meses para una presumible reanudación de lo que resta de las diferentes competiciones nacionales y continentales por clubes. Es decir, hizo hueco para las ligas, copas, las Champions masculina y femenina (está en el aire la final femenina, que estaba programada el 24 de mayo en Viena) y la Europa League.
¿Cómo? Aplazó sin fecha todos los partidos de selecciones nacionales que debían jugarse en junio. "Todos los partidos nacionales masculinos y femeninos que se debían de jugar en el mes de junio se posponen hasta nuevo aviso. Esto incluye los 'playoffs' para la Euro 2020 y los encuentros de clasificación para la Eurocopa femenina de 2021. El resto de partidos de competiciones UEFA, incluidos los amistosos, se mantienen suspendidos", comunicó la UEFA.
El Europeo sub'21 y la Eurocopa fememina se posponen de 2021 a 2022. Ya se había reprogramado la Eurocopa masculina de 2020 a 2021.
Este movimiento despeja, en efecto, el horizonte más próximo de competiciones de selecciones. Ahora el asunto sería dibujar cómo acabar las competiciones nacionales y continentales por clubes. Se proponen reanudaciones y fechas 'fantasmas', porque en realidad no hay certeza alguna de cuándo se podrá regresar al juego. El tema es agarrarse al acabar la temporada y viene ligado al enorme coste que supondría la cancelación de la campaña 2019-2020: contratos de televisión, patrocinios, marcas, etcétera.
Bien, es comprensible. Y seguro no resulta sencillo desencorsetar estos asuntos. Pero precisamente en estos momentos es cuándo se evalúa bien el calibre de los dirigentes y el análisis de los momentos. ¿No hay opción de ninguna forma de revisar esos contratos? ¿No hay fórmulas de replantear situaciones? ¿No hay forma de, siendo seguro el impacto económico, de tener pericia y voluntad por minimizar ese quebranto en lo posible?
Parece que el único camino que se plantea es el de reanudar el curso vigente, aunque repercuta en el siguiente. Lógicamente, todo esto, en su calibre económico, que no es poco, desde luego, afecta al fútbol femenino. Véase en España la Primera Iberdrola y los dos grupos de Reto.
El mantenerse en el acabar sí o sí (eso lo marcará el alcance de la pandemia del coronavirus, nada más) significará la exigencia de realizar una pretemporada suficiente para las deportistas para no significarse la vuelta con lesiones, dado el tiempo que puedan llegar a estar trabajando lo que sus espacios y herramientas les permita el aislamiento en casa. De fondo, pero importante, está el hecho de las futbolistas que finalizan contrato el 30 de junio, habiendo que ampliar esos vínculos con los clubes con los que están compitiendo en una campaña que se alargaría, además de ver si existe controversia con los casos de jugadoras que ya hubieran decidido no renovar y puedan tener ya acuerdos con otros clubes contra los que se enfrentarían ya desde julio. Y al tiempo, en todo caso, el no zanjar esta campaña, y desde luego trabajarse los asuntos económicos, se traduce en un afectar a la que viene. ¿Qué hace un club para planificar el siguiente curso? ¿Cómo da forma a su próxima plantilla tanto en el caso de las renovaciones, como el de las bajas, como los fichajes que pueda realizar? ¿Los equipos que están en zona de descenso (a falta de ocho partidos en Primera Iberdrola, casi un tercio del ejercicio) hasta cuándo pueden plantear a aquellas futbolistas que quisieran mantener o fichar un proyecto en máxima categoría o en Reto? Y todo esto retiene cuestiones similares desde el perfil de las futbolistas ¿Qué hacen? Y esto en suma, son dudas que envuelven al fútbol femenino y al masculino.
Siendo seguramente más complejo, más costoso de negociar y trabajar en clave económica, pero de menor impacto estructural para la siguiente temporada, no debería empecinarse el personal en que la 19-20 se completé sí o sí y se contemple con firmeza la opción de dar por finalizado este curso, asegurando la presencia de los equipos que jugarían Europa, en el caso de la Primera Iberdrola el FC Barcelona y el Atlético según quedó congelada la clasificación, y no practicar descensos, sí ascensos, y optar el próximo curso por ampliar la categoría.