VALÈNCIA. De pequeño, en edad escolar, jugaba en el colegio una peculiar competición con un compañero de clase muy valencianista. Nos estudiábamos a fondo los ríos de España, incluso el más escondido de su geografía, y poníamos a prueba los conocimientos del 'enemigo'. La pregunta era sencilla: ¿De qué río es afluente el... ? Por este motivo, aún recordaba que el Arenteiro es un afluente del Avia que, a su vez, es afluente del río Miño. ¿Por dónde andas, Pascual?
Allí, en la pequeña localidad gallega de O Carballiño, el Valencia se clasificó para la siguiente ronda de la Copa del Rey mostrando muy poco de su caudal futbolístico. Tuvo que recurrir a la prórroga para poder doblegar a un equipo de la Segunda RFEF que se mantenía como podía de pie en el campo jugando con chavales barbilampiños.
Es cierto que la Copa deja muchos 'primeras' en la cuneta (Granada, Getafe, Levante o Alavés, por ejemplo), que la grandeza del torneo radica en las sorpresas que nos depara en cada eliminatoria a partido único, así como también que hay que estar satisfechos con el hecho de poder continuar disfrutando de la misma hasta llegar a una hipotética final. Pero creo que a un equipo como el Valencia hay que exigirle un “algo más” de lo que ha ofrecido hasta la fecha. Tanto ante el Utrillas como contra el Arenteiro. A mi manera de entender este juego de once contra once, creo que hay que ser más respetuosos a nivel deportivo con el contrario. Y también con una afición local que es posible no vuelva a ver un partido en su pueblo contra un rival de Primera división en su vida. En esa España vaciada hay que ofrecer una versión futbolística que vaya acorde con la entidad de un club centenario como el Valencia. Sin embargo, para ello es necesario recurrir a la profesionalidad, calidad, compromiso y actitud. O tirar un poco de amor propio si alguna de estas “virtudes” que se presuponen no te alcanza. Que también es posible.
Volviendo a poner en su justa medida el partido ante el Arenteiro, además de en valor la clasificación del equipo para los dieciseisavos de final de la competición, la imagen que se ofreció a nivel global y sobre todo alguno de sus jugadores en particular, no me gustó en absoluto. Creo que hay que “sentir mucho más los colores y defender el escudo”, como se decía antaño. Pero si el Valencia disputa la Copa con una camiseta que no luce blasón alguno en su pecho y recurre a un color insustancial con el que nadie se siente identificado… ya comenzamos a perder el partido a nivel institucional por ahí. Aunque luego lo ganes en el terreno de juego.
A los Maxi, Marcos André, Racic, Cheryshev o Jason (muy feo lo que le hiciste al chaval) no les pido que marquen tres goles en el partido contra el Arenteiro, como hizo el irrepetible Leonardo en Arnedo en su debut como jugador del Valencia a principios de los noventa. Porque, entre otras cosas, están a años luz del jugador brasileño. Pero sí que les exijo un rendimiento acorde al de un futbolista de Primera división, que esté, además, en consonancia con la historia centenaria del club al que representan. Y porque, además, todos ellos van a ser necesarios si el Valencia quiere pelear por llegar lejos en este torneo. Ahora la competición no va de broma. Contra el Cartagena, un rival de más empaque que el Arenteiro, habrá que ofrecer mucho más si es que de verdad se quiere pelear por un título este año. ¿Una Copa nos anima?