Pronto nos cansaremos de perder con orgullo, pero ahora, cuestión de contexto (perspectiva+tiempo), prevalece aquello tan etéreo de la identificación.
VALÈNCIA. Las derrotas útiles de Valdano, puro eufemismo fatal, pueden haber encontrado su recambio perfecto: las derrotas orgullosas.
El sábado al acabar el partido contra el Vila-real el Valencia experimentó una derrota orgullosa. De repente un regusto de epopeya en mitad del 0-1. El orgullo a propulsión entre las gradas, Mestalla reconociendo el esfuerzo de sus jugadores y sus intentos malbaratados de hacer del mérito, justicia. Mestalla en su operación por quitarse de encima el sanbenito de afición inflexible, más cómplice que nunca. Los expertos en aficiones ajenas deberán revisar sus manuales y caer en la cuenta de lo previsible: las hinchadas se cansan de la monotonía y de los disparates, se estimulan con el esfuerzo.
Quizá el símbolo de sacar orgullo de una derrota no es más que otro eufemismo, vestir un mal resultado de coraje colectivo, blanquear una serie de partidos desiguales.
Pero por el contrario creo que esa derrota ejemplifica el apego máximo de esta afición con este equipo. Había que perder para demostrar el afecto. Y aprovechamos la oportunidad.
Fue la manera de gritar sí a este equipo. Perder así, mostrando las lagunas que tiene el grupo, golpeándose contra el muro una y otra vez, fue más victoria que cualquier triunfo de aluvión.
Pronto nos cansaremos de perder con orgullo, pero ahora, cuestión de contexto (perspectiva+tiempo), prevalece aquello tan etéreo de la identificación.
Nos identificamos con este equipo porque no es cínico ni cicatero. Da lo que tiene, es visceral, tanto que supura sufrimiento cuando las cosas le van mal y acaba frustrado perdido (hola Zaza). Es tan evidente en sus planteamientos, tan frontal, tan sincero, que puede acabar siendo previsible y fácil de frenar.
Este equipo, cuando su talento no fluye, quiere ganar por emoción y eso en ocasiones es un atrevimiento traicionero. La inteligencia de ganar los partidos camuflándose en las virtudes del rival para hacerle probar su propia medicina, ha ido evolucionando en la adaptación del rival a las virtudes más potentes del Valencia. ¿Han desencriptado la fórmula?
El apoyo continuado durante el partido del sábado representa un margen de confianza amplio. Se lo han ganado. El estadio quiere esto y está dispuesto a conceder tiempo para que el grupo rehabilite sus encantos. Mestalla ha renovado su adolescencia y está en un momento de furor encantador. Aprovéchese. Dura lo que dura.