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OPINIÓN

Rodrigo y el circo de siempre

Lo surrealista es escuchar a los trovadores habituales soltar que “si el Madrid pone 60, el Valencia vende” o que “cuando el Madrid te llama no se le puede decir no”, como si el VCF tuviera que tragar esa supuesta oferta mientras Florentino está fichando juveniles que aún no han superado la pubertad por 45 kilos.

22/08/2018 - 

VALÈNCIA. La película no es nueva. Es un clásico de ayer, hoy y siempre. Si está por medio el club al que los medios le dedican el noventa por ciento de su atención cuando no hay noticia y el noventa y nueve por ciento si la hay, se desata una tormenta de infundios, inexactitudes y disparates, impulsados por los voceros oficiales y oficiosos, que, en aras de la propaganda, se emplean a fondo para masajear el ego del equipo al que todos los jugadores quieren ir, hasta cuando no quieren ir. En esta ocasión, el objetivo es Rodrigo Moreno Machado. Un buen delantero que, de la mano de Marcelino, ha explotado, pasando de prescindible a vital para el Valencia CF. Rodrigo, que lleva meses diciendo que es feliz en la capital del Turia, que está comprometido con el club y que sabe que su carrera ha dado un vuelco gracias a Marcelino, ocupa el centro del escaparate mediático por que se le vincula, con más o menos veracidad, al Real Madrid. El chico se infló a goles el pasado curso, tiene cláusula de 120 kilos, es un activo extraordinario para el VCF y el club, salvo que alguien ponga la manteca encima de la mesa, no quiere vender.¿Puede asegurar Mateu Alemany que se va a quedar? Obviamente, mientras exista la figura de la cláusula de rescisión, no. Pero ni Mateu, ni Florentino, ni Bartomeu. Nadie.

La cuestión es ¿tiene interés realmente el Madrid en fichar a Rodrigo o es un nuevo gas verbal veraniego del aparato propagandístico que, en materia de fichajes, apunta a un farol y mata a una vieja? Rodrigo es un buen delantero y es normal que al Madrid, como a cualquier club de elite, le interese. Nada nuevo bajo el sol. Lo surrealista es escuchar a los trovadores habituales soltar que “si el Madrid pone 60, el Valencia vende” o que “cuando el Madrid te llama no se le puede decir no”, como si el VCF tuviera que tragar esa supuesta oferta mientras Florentino está fichando juveniles que aún no han superado la pubertad por 45 kilos. El problema aquí no es el Madrid, sino la cantidad de profetas y oráculos que se arrogan la portavocía del club, con la intención de agitar el avispero, filtrando hipótesis y dibujando escenarios que confunden sus deseos con la realidad. Resulta imposible saber si Rodrigo se irá al Madrid o no. Lo que nos dice la experiencia es que, desde el caso Mijatovic y a excepción de Albiol, el Real Madrid, en materia valencianista, sólo puede “presumir” de haber fichado a Mendieta, a Ayala, a David Villa, a David Silva, a Nicolás Otamendi y a André Gomes que, como todos sabemos, iban a jugar sí o sí en La Castellana, y que nunca jugaron en el equipo con más voceros de la historia.

No hay un solo aficionado del Valencia CF que no se sepa ya, de memoria, como los del Betis, el Sevilla, el Atleti o el Athletic, que este tipo de esperpentos veraniegos que, engordados a gusto del consumidor, sirven para potenciar la imagen de un club a costa de deformar la de cualquier otro. Ya saben, hay que vestir la camiseta que hay que vestir para alcanzar la felicidad plena y para que el orden natural de las cosas no se altere.

Claro que una cosa es conocer la historia de memoria y otra, aplaudir un circo mediático histriónico. Uno en el que da igual lo que diga el protagonista, porque lo que importa es la audiencia, aún a costa de pasarse la realidad por la entrepierna. Si Rodrigo lleva meses diciendo que se queda, el circo interpreta que quiere irse. Si Marcelino dice que el chico es feliz en Valencia y que cuenta con él, el circo dice que hay polémica con su futuro. Si Mateu Alemany dice que el precio es la cláusula, el personal se tiene que comer que el Valencia se bajará los pantalones y venderá por menos.

Y si Rodrigo, anoche, dice que no va a repetir lo que lleva meses diciendo, el circo dice que no ha quedado claro lo que quería decir Rodrigo y que sigue habiendo caso. Normal. Hay que seguir escalando posiciones en ese particular concurso de agradadores, oficiales u oficiosos, del club en el que todos los jugadores quieren jugar, hasta cuando no quieren hacerlo. Si Rodrigo se va al Madrid, faltarán medallas para tantos egos y publicistas. Y si se queda, nadie pedirá disculpas por lo dicho, ni por lo publicado. Un “win-win” de manual, porque la estupidez siempre insiste.

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