VALÈNCIA. El final de curso en el Valencia está lleno de bostezos. Sólo lo agitan dos aspectos. Uno afecta al equipo, que necesita sumar un mínimo de un par de puntos para firmar una permanencia pobre. El otro, capital, se refiere al banquillo, concretamente a la identidad del técnico que reemplazará a Javi Gracia y, lo que es más importante, a la persona responsable de tomar de esa decisión. De nuevo Peter Lim, el máximo accionista, tendrá la última palabra. Es el famoso "falta el OK de Lim" un tópico en el Valencia. La cuestión es si dejará decidir a su presidente empleado, Anil Murthy, o si al técnico lo impondrá él. Lim bloquea la elección del nuevo entrenador, del mismo modo que el club vive en el bloqueo permanente que ha instaurado el singapurense a todos los niveles.
¿Quién escogerá al futuro entrenador? La irrupción en la carrera por el banquillo del Valencia de Robert Moreno ha disparado esa pregunta. Moreno procede del entorno del máximo accionista y aparece, de repente, mientras en la ciudad lleva meses gestándose una lista de entrenadores.
Hay dos listados de entrenadores. Uno lo escribe Lim, el otro Murthy. ¿Cuál se impondrá? De nuevo la realidad del Valencia, un club que son dos, uno subordinado al otro. Un gobierno central en Singapur, a 13.000 kilómetros de distancia, y una delegación de gobierno al lado de Mestalla totalmente castrada y dependiente del primero.
El Valencia lleva desde octubre moviéndose en el mercado para encontrar un sustituto que reemplace a Javi Gracia. El presidente Anil Murthy, auto investido director deportivo, trabaja junto al secretario técnico, Miguel Ángel Corona, en el casting del banquillo para el próximo curso desde la intentona de fuga, sin pagar, de Javi Gracia y la renuncia de Lim a pactar una salida amistosa.
En la agenda del presidente, que no coincide con la del máximo accionista, el técnico del Getafe, Pepe Bordalás, figura en primer lugar. Ha quemado su etapa en el conjunto azulón y quiere venir al Valencia pese a que se haya convertido en el camarote de los hermanos Marx desde la llegada de Meriton. El técnico alicantino tiene un año de contrato con el Getafe, pero, a diferencia de lo que sucede aquí con Gracia, pactará una salida amistosa con el presidente Ángel Torres para cambiar de aires.
Bordalás fue sondeado por Anil Murthy a finales de la temporada pasada, como ha venido publicando Plazadeportiva durante los últimos meses. Meriton planeaba ofrecerle al técnico alicantino un contrato de dos temporadas, el mismo que acabó ofreciéndole a Gracia. Murthy interpretaba que Bordalás aceptaría las directrices previstas por Peter Lim de vender a futbolistas importantes, así como la política de recortes salariales en el vestuario.
La pandemia de la covid-19 lo estropeó todo. La temporada se retrasó y el Getafe, clasificado para los octavos de final de la Europa League tenía que competir, mínimo, hasta el 5 de agosto. Peter Lim, que había validado poner en marcha la operación, no quiso esperar al técnico, porque, además, si el Getafe seguía adelante, cosa que no sucedió finalmente, se consumía prácticamente todo el mes de agosto sin un entrenador en el equipo. Tras descartar otras opciones, y cerciorarse de que Tiago Mendes, por titulación, no podía entrenar en España, se contrató a Gracia.
Tiago Mendes, precisamente, sigue en cartera. El ex jugador del Atlético de Madrid ha completado su formación como entrenador y, con la licencia UEFA Pro en el bolsillo desde el mes de marzo, ya puede trabajar en LaLiga. A Tiago lo representa directamente Jorge Mendes. El superagente lo quiere promocionar este verano, según cuentan en Portugal, pese a que los dirigentes del Vitòria de Guimaràes echan pestes desde que decidió dimitir. Al otro Mendes hay que incluirlo en la lista que maneja directamente Peter Lim y su asesoría privada, la que forman el superagente y los ex jugadores del Manchester United, la famosa The Class of '92.
En ese listado figura Robert Moreno, ex entrenador del Mónaco y de la selección española. Moreno, sin excesivo poso como entrenador, en cambio, forma parte del entorno de Jorge Mendes. El curso pasado, al ser despedido por el Mónaco en su primera experiencia como primer entrenador tras el periodo en el que sustituyó a Luis Enrique en La Roja, fue ofrecido al Valencia. Su perfil, muy corto de experiencia en élite, es muy similar al de Albert Celades.
En la lista que manejan Murthy y Corona, debajo del nombre de Bordalás está el de Diego Martínez, el entrenador que ha hecho volar en LaLiga y en Europa a un equipo marchito como el Granada, al que ha asentado en primera división. Diego Martínez tiene una peculiaridad, añadida al trabajo que ha desempeñado esta temporada, que lo hace más atractivo. El técnico andaluz acaba contrato en junio y hasta que finalice la temporada no va a decidir qué va a hacer la próxima temporada.
El miércoles pasado en la rueda de prensa previa al partido de anoche ante el FC Barcelona, Diego Martínez, preguntado de nuevo sobre su renovación, indicó que no podía ser más "honesto, franco y sincero" y que lo puede decir "más alto pero no más claro". El entrenador granadinista volvió a marcar el final de temporada como el tiempo en el que "valorar las cosas y tomar una decisión al respecto".
La sensación general en Granada es que el entrenador seguirá si el proyecto que le ofrece el club, de propiedad china, para la próxima temporada es fuerte. Martínez pretende que la plantilla no pierda fortaleza y que piezas como Yangel Herrera o Kennedy permanezcan en el vestuario nazarí. Si la confección del equipo no es de su agrado y la propiedad debilita la plantilla, el técnico no seguirá.
Desde que Javi Gracia amagó con marcharse en octubre para luego echarse atrás con el objeto de ahorrarse la indemnización que figuraba en una de las cláusulas del contrato, el club no ha dejado de preguntar por entrenadores.
En las últimas fechas, con el equipo desenchufado y arrastrándose por el campeonato, los empleados de Meriton en la ciudad llegaron incluso a filtrar que el técnico tenía opciones de cumplir contrato y de continuar al frente del equipo el próximo curso. Desde Paterna, Javi Gracia ha ido alimentando esta falsa situación de probable continuidad que, con el paso del tiempo, se ha vuelto estrafalaria.
El pulso es económico. La cuestión es ver qué parte se mueve la última para evitar pagar la indemnización. La cifra que penaliza a la parte que rompa el contrato que se firmó en agosto, baja hasta los 500.000 euros durante una ventana de 15 días cuando finalice el campeonato, según publicaron Tribuna Deportiva y SER Deportivos Valencia. Mientras ningún personaje en este vodevil se decide a moverse, el equipo se ha despeñado y cunde la indignación, fundamentalmente, con el entrenador, que cayó de pie en Mestalla y ha desaprovechado torpemente toda la corriente de opinión que tenía, mayoritariamente a favor, desde que explotó en la previa del partido ante el Levante.
Actualmente, Meriton y Gracia han decidido llevarse bien o, mejor, respetarse. La situación es de guerra fría. Hace unas fechas, DeportesCopeValencia explicó que las dos partes se reunieron a comer y firmaron una tregua, una especie de pacto de no agresión hasta el final de temporada. Entonces se levantó una fachada que caerá cuando finalice el campeonato.