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ANÁLISIS | LA CANTINA

Lucy Harris y su vida digna de un Oscar

1/04/2022 - 

VALÈNCIA. De los Oscar, este año, solo he oído hablar de Will Smith. De su espantoso guantazo y de la película que le valió la estatuilla. El actor interpreta al padre de las hermanas Williams en una cinta que a mí, la verdad, me dejó más bien frío. Eso sí, me gustó el detalle de que la chica que hacía de Arantxa Sánchez Vicario la imitara tan bien. Mucho más desapercibido ha pasado el Oscar al mejor cortometraje documental, que se le otorgó a 'The Queen of Basketball', un corto dirigido por Ben Proudfoot y producido por Steph Curry y Shaquille O'Neal.

El documental cuenta la apasionante historia de Lusia Harris, una pionera del baloncesto femenino a quien solo conocía por referencias, de algo que había leído en una de las '101 historias de NBA', los relatos sobre la historia del baloncesto estadounidense que escribió hace años Gonzalo Vázquez y que me regaló, con mucho ojo, mi amigo Fran Guaita.

Lucy Harris hizo historia por sus tres títulos estatales con Delta University, pero, sobre todo, porque en 1977 salió elegida en la séptima ronda del draft de la NBA, que no de la WNBA, que aún no existía, por los New Orleans Jazz. Aquella pívot negra de 1,91 llamó tanto la atención como universitaria -promedió 25.9 puntos y 14.4 rebotes por partido- que le ofrecieron hacer una prueba para jugar con los hombres. Pero aquella chica humilde acababa de casarse y quería formar una familia, así que declinó la propuesta.

Lucy, que murió en enero de este año a los 66 años sin ver el triunfo del documental que cuenta su vida y que fue estrenado en el festival de Tribeca, en la ciudad de Nueva York, el año pasado con la exjugadora sentada en una silla de ruedas, cuenta en la película que lo que realmente lamentó en su momento es que la carrera de las jugadoras de baloncesto se cortara abruptamente al salir de la universidad. Y explica, sin perder la sonrisa, que ella podría haber amasado una fortuna parecida a la de Magic Johnson o Larry Bird, contemporáneos suyos en el baloncesto masculino.

Su aparición en el draft de la NBA no fue su único hito. Lucy Harris logró uno más en los Juegos Olímpicos de Montreal. La pívot nacida cerca del delta del Misisipí formó parte de la selección de Estados Unidos y en el primer partido, contra Japón, anotó la primera canasta de una mujer en la historia de los Juegos.

Estados Unidos llegó a la final, pero la selección fue zarandeada por la Unión Soviética (112-77), un equipo en el que destacaba otra pívot, Uliana Semjonova, que no tenía el talento de Harris pero sí muchos más centímetros (2,13), una estatura que le permitió dominar el duelo con 32 puntos frente a los 18 de la norteamericana. Quién sabe si la soviética -hoy letona- también hubiera tenido su sitio en la NBA si no hubiese despuntado en plena Guerra Fría. Semjonova ganó dos oros olímpicos, tres Mundiales y diez Europeos.

El documental no destila nostalgia por la oportunidad perdida. La propia Lucy cuenta que no se arrepiente "ni un poco" de la decisión tomada. Ella estaba feliz con el camino que tomó y murió dejando cuatro hijos y diez nietos. Tuvo una vida insospechada para una niña que, como sus once hermanos, iba a recoger algodón al salir de la escuela. Luego, en el patio trasero de su casa, se ponía a jugar al baloncesto. Todos los niños de su barrio acababan allí porque eran los únicos que tenían una canasta.

Curiosamente, Lucy no leyó nunca ninguno de los artículos que elogiaban su juego y su poderío en sus años triunfales con Delta State University. Guardó todos los recortes en un álbum y no los leyó hasta que llegó su retirada. Nunca se regodeó de su fama y, años más tarde, uno de sus hijos, que también estudió en Delta, llamó un día tan sorprendido como entusiasmado: "¡Mamá, eras una estrella!". Su popularidad fue en aumento como líder de un equipo que ganó el campeonato tres años consecutivos, que llevaba al pabellón al doble de público que el equipo masculino, y que, en cierta ocasión, con motivo de un partido contra Queens, congregó a diez mil espectadores en el Madison Square Garden, una de las catedrales del deporte mundial. Ese día anotó 46 puntos.

Tiempo después, Patt Summitt escribió un libro ('Sum It Up') en el que relataba que Lucy Harris fue la primera jugadora verdaderamente dominante del baloncesto femenino moderno -siempre desde la óptica estadounidense, recuerden-. Su mayor reconocimiento llegó cuando se convirtió en la primera jugadora negra en ingresar en el Salón de la Fama. Por suerte para ella lo hizo escoltada por Oscar Robertson, que siempre fue su ídolo desde que empezó a ver la NBA a escondidas por la noche. Una historia mucho más sugerente e inspiradora que un sopapo bochornoso ante millones de espectadores.

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