Una cosa que nunca he llegado a entender es cómo es posible que Meriton saque pecho, constantemente, de su política de cantera, poniendo a Yunus o a Koindredi, o incluso al propio Kang In como ejemplos, cuando los dos primeros, por ejemplo, fueron fichados por Pablo Longoria hace dos y tres temporadas respectivamente. Y lo más extraño: cómo es posible que presumas de ello y te cargues, sin mediar explicación alguna, al artífice de esos mismos fichajes, aunque no fuera santo de mi devoción el citado Longoria. Cosillas que tiene Meriton.
La cuestión es que la manera de gestionar la política de cantera corre un doble peligro: o haces madurar a un paso agigantado a muchos jóvenes, que deben incumplir las reglas de la naturaleza y evolucionar al ritmo que les corresponde; o haces que se quemen y se les apague la luz, ya para siempre. El fútbol tiene miles de historias en este sentido. Cierto es que también depende del buen ojo que uno tenga para advertir quién es capaz de dar ese salto y quién necesita otro camino, algo más largo y bastante más seguro. Tenías en Ferrán a ese típico jugador llamado a saltarse pasos, como en su día lo fueron Carlos Soler o Gayá. Curiosamente los chicos que han salido de más abajo, que han probado el valencianismo de otro modo. Hoy Ferrán sería buque insignia y estaría tirando de este carro, pero Meriton quiso, forzó e impuso que quien tirara del carro fuera otro joven jugador, que necesitaba siempre jugar minutos en otro lado: Kang In. Por mucho que desvíes el cauce de un río, al final el agua vuelve por donde siempre pasaba, y la verdad, es que han querido cambiar el orden de las cosas y, de momento, el resultado es nefasto: Ferrán se está convirtiendo, lejos de casa, en una estrella internacional, titular con la selección absoluta, mientras que la luz de Kang In va menguando, haciéndose más pequeña cada día que pasa, porque no están dejando que el chico se centre en jugar, que no asuma lo que no le corresponde asumir. No entendió Meriton que mientras el primero estaba madurando, el segundo se estaba quemando. No lo entendió porque nunca entiende nada de lo que pasa a su alrededor y no le interesa entenderlo tampoco. Ellos quieren su negocio.
Ahora ha salido a escena, por casualidad, Yunus, que apunta muy buenas maneras, pero al que no podemos ponerle ya el peso del ataque del equipo, porque acabaremos reventando su explosividad y su potencia y convirtiendo su aparición en una suerte de efervescente aspira disuelta por la deriva del propio club. La pregunta es sencilla: ¿hacer que madure o quemarlo antes de hora? No sé si esta plantilla, de calidad justa si excluimos a cinco o seis futbolistas de nivel, puede permitirse el lujo de dejar madurar a ningún futbolista: a Esquerdo lo quemó bien rápido, y hoy ya nadie se acuerda de él. A Álex Blanco le ha pasado más de lo mismo, despareciendo por completo del mapa y es posible que no sean los únicos casos. Aquí no hay política sino urgencia, necesidad de última hora, parcheado múltiple, que se acaba llevando chavales por delante, porque para sacar futbolistas que se asienten (y no tengan que pasar por una o dos cesiones previas) necesitas rodearlos de futbolistas de mucho recorrido, hacerles que entrenen con ellos, que se cuajen junto a ellos, que entren un día y jueguen diez minutos, que entren otro y jueguen veinte y acaben con media parte a sus espaldas cuando la dinámica del equipo se vuelva positiva y las cosas salgan más rodadas. Pero estás haciendo todo lo contrario: les das minutos a la desesperada, les pones en el peor de los momentos del equipo, les sueltas al ruedo con la presión de jugar en un equipo como el Valencia que no solo deben vencer, sino también convencer, y lo haces cuando todavía no tienen bagaje acumulado ni para dar un resultado aceptable en media parte. Así, conviertes la maduración en un ejercicio de combustión acelerada y pocas veces esto te sale bien.
Es más: fijémonos en Gayá y Soler, que parecen ya veteranos, cuando no dejan de ser chicos que aún están tomando apuntes sobre el tema este de ser titular en primera división. Han madurado muy rápido, sí, pero pensemos junto a quién lo hicieron, porque aquí el contexto es muy importante. Gayá fue entrando poco a poco hasta que se comió la banda y al que estaba por delante de él. Soler, lo mismo. Hasta si me apuras meto en la ecuación a Jaume. Les hiciste madurar rápido, sí, pero no les dejaste solos ante el peligro. Por cierto, ni Gayá ni Soler son de la política de cantera de Meriton, tampoco.
Decir que el Valencia CF apuesta por la juventud, cuando ficha a un precio (que huele a tongo que mata) desorbitado a Correia, como en su día hizo lo mismo por Diakhaby o como siempre se viene apuntando a las jóvenes promesas portuguesas, es mentir: Centelles, Escobar y muchos otros fueron literalmente regalados a clubes dentro del nuevo círculo que está trazando Mendes. Se sigue asistiendo a la constante fuga de jugadores a otros clubes mucho más serios en su organigrama y funcionamiento. Si hoy muchos jóvenes quieren jugar en el club es porque ven un camino rápido para subir a primera y luego poder hacer marcha profesional por otro lado, porque quienes desean subir, siendo valencianistas, poco a poco se van desencantando de quienes lo dirigen ¿es así o no es así, Gayá, Soler y compañía? Cualquier día os venden, porque no les importáis nada de nada. Ni vosotros ni los demás jóvenes, que son solo monedas de cambio, madera cortada y en el Valencia CF de hoy hace mucho frío.