Qué espectáculo, Pepelu
Qué espectáculo, Pepelu
VALÈNCIA. A Baraja le han comprado un todoterreno. Uno nuevo y testeado en la superficie de la élite. Pepelu, un centrocampista muy por encima de las alturas de la Segunda División, llega al Valencia con algunos pasos ya dados. Ha hecho camino. Sus dos cesiones en Portugal -al Tondela, primero, y al Vitoria Guimaraes después- le curtieron en la máxima categoría lejos de su tierra, un lugar especialmente relevante para el futbolista de Denia. Tras dos años separado de los suyos, para el '8' del Levante tener por fin el 'ok' en Orriols -aunque con matices- fue un primer sueño hecho realidad.
Entonces, a su regreso de Guimaraes en 2021, Paco López no le cerró la puerta, pero casi. El overbooking en la medular de una plantilla con dificultades en su rampa de salida por las estrecheces de la pandemia obligó al técnico de Silla a aconsejar a Pepelu buscarse equipo si quería garantizarse minutos. Si se quedaba, iba a ser uno más, pero uno más entre cientos: Campaña, Melero, Bardhi, Malsa, Vukcevic y Radoja partían a priori por delante del dianense... y de Pablo Martínez, que también acabó restando en plantilla. Y con ese dibujo, Pepelu se fue abriendo paso. Se ganó a Paco, perdió protagonismo con Javi Pereira y acabó reencontrándolo en noviembre a la vera de Alessio Lisci, que se armó de razones para colocar al más joven -cumplirá 25 este agosto- por delante de todos esos nombres que hacía unos meses parecían taponarle.
Corría el verano de 2021. Fue ahí cuando el nuevo jugador del Valencia ya estuvo a punto de marchar. Y quiso hacerlo rumbo a Francia, para fichar por el Clérmont. También apostó fuerte el Getafe, pero el galo fue uno de los 'exóticos' que más cerca estuvieron de firmarle. Entonces Quico Catalán estableció una línea roja que acabó por romper el entendimiento entre las partes: si Pepelu marchaba, con final de contrato en junio de 2022, había de hacerlo con garantías de regreso en caso de así desearlo el Levante. Fue eso, y no otra decisión, lo que frenó la primera posible salida definitiva de Pepelu del Ciutat.
De ahí a la segunda pasó una temporada. Ya con la sartén por el mango y después de que Manolo Salvador y David Navarro se encantaran en la propuesta de renovación al dianense, la 21/22 acabó con dramático descenso, con Pepelu en plena explosión y con intereses a solo una semana de convertirse en agente libre. Una decena de equipos de Primera hacieron, al menos, la llamada perdida. Y Pepelu acabó renovando aunque fuera en el sumidero de la categoría de plata. Por diez temporadas, rechazando marcharse de casa dejando vacía la caja... y con válvula de escape en caso de no conseguir el ascenso inmediato. De ahí la reducida cláusula de rescisión de cinco millones de euros que han hecho del jugador toda una oportunidad de mercado, porque en la élite ascendía a 12 kilos.
"Es un todocampista moderno", dicen los que le conocen prácticamente desde que llegara a Buñol con 13 años. En el fútbol de hoy, en el que cada vez existen menos 'Barajas' o 'Albeldas' y ha crecido la demanda del mediocentro total que abarca ambos perfiles, Pepelu puede vestirse con la casaca del '6' o la del '8'. Todo en uno. Habrá que verle en el exigente contexto de un club como el Valencia, que dirige su puntero directo a la pelea por la permenencia y cuya realidad social traslada sus límites al verde. Aunque, eso sí, el dianense ya ha vivido ambientes tirantes: ya peleó por no bajar en Orriols -y fue ahí donde dio un paso al frente- y ya ha sido pieza capital en el Levante de Javi Calleja que quedó fuera de la élite por un penalti controvertido a segundos de la gloria.
Sea como sea, Pepelu abarca espacio. "Te hace la función de '6' pero, en realidad, tiene más recorrido. Buena salida de balón, jugador recuperador, pasador que supera líneas, bien en las vigilancias defensivas y con un despliegue físico importante", apuntan. A eso hay que añadir una faceta recuperadora, de pura escoba, en presión alta con la llegada de Calleja. Esa preeminencia física es la que le permite abarcar e ir al pressing en ataque sin complicaciones para retroceder. En Segunda División no ha sido este un problema para el '8' exlevantinista, que quizá encuentra su punto débil a la hora de adoptar el rol box to box, de llegador más parecido al '8' clásico. O asumir la del '10'. No tiene el gol de Baraja. Aunque en categorías inferiores del Levante veía puerta con más asiduidad, le costó 64 partidos con la elástica del primer equipo hacer su primer tanto.
Qué espectáculo, Pepelu
Otro punto negativo: le costó adaptarse a su dupla junto a Iborra a inicios de curso. Se acabó adaptando y encontrando su hueco, pero el regreso del hijo pródigo no le sentó bien en el arranque por mucho que Mehdi Nafti repitiera aquello de que "los mejores siempre pueden jugar juntos". El debate se abrió entorno al posible estorbo que se generaban ambos en el círculo central, pero fue una de las piezas que sí supo encajar Calleja. El madrileño puso a Joni Montiel en su sitio, disolvió los experimentos con Iborra, colocó a Campaña en el interior y Pepelu, con la batuta en la base. Fue entonces cuando empezó a hacer carburar un doble pivote alterno con Iborra, sobre todo en los peores momentos del moncadense, al que se le hizo larga la temporada.
Con buen pie para el balón parado -maldita la falta directa que envió al travesaño minutos antes de que Villalibre tumbase el gran sueño de su vida-, Pepelu acopla en el doble pivote de un 4.2.3.1, permutando con su pareja de baile, bien Javi Guerra, Guillamón o un perfil como el de Nico González, con André Almeida, con quien coincidió en Guimaraes, por delante. También encaja en el clásico 4.4.2. Son estos dos, a grosso modo, los esquemas que más trabajó esta pasada temporada, acabándola con Montiel en el interior diestro cayendo por dentro, Brugui móvil por delante, De Frutos en izquierda e Iborra junto a él al volante. No obstante, su perfil se ajusta a la perfección a la base de un hipotético 4.3.3 donde sería más inusual verle jugar en el interior, y no de '5'.