VALÈNCIA. Arropada por las cámaras amigas de VCF Media, la plataforma audiovisual del club; parapetada en el nuevo mantra de la sostenibilidad, sentada delante de la mesa de un despacho, que no sé si será el suyo, pero es igual de frío e impersonal que su discurso, la presidenta Layhoon Chan verbalizó la cháchara que previamente había aprobado el gobierno de Singapur. Medias verdades, contradicciones y propaganda. El No-Do para proteger al caudillo Peter Lim.
Durante el 90 Minuts del martes, David Blay, uno de los contertulios, comentó que la situación del club que ha dejado caer Peter Lim le recordaba a una canción del grupo de cabecera de mi amigo Manolo Montalt. Era Deprimencia del grupo Révolver. Fue oír a Blay y Manolo, claro, se excitó.
La canción en cuestión dice:
Eso de buscarse excusas cuando sabes que lo que hay es
Deprimencia, de una brújula sin norte
La evidencia, porque le falta el imán
Deprimencia por que no tienes ni idea de a dónde vas
Dos lágrimas asomaron por los ojos de Manolo al recordarla. El Calvo sólo conoce canciones de Révolver. Su horizonte musical es muy reducido.
24 horas más tarde, repasando las palabras de Layhoon para destacar en el 90 Minuts lo más interesante de su blablablá, que resultó ser, como siempre, lo más indignante, acudió a mi cabeza otra canción. Una de LA M.O.D.A (La maravillosa orquesta del alcohol) y no me refiero a Anil Murthy, malpensados. El título del tema del grupo burgalés, que esta semana acaba de sacar 'Hablar sin leismos', su nuevo single, es: ¿Quién nos va a salvar?
Oigo a las calles respirar,
el eco del humo no se va.
Vivimos esperando, que pase algo ya.
Hasta las sombras quieren escapar, la foto ha salido mal.
Una pregunta escrita en la pared ¿quién nos va a salvar?
Es la cadencia, de la decadencia
Es la cadencia. Autocomplacencia.
Es la cadencia, de la decadencia
Es la cadencia. ¿Quién nos va a salvar?
Y esa es la pregunta que la gente no deja de hacerse. Prestad atención a la letra. El grupo It Must Be Love 86 debería pintarla cerca de Mestalla. Os lanzo el guante, chicos. ¡Hacedlo!
Porque... ¿Quién nos va a salvar? Yo no lo tengo claro. La única salida es que Peter Lim decida vender y ese momento en el tiempo lo veo muy, muy, muy lejano. Y, en ese supuesto, para que eso suceda, que venda, el nuevo estadio tiene que levantarse; pero tampoco tengo claro que Lim quiera sumar más millones a los 80 kilos de CVC para despertar al gigante dormido de la avenida de Cortes Valencianas sin garantizarse el negocio inmobiliario de todo el terciario. Y aún así recelaría porque no son de fiar. Entonces... ¿confiamos en los políticos? Ellos y el banco nos trajeron hasta esta playa. Es un maldito callejón sin salida lleno de cubos de basura, mugre, ratones, y gatos hambrientos.
Mientras, los del Local Management nos entretienen con el No-Do, la mamarrachada de la sostenibilidad y sus embustes. Y pasa el tiempo y el club se desvanece camino de convertirse en polvo, como si Thanos hubiese chasqueado los dedos en Mestalla.
Ah, se me olvidaba, escuchad a La M.O.D.A.