No comprendo qué está pasando con la Grada Joven y sus necesarios tifos junto con su apoyo incondicional al equipo; no comprendo qué está pasando con ciertos actos del Centenario
VALÈNCIA. Sé que es difícil entender a veces a los valencianistas, pero es que si no fuéramos así no seríamos seguidores de este equipo. Es decir, el aficionado ché es tan apasionado que a veces cambia del amor al odio en una misma jugada, pero eso no lo convierte en voluble, sino en emocional y de eso va el fútbol. Es impaciente del mismo modo que no tiene prisa en volver a ver a su equipo luchando por cotas un poquito más exigentes que las que hoy en día se le plantean. Le revienta que su equipo no juegue con contundencia y garra y no dispute balones, aunque estén perdidos de antemano. No le gusta el jugador frío por naturaleza: prefiere aquellos de sangre caliente, aunque su calidad sea más baja. Igual cree que tiene equipo para ganar a quien haga falta que piensa en que cualquier equipillo le puede pasar por encima. Si puede pasar lo peor en un partido, piensa que le puede pasar de verdad. Y también lo mejor, aunque cada vez son menos las noches mágicas de Mestalla. Eso es ser del Valencia CF. Eso y más: la grada no silba, exige sacrificio. No critica, evita que te burles del escudo que defiendes. No grita contra su equipo, sino que reclama lo que su equipo no sabe darle, y no siempre son victorias lo que enfurece ese clamor general, sino la apatía o la falta de recursos futbolísticos, pagados, eso sí, a precio de oro en taquilla.
Los valencianistas no son una raza aparte: en otros campos han silbado a porteros que le salvaron de goleadas domingo tras domingo o a delanteros de 50 goles por año, o a entrenadores que les hicieron ganar Copas de Europa. En otros campos creen que quedar séptimos u octavos merece una buena pitada, justo cuando hace uno o dos años estaban en segunda división. En otros campos le tiraban huevos a los jugadores, o se les esperaba con bates de béisbol en las instalaciones deportivas, ¿sigo? Me canso de la cantinela de que la afición del Valencia CF es muy especial (con sorna): desde luego que lo es, pero para bien y la paciencia que está teniendo en estos últimos 15 años de historia bien merecen un capítulo aparte en la memoria del club. Lo malo es que nadie se acordará de esto cuando haya que ponerse las medallas que cuentan: ahí estarán los directivos, los jugadores, los entrenadores…pero no los aficionados que sirven, principalmente, para hacer caja. Perdón: se me escapó, no quise decirlo.
En este centenario hay cosas que me están preocupando sobremanera: este club ha decidido distanciarse de su afición de toda la vida y prefiere followers, turistas cibernéticos o no, que vengan, carguen con todos los productos del merchandising y no protesten por las cosas que no funcionan. Así, supongo, es más fácil dirigir un club de fútbol, propiedad privada, eso sí. Y en mi casa hago lo que me da la gana, pensará alguno por ahí. Pero el Valencia CF es una casa que está siempre abierta a que más y más gente entre (o se les invita a ello) y sume, se quede a dormir para siempre, porque eso sí nos identifica. Últimamente, en cambio, te invitan a que te vayas: algo insólito.
No comprendo qué está pasando con la Grada Joven y sus necesarios tifos junto con su apoyo incondicional al equipo; no comprendo qué está pasando con ciertos actos del Centenario (presentación del libro, por ejemplo frente al famoso vino del club); no comprendo qué está pasando con los medios de comunicación valencianos; no comprendo qué está pasando con la cuenta de Twitter en inglés y que se esté sacando pecho de algo tan burdo y chabacano; no comprendo por qué cada vez es más difícil que los niños y las niñas más pequeños accedan a ver a sus jugadores; no comprendo que cada detalle del Centenario valga más de lo normal, con un precio por encima del mercado. Tampoco comprendo que, al final, la afición se convierta en algunos momentos en algo molesto, sobre todo cuando pide respeto ante ciertas afirmaciones de personas que, cuando ellos aún no sabían que exista este club, algunos ya tenían(mos) los pies ardiendo de tanto que había(mos) estado tiesos como espárragos en General de Pie Norte o Sur. Me da mucha rabia que me digan de qué va esto del valencianismo quienes no han entendido o desconocen lo que significa el Valencia CF en la vida de muchos de sus aficionados.
Si hay una estrategia comercial del club es porque detrás hay una afición, cautiva y fiel, que responde: el día que la pierdan, por sentirse cansada de tanto desprecio o indiferencia, el valor de su maravillosa empresa será 0. Hay personas que no saben que un Centenario solo se cumple cuando el equipo ha tenido buena parte de su historia compartida con sus aficionados, porque las noches mágicas (y las trágicas también) lo eran por un doble motivo: unos jugadores dándolo todo en el terreno de juego y unos aficionados espoleando al equipo ¿lo recuerdan? Yo siempre que puedo y esas noches nos hicieron valencianistas hasta la médula a muchos. Eso tampoco lo saben algunos.
Otro día -lo prometo- hablaremos de lo deportivo y de lo que nosotros no sabemos o quizá sí: cuando hayamos acabado la fiesta de las conmemoraciones, pasado marzo, dejaremos la puerta bien abierta a los jugadores, porque habrá que vender, habrá que vender…