Hoy es 4 de octubre
VALÈNCIA. Justo mientras el Valencia CF se jugaba bajo un sol de justicia la vida para seguir teniendo opciones de huir del descenso, hacía un año que el los blanquinegros jugaban una final de la Copa del Rey que acabaron perdiendo en los penaltis.
Aquel equipo entrenado por el denostado (y nada respetado por el propio club) José Bordalás mostró sobre el campo como luchar ante un rival mucho más rico que tú en argumentos futbolísticos. El retrato del actual Valencia de Meriton es que aquel día estaban más pendientes de pasear a la figura del Piojo López, como si eso le fuera a abrir las puertas del triunfo, y de succionar la entrepierna del heredero Kiat (con publirreportaje incluido), que de ocuparse de una afición que decidió desplazarse en masa a Sevilla pese que a Anil y sus mariachis hicieran volar casi 8.000 entradas pertencientes a los socios.
Aquella final la perdió Meriton y la ganó el valencianismo demostrando que pese a los reiterados intentos de desarraigo y de ninguneo por parte de sus dirigentes ("a mi dame entradas de las caras que son para mis amigos" llegó a decir Anil Murthy en la única reunión para el reparto de entradas a la que fue), el sentimiento de pertenencia a unos colores y el arraigo a unos colores es indestructible.
La lección que la afición valencianista dio en aquel momento fue un mensaje a las marionetas de Lim en Valencia. Y más que un mensaje con "V de vendetta", fue un mensaje con V de valencianismo: podrás matar al hombre, pero no a la idea.
El fiel reflejo de esta frase lo tuvimos en las gradas de Elche. Hasta 7.000 valencianistas en la caravana para dar ánimos a los suyos. Demostrando llevar sangre blanquinegra y el murciélago grabada a fuego en el corazón. 7.000 benditos locos que se entregaron para darle el aliento a una plantilla que no les da ni media alegría (y ojo, que no son los futbolistas los principales culpables). 7.000 locos en perfecta comunión con un entrenador cuyo currículum despierta todas las dudas del planeta, pero al que no se le discute ni media, porque es "uno di noi". 7.000 gargantas representando a miles de almas, de corazones encogidos que estallaron de júbilo con los dos goles y que con los carteles amarillos en la mano, hablaron por todo el valencianismo de bien pidiendo la marcha del sátrapa de Singapur. en definitiva, 7.000 incondicionales de todas las edades moviéndose por un escudo al que están destrozando desde dentro los de fuera (con la ayuda de algunos que por un sueldo venderían a su padre). 7.000 razones para decirle a "Lie Hoon" que se lave la boca antes de volver a decir que ellos aman al club tanto como los aficionados. Podrán matar al club, pero no su sentimiento.
Por eso, en Sevilla, en Elche y donde haga falta Baraja no erró al decir que los únicos que estaban a la altura de esta entidad son los aficionados. En la grada del Martínez Valero, volvió a constatarse la evidencia de quién está a la altura y de quién no está nunca, porque nada bueno se espera de mentirosos, pelotas, arrastrados y mediocres. Si algún día se les saca de la ecuación, quizá el club pueda remontar el vuelo.