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El acelerador y el freno

26/12/2021 - 

VALÈNCIA. ¿Qué le parece el Piojo López?, le pregunté a Jorge Valdano cuando aterrizó en el banquillo del Valencia a finales de los años noventa. Su respuesta se me quedó grabada: “Es la velocidad. Ahora sólo falta que aprenda a pisar el freno”. Claudio Javier López todavía no era el Piojo que todos recordamos por sus grandes gestas en Mestalla. Su primera temporada en el Valencia estuvo marcada por la irregularidad. Carreras por el césped con el turbo puesto, sí, pero solo tres escasos goles en Liga. En su primer curso entre nosotros, el futbolista no era ese ídolo que la afición lloró cuando se marchó al Lazio. Es más, esa temporada el delantero era un jugador que desesperaba a gran parte de la hinchada porque su habilidad era pasar el balón por encima de los palos de la portería rival. Como en el rugby. El Piojo estaba reñido con el gol.

Sin embargo, con Claudio Ranieri como entrenador del Valencia, el Piojo López explotó. “Ranieri me bancó”, me decía el futbolista con su particular acento argentino cada vez que charlaba con él. Ese año el jugador pasó de marcar esos tres solitarios goles a anotar más de veinte cada uno de ellos de más bella factura que el anterior. La afición lo adoraba. Sobre todo porque fue uno de los grandes artífices de la Copa del Rey de Sevilla del año 1999. El Piojo López, gran verdugo de aquel Barça de Van Gaal,  se hizo un hueco en el panorama futbolístico europeo gracias a unas inolvidables noches de Champions. “No mata la bala, sino la velocidad”, decía el preparador físico Jesús Paredes cuando lo veía entrenar. El Piojo, la aceleración personificada, encontró por fin ese pedal de freno del que hablaba Valdano.

¿A qué viene todo esto? Muy sencillo. Lo comento porque el segundo gol de Gonçalo Guedes en el derbi del pasado lunes ante el Levante UD me recuerda a aquel Piojo que triunfó en Mestalla. El futbolista portugués también es un jugador eléctrico. Al que siempre parecía faltarle el freno. Pero su recorte dentro del área en el gol, sentando al defensa y al portero, me parecen de una calidad excepcional. La tranquilidad con la que Guedes define es de auténtico fuera de serie. ¡Qué importante es saber hacer la pausa en el fútbol! Guedes, que con seis tantos ya ha superado su mejor registro anotador desde que llegó a Mestalla, parece haber encontrado la palanca adecuada para ser un futbolista decisivo. Al igual que hizo el Piojo. Y el equipo, claro, lo agradece. Tanto, como el compromiso de Gayà, el regreso de Carlos Soler a su mejor versión o el magnífico momento de forma por el que atraviesa un Cillessen que ha cerrado de forma definitiva cualquier debate interesado (y partidista) sobre la portería.

Volviendo a Guedes. El futbolista es, sin duda, el factor desequilibrante que necesita el Valencia si de verdad quiere regresar a Europa esta temporada. Hablo de Liga Europa y no de Champions. Aunque si se gana al Espanyol puedes acabar el año entre los cuatro primeros, no creo que estemos todavía a ese nivel top. Si Pepe Bordalás consigue que el portugués esté enchufado el resto de campaña, aparque esa irregularidad que le ha caracterizado y su juego destaque por su continuidad, quedar clasificado entre los seis primeros no es una quimera. Ese es uno de los grandes retos que Bordalás tiene por delante: lograr que Guedes siga acelerando de cero a cien en pocos segundos, pero que también pise el freno cuando sea necesario. Tanto dentro como fuera del terreno de juego.

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