VALÈNCIA. El Valencia volvió a salir escaldado del Camp Nou igual que le ocurriera la temporada pasada. Del mismo modo que en el encuentro de hace un año, un penalti más que discutible metió al Barça en el partido. No es nada nuevo, ni las ayudas a los equipos grandes, ni la mala aplicación del VAR. La tecnología está sirviendo más a los colegiados para justificar sus errores que para arreglarlos. La actuación de Gil Manzano y su negativa a ir al VAR -y la de su colega Munuera Montero en la sala VOR- son una evidencia del corporativismo arbitral "hoy no te dejo en evidencia yo a ti, y mañana no me dejarás tú a mi". Los árbitros están muy solos, no lo discuto, pero su nula autocrítica les perjudica más que les beneficia, aunque se nieguen a admitirlo.
Ese hecho ocurrió el domingo en el Camp Nou y tuvo una brillante contestación en boca de Ricardo Arias ante Mónica Marchante. Más allá de su labor institucional (única voz junto con la de Bordalás que tiene el club hoy en día), al bueno de Ricardo se lo llevaban los demonios aún hora después de transcurrido el encuentro, mientras que quienes le mandan a dar la cara a duras penas sabrán recitar 5 jugadores del equipo titular del Valencia CF. El club sigue dejado de la mano de Dios y, lejos de construir su propio relato apoyándose en medios de la ciudad, sigue desplegando la peor estrategia comunicativa del planeta fútbol. Escasa y errónea buscando a aquellos que serán los primeros en darle a la espalda. Es difícil comunicar peor, pero es complicado mejorar un diccionario si le das los sillones de la RAE a Belén Esteban o a Jesulín de Ubrique.
Esa parte del relato (el penalti que cambió el partido) existió, pero es eso, una parte: el "todo" engloba mucho más. Que el equipo lleva 5 semanas sin ganar, que la plantilla es corta y no vinieron los refuerzos en las posiciones que más se necesitaban, que Bordalás no confía en su fondo de armario y como sobrecarga a los titulares la gasolina se acaba en el minuto 70 de cada partido... Eso también existió y negarlo solo es parte de la propaganda chabolera que quiere instaurar Meriton. Centrarse sólo en una parte del debate es tan interesado como iluso. Ese dicurso ya no engaña a nadie.
Y también existió el "castigo" del club a la Peña Lo Rat Penat de Barcelona por negarse a participar en la propaganda institucional. El valencianismo volvió a recordarle a la propiedad y a sus asalariados que sólo el necio confunde el valor y el precio. El precio de algunos es muy asequible y su valor es depreciable por inexistente.