VALÈNCIA. La mitomanía da repelús. Esa fe ciega que a menudo es síntoma de otras debilidades. Una parte del levantinismo respiró al cierre del mercado casi como si la propia existencia del club dependiera de la continuidad de José Campaña. Y tampoco es para tanto. Lo cierto es que, en definitiva, ni la celebrada convocatoria con la Selección ni el arduo trabajo de su representante han servido para que nadie se acercara ni tímidamente a los 30 millones.
Campaña no respondió a las grandes expectativas que despertó desde que era un chaval, y dio tumbos hasta que Muñiz lo reclutó para el Alcorcón. No es el primero ni será el último que frustra una prometedora carrera por diversas circustancias. El mundillo del balompié está trufado de situaciones así. Sin embargo el sevillano se superó y, tras haber fracasado en las cuatro grandes ligas y en el Oporto, bajó al barro de Segunda división para recuperar su carrera y su autoestima. Lo consiguió, especialmente en el Llevant, de la mano de Paco López, y ha llegado a la Roja, en su quinta campaña como granota.
Hace tiempo que el talentoso mediocentro cree que es el momento para dar el salto. Está en su derecho, desde luego, pero tiene un acuerdo y Quico Catalán lo va a cumplir a rajatabla, por mucha presión que reciba. Son 30 millones. Y mientras tanto deberá servir a este escudo. Ese fue el pacto. Por eso cobra 3,2millones al año y se le debe exigir más que a ningún otro. Tiene que ser regular: ahora encadena partidos brillantes con otros grises. Generoso, para que otros, por ejemplo, cobren protagonismo con el balón parado. Debe evitar gestos feos y recriminaciones a otros compañeros. También desconexiones y no esconderse cuando los partidos se tuercen.
Si acepta el reto de crecer en esta dirección Campaña será un futbolista superlativo que volará de Orriols, porque las ofertas se agolparán en las oficinas, no como ahora. Un club como el Llevant, en permanente crecimiento, no puede depender futbolísticamente ni de Campaña ni de ningún otro futbolista; no se puede permitir imprescindibles. No es la primera vez, ni mucho menos, que pierde a grandes futbolistas para hacer caja y seguir mirando hacia adelante. Con esa política ha crecido desde su centenario: Lerma, Keylor, Iborra, Caicedo, Boateng, Koné, Cabaco, Martins… Y no se acabó el mundo, aunque unos cuantos creyeron que iba a suceder.
¿Un Llevant peor?
El melodrama se acrecentó entre la nación granota porque la rumorología sobre la marcha de Campaña se enmarcaba en el contexto de la confección de una plantilla presuntamente debilitada respecto al curso pasado. No estoy de acuerdo. Desde luego lo de Salvador y Navarro no tiene perdón: no habilitar las salidas de Coke, Hernani y León ha imposibilitado cualquier llegada, como se sabía hace meses. Pero de ahí a matar a Gómez y De Frutos que apenas han debutado en Primera… Por su parte Son mejora el lateral derecho de forma notable, y Malsa es una de las sensaciones de este inicio liguero. Se fue Mayoral, pero existe un amplio margen de crecimiento de algunos de los futbolistas que ya estaban (Melero, Radoja, Clerc, Vukcevic, Bardhi…). Y con ellos se ha practicado un fútbol, en estas cuatro jornadas iniciales, que permite soñar con un Llevant que, si se muestra regular, está más cerca de la mitad alta de la tabla que de la baja. Seguro que López prefería a Dembelé que a Gómez, pero no olvidemos que Mayoral llegó muy verde a Orriols y que se va a la Roma por el rendimiento en el Ciutat. Ese es el Llevant, el club que saca lo mejor de muchos futbolistas. Es el caso del mismo Campaña, que costó medio millón y generaba dudas.
La mitomanía no le pega al levantinismo, un sentimiento gregario. Y en este deporte no existen fichajes de garantías, ni aún a golpe de talonario. Las garantías siempre son muy relativas. Permítanme decirles que esta plantilla puede mejorar el rendimiento que el curso pasado. Si Campaña sigue todo el año, mucho mejor, pero con su marcha no se acabaría nada. El melodrama para otras gradas, por favor.