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Punto de inflexión

21/01/2021 - 

"Lo he hablado en alguna ocasión con Arrasate y no creo que como club nosotros nos jugaremos las habichuelas con el Valencia. El Valencia no debe sufrir. Creo que va a acabar del diez para arriba". Así de contundente se mostraba Braulio Vázquez la pasada semana en los micrófonos del programa 'Línia de fons' de APunt. El actual director deportivo de Osasuna, rival de esta noche en Mestalla, lo tiene claro. Para quien ocupara durante algo más de tres años el mismo cargo en la entidad blanquinegra visitar el santuario de la avenida de Suecia siempre es especial. No en vano, fue aquí donde el gallego tuvo su primera oportunidad al frente de un proyecto de Primera División y, honestamente con la perspectiva que da el tiempo, creo que hizo un buen trabajo.

Pero no solo por eso le resulta especial, en esa fábrica incansable de laterales izquierdos en la que se ha convertido la Academia de Paterna a lo largo de la última década, Jesús, su hijo, es el siguiente de la lista. De hecho, el chaval ya sabe lo que es debutar con el primer equipo como hizo en la eliminatoria copera ante el Terrassa. Así que, la relación de amor con el club che va más allá de lo profesional. Pero precisamente fue en este último aspecto, en el que un doble enfrentamiento ante los pamplonicas cambió la suerte de Braulio en su periplo al frente de la secretaría técnica del Valencia. Ha llovido desde entonces, pero todavía lo recuerdo como si fuera ayer.

Corría el mes de diciembre de 2012, Mauricio Pellegrino acababa de ser destituido como entrenador y Braulio apostaba por Ernesto Valverde como inquilino del banquillo. Un contrato de apenas 6 meses. Había poco tiempo y el club necesitaba resultados ya. Entonces, el técnico extremeño concentraba a los suyos en tierras navarras porque, caprichos del calendario, el equipo se enfrentaría a Osasuna dos veces en tres días. El Sadar debía servir de revulsivo... y así fue. Los che ganaron los dos partidos -Liga y Copa-, Parejo comenzó a forjar su leyenda como valencianista anotando su primer gol, y el equipo nunca dejó de crecer. Tanto, que llegó al último partido como cuarto clasificado en aquella dolorosa tarde con los 4 goles de Negredo y el adiós a la Champions del año siguiente. Pero, ¿quién le iba a decir a aquel vestuario que iba a ser capaz de darle la vuelta al calcetín hasta pelear por la cuarta plaza? En aquellos tiempos nadie lo pensaba y, sin embargo, El Sadar fue un punto de inflexión.

Precisamente, algunos de los miembros de la plantilla piensan que el duelo de esta noche puede servir también como punto de inflexión, como ese encuentro en el que confirmar que la reacción es un hecho y no fruto de la casualidad. Después de tres victorias consecutivas, de dejar la portería a cero en los últimos dos choques y de no conocer la derrota en este 2021, ganar a Osasuna podría ser el principio del fin de los fantasmas del descenso que han sobrevolado en el entorno valencianista. Y ya va siendo hora que demasiados sinsabores nos han tocado vivir en los últimos meses.

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