España fue Nadal, porque siempre es Nadal, pero también fue Roberto Bautista, ejemplar el castellonense, y Feliciano López y Pablo Carreño y Marcel Granollers, y el capitán Sergi Bruguera. Y como fue un bloque y compitió siempre unido a lo largo de la Copa Davis, se presentó en la final ante Canadá para no dar opciones a los norteamericanos y resolver la historia sumando dos puntos por la vía rápida. Nadal firmó el definitivo ante Shapovalov, que fue un gran rival (6-3, 7-6 (7). Enorme partido entre dos titanes en la Caja Mágica. Antes lo hizo Bautista en un exhibición total. Y la Ensaladera, una más, se la quedó España. Diez finales en la historia para España y seis títulos en el zurrón.
Rafa Nadal, siguiendo el ejemplo de Roberto Bautista, rindiendo respetos al castellonense como había hecho en la previa, y ajustando bien el partido para hacer que la Ensaladera se quedara en España, arrancó serio y sin hacer concesiones a Denis Shapovalov. El número 1 del mundo se adjudicó con facilidad sus dos primeros servicios y puso en apuros, aunque no logró el break, al canadiense (2-2). Nadal proyectó su firmeza en el quinto juego y logró el break en el sexto para ponerse 4-2. El balear desplegaba un tenis rotundo, buscando ganadores, controlando los tempos y diluyendo al tenista canadiense.
Shapovalov frenó al español con su siguiente servicio. Con todo, Nadal enfocó el noveno juego con la oportunidad de resolver el primer set y acercar un poco más el título de Copa Davis al palmarés de España. Quiso resistir el canadiense, pero el número 1 del mundo no dio opción a alargar el set más de lo debido y se lo adjudicó 6-3 tras 35 minutos de partido.
Los antecedentes entre Nadal y Shapovalov y el tenista balear dejaban un empate. Dos partidos y una victoria para cada uno. Nadal sabía que el canadiense saldría con todo, incisivo, voraz, en el segundo set. De forma, que lo que tocaba era ser más inteligente, y mandar en los tempos, y ganar cuando tocaba y restar o aguantar cuando era el momento de ello. Y así se fue construyendo ese segundo parcial. Empezó Shapovalov ganando su servicio. Luego, replicó Rafa haciendo lo propio. Y el canadiense volvió a defender su saque, aunque hubo momentos en los que echó la vista hacia abajo, hacia la pista dura de la Caja Mágica, porque procuraba hacerlo bien, pero Nadal, con todo lo hacía mejor. Y en el cuarto juego la cosa iba igualada (2-2). Pero con Nadal con las cartas bien sujetas para saber que ese partido se lo iba a llevar él.
Shapovalov estaba bien. Propuso luego un buen servicio. Mandó un obús de 212 kilómetros/hora. Pero el balear siempre pedía algo más. El canadiense sumó otro juego, pero a resistir nadie le puede enseñar a Nadal. En el sexto juego, Shapovalov se veía rompiendo el servicio de Nadal, pero el balear bombardeó con un ace, una subida a la red, el saber apretar los dientes y el rugido de los aficionados para igualar a tres tras un juego de nueve minutos.
Desde luego el canadiense no estaba dispuesto a ceder ante lo granítico de Rafa. Cada cual ganó luego su servicio en los dos siguientes juegos para seguir con la igualdad en el marcador (4-4). Shapovalov se veía con otro juego, pero replicó Nadal con un revés, aprovechando la doble falta del canadiense y un passing para ajustarlo. Acabó aguantando, pero teniendo que trabajarse mucho el asunto para que el balear no le hiciera el break. Pareció que el canadiense le iba a birlar el siguiente servicio al número 1 del mundo, pero Rafa resistió y tiró de clase para que el asunto no saliera del equilibrio en el marcador con el décimo juego.
El set se fue al tie-break. Lo vibrante e intenso de todo el partido se conjugaba ahí. Y los dos titanes, Nadal y Shapovalov siguieron a lo suyo. Y fue Nadal, Nadal, el que mostró lo que es, un campeón indiscutible para ganar el desempate, el set, el partido y el segundo punto para España para alzarse con la Copa Davis.