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Sin Gracia

5/05/2021 - 

VALÈNCIA. Ni una pizca de Gracia es lo que queda en el Valencia CF. Mal ambiente y mal humor. No solo por la mala temporada a todos los niveles del equipo, sino por el nulo legado que deja un técnico que nos ha decepcionado a todos. Yo tenía fe en él antes del despropósito de la confección de la plantilla y también después de la debacle en el mercado de fichajes. Creía -iluso de mí- que era un win-win en toda regla. Aunque a priori no lo pareciera, siguiendo en el cargo era una situación en la que las partes salían beneficiadas: el Valencia CF conseguía mantenerlo en el puesto y el técnico, sin la presión de los objetivos ni resultados al no haber fichajes, podía trabajar con el favor de todo el mundo. Lo peor que le podía pasar era que lo despidieran y cobrar un suculento finiquito, pero la realidad superó cualquier supuesto. 

Si bien es cierto que “las circunstancias que han rodeado al equipo nunca han sido las más adecuadas para trabajar” parafraseando lo que explicaba en su comunicado, también es verdad que no ha puesto mucho de su parte para revertir la situación. De hecho, en la despedida, no ha habido ni un ápice de autocrítica ya que se alude directamente a que estaba “orgulloso del trabajo” y “convencido de que hemos dado lo mejor de nosotros mismos”.

Para mí, llega tarde la destitución del entrenador. No solo porque el técnico haya ido encadenando resultados malos o regulares durante esta campaña, sino porque el primer día en que puso el cargo a disposición del club el Valencia CF debió dejarlo marchar. Llegar a un acuerdo económico amistoso y traer a un entrenador que pudiera llevar a un grupo que horas antes pidió al entrenador que no les dejara solos. Pero no, nada de eso se llevó a cabo. Cada uno miró por sus intereses –y ninguno por los del Valencia CF-. Pero no quiero dar la matraca con eso, sino con lo de después.

La realidad es que Javi Gracia había perdido ya mucho crédito en el vestuario. Muchos de los jugadores que apoyaron al entrenador a principio de temporada y durante el match-ball vivido tras el partido del Cádiz de la primera vuelta, habían dejado ya de bancarle. Muchos jugadores le dieron su confianza con toda una vuelta por delante y se opusieron a su destitución allá por enero, pero la poca meritocracia en el día a día y la falta de empatía con parte de la plantilla hicieron que ese apoyo se desvaneciera casi por completo. En el vestuario no se entendían ciertas decisiones que trascendieron fuera del mismo como la situación de Kang In Lee, Manu Vallejo o la poca participación de los fichajes de invierno -entre otros-. Eso sin contar un conato de motín que se produjo en la primera vuelta con algunos futbolistas  descontentos por su situación, y que fue desactivado por los capitanes.

Tampoco gustó a parte de la plantilla alguna declaración hecha en la sala de prensa hacia jugadores como Piccini en su llegada, o tras algún partido donde no hacía autocrítica y le pasaba la patata caliente a los jugadores. Eso desgastó una relación que se fue deteriorando con el paso del tiempo a pesar de que todavía contaba con algún apoyo en el equipo.

Sin Gracia la cosa hubiera ido mejor. Eso es innegable aunque a toro pasado es más fácil decirlo. Pero es que hacerlo peor ya sería descender de división –porque de categoría descendimos hace tiempo-. Estoy seguro que a este grupo de futbolistas se les podía haber sacado más partido y rendimiento de lo que se ha hecho. No empezó Javi Gracia con buen pie y llegó un punto en que iba a rachas.

Me contaba un futbolista que depende del día era una aventura distinta. Había días en los que estaba hipermotivado y otros en los que la cosa parecía no ir con él. Es algo que también se palpaba en los partidos y que la afición valencianista detectó rápidamente. También que tuvo varios encontronazos con algunos jugadores en los que no salió del todo victorioso y a partir de ahí no quiso tocar nada en ese aspecto. Faltó autoridad, liderazgo y carácter. Porque de fútbol, mejor no hablar.

No se entiende cómo el equipo, con mejores o peores jugadores, no tenía una identidad tras 34 jornadas. No sabemos aún a qué juega el Valencia CF y tampoco lo saben los jugadores. Los futbolistas sabían cuál era el plan para cada partido, pero nada más. Ni filosofía, ni conceptos propios ni nada por el estilo. Cada partido, una situación distinta. Es lo que el propio Javi Gracia llamaba “adaptarse al rival”.

El club se aferra a que se le dio un extra ball para darle un giro a la situación en esta segunda vuelta, pero no se entiende que se le haya aguantado tanto con las numerosas carencias de las que adolecía el equipo. Ha sido tema económico puro y duro en vista de firmar un entrenador con capacidad de mando y liderazgo este verano. No han querido firmar a nadie hasta final de temporada por no hacerse cargo de dos cantidades: la de salida de Gracia y la de entrada del nuevo técnico. Meter a Voro no supone un extra más allá de desgastar aún más la figura e imagen de un exjugador reconvertido a socorrido entrenador provisional. Sea como fuere, irresponsabilidad viendo cómo hemos llegado al tramo final de campaña. Nunca debió el Valencia CF aguantar tanto a Javi Gracia ni dejarlo estar tras su primera renuncia.

En todo caso, Gracia ha pasado con mucha pena –paradojas del lenguaje- por el Valencia CF. No ha encajado ni por carácter, ni por filosofía, ni tampoco por fútbol. No dudo que sea un buen entrenador en otro contexto–así me lo pintaban en Villarreal y en Málaga- pero no ha funcionado aquí. Evidentemente no toda la responsabilidad es suya, pero sí que supuso una desilusión globalizada para una afición que lo apoyó desde esa primera rueda de prensa en la que le echó un órdago a la propiedad. Una gestión que suspendió no solo en la elección del entrenador –que al final es una lotería en muchos casos- sino en la materia más importante: la confección de plantilla. Algo de lo que ya hablaremos más adelante.

Temporada complicada, fea y agitada. Con malos resultados e inestabilidad a todos los niveles. Solo hay una cosa que no me explico aún: que siga Meriton. Porque con la que está cayendo, sí que es algo sin Gracia.

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