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Fútbol y naftalina / OPINIÓN

Torneos de verano: ¿quién juega hoy?

8/08/2021 - 

VALÈNCIA. He de confesar que guardo en mi poder una alhaja. Un trofeo de un torneo de verano que acabó en mi bolsa de deporte cuando de periodista imberbe me dedicaba a disfrutar y viajar gestionando la comunicación del equipo profesional de fútbol sala de València. No es más que una copa que cumplía su papel de trámite para edulcorar un amistoso de pretemporada bajo el título de “Trofeo Ciudad de…” y su valor seguramente se reduce a céntimos en chatarra.

En verdad no hubo intención de deseo de hurto, sino más bien, todo fue dejadez en su custodia. Vamos, tan evidente que 16 años después de la apropiación indebida, me he dado cuenta ahora que ese trofeo que dejé aparcado en un rincón de la casa del pueblo no me pertenecía. Y ahí continúa. Sé que nadie me la reclamará, más que nada porque para tenerla en un cuarto trastero, pues ya la tengo yo en mi poder como recuerdo fetiche.

Esto me viene al caso porque si en 2005, - año del mentado trofeo- los torneos de verano ya olían a naftalina, no quiero pensar en lo que significan hoy para el fútbol actual la celebración de estos. El Teresa Herrera, Colombino, Ciutat de Palma, Trofeo Naranja, Joan Gamper… Todos ellos guardaban un halo de dignidad futbolística. Tanto, que hasta la biblia del PC Fútbol te permitía disputarlos para completar tu terna de encuentros amistosos de pretemporada.

Qué majestuosos eran y qué indignamente han sido arrinconados. Estos torneos no dejaban de ser un sello de presentación y prestigio por parte del equipo anfitrión de cara a dar unas pinceladas en agosto del equipo que se estaba armando para la nueva temporada: nuevos fichajes, jugadores ascendidos del filial, jugadores del montón que no se sabe por qué se convertían en la sensación de la pretemporada… vamos, ríos de tinta con los que ilusionar al personal, que eso es lo que necesita el aficionado.

Los torneos de verano de antes brindaban la oportunidad de disfrutar del fútbol de forma reposada, en familia y como no, en diferentes y variados formatos según el organizador: partido único, triangulares, dos semifinales, un tercer y cuarto puesto y una final...múltiples combinaciones que abrían la puerta a circunstancias como la de que un equipo modesto se midiera contra grandes europeos y que se marcara un partido para los anales de la historia. Que se lo digan al Oviedo de la 93/94 que aprovechaba para golear en su “Ciudad de Oviedo” al entonces todopoderoso AC Milan de Fabio Capello.

O también, se daba la oportunidad de ver a equipos con nombre - y otros más exóticos que competitivos- que cruzaban el charco en busca de un buen bonus y de la posibilidad de colocar jugadores en acción ante equipos del fútbol europeo. Que se lo digan a los casi siempre habituales Vasco de Gama, al Flamengo, al Peñarol, al Atlético Nacional, al Guaraní

Ahora los tiempos han cambiado. Atrás ha quedado el prestigio de la presea como tal, casi tan denostada como la ciudad de Marbella para la jet set patria. Pero que los clubes tampoco lo achaquen a los nuevos tiempos de cambio. Que cuidar prestigiar un poco estos formatos es cosa de poco. Todo es cuestión de ponerle ganas y saber venderlo de cara a la galería. No olvidemos que antes ganar el Trofeo Naranja era sinónimo de prestigio y orgullo propio para el Valencia CF. Ahora, si me apuras, preocupa más intercambiar tokens con el equipo rival que dignificarlo.

Parece ser que la pandemia ha contenido la fiebre los amistosos internacionales y los torneos del Jeque de no sé dónde, que se habían convertido en el depredador natural de estos. Unos encuentros que destilan pomposidad artificial y mucha pasta al participante, pero que carecen de arraigo alguno para el aficionado local, que lo ve como algo frío y distante.

¿Llega el momento de reivindicar los torneos de Verano? Puede ser. Pero no seamos ilusos y pensemos que lo que vivimos entre los 70, 80 y 90 volverá. Eran otros tiempos, el mundo iba más despacio y las noticias de verano se podían disfrutar y saborear de otra forma. Pero aceptaremos barco como animal acuático. Todo lo que sirva para reivindicar el fútbol en esencia será bienvenido. Siempre habrá reductos como el Torneo del COTIF en l’Alcudia, que nos reconciliaran con el fútbol de siempre y nos enseñan que los cracks que hoy triunfan antes fueron jóvenes imberbes con ganas de triunfar.

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